COLUMNA DE OPINION

El tango, una frustración vertical de un deseo horizontal

Por Claudio Valerio


 

El tango comparte origen con la teoría del asado de tira en los márgenes. Proviene de los arrabales, de las orillas del Buenos Aires del siglo XIX, donde se mezclaban prostitutas, inmigrantes, invertidos y travestis en las tabernas y los prostíbulos con los niños bien que iban allí a divertirse.

 

El tango nació en los arrabales, en los márgenes y, con el correr del tiempo, llegó a ser normalizado por la sociedad biempensante. Al principio, muy al principio, fines del siglo XIX, el tango se bailaba entre hombres (parejas de hombres con hombres). Los que conocen la historia de esta danza cuentan que se lo bailaba entre ellos mientras esperaban su turno en los prostíbulos de las orillas porteñas; luego mujeres con mujeres. Y claro, posteriormente bajo  diferentes contextos,  también lo bailarían con mujeres (parejas mixtas).

Dicen que el baile es la frustración vertical de un deseo horizontal, y en el caso del tango es evidente la sensualidad que se comparte al bailarlo. Así es que, para muchos,  la pista de baile se convierte en reflejo de lo que ocurre en la intimidad de los cuartos, los cuerpos deseosos y con múltiples posibilidades de encuentro, de los juegos y dinámicas de poder que se establecen entre los integrantes de la pareja y de la posibilidad de transitar por esas posiciones. Todo vinculado a una sucesión de movimientos.

 

 

 

 

Mucho más tarde, cuando la danza entró en los salones de buena familia y logró la bendición de las clases acomodadas, solían pasar largas horas practicando pasos en los clubes de barrio (*), para marcárselos luego a sus compañeras de turno en la milonga. El intercambio de roles sigue siendo una experiencia imprescindible para cualquier bailarín que tenga intenciones de mejorar, entre otras cosas, porque permite comprender mejor la marca y los movimientos de la persona que forma pareja (compañera/o) … Los clubes de barrio son entidades en las que sus miembros se asocian libremente con la intención de enriquecer su vida social, además de desarrollar y compartir actividades culturales, recreativas y/o deportivas.

 

El tango, como parte del arte del baile, tanto agrada a los argentinos que, seguramente, forma parte de nosotros, de nuestra identidad.

 

 

Desde la ciudad de Campana, Buenos Aires, envío un abrazo y mi deseo que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas; y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

© Valerius

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