Consultora psicológica. Facilitadora en Focusing Doula
“Te advierto, quien quiera que fueres, tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que, si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo”
Oráculo de Delfos
Es bastante habitual escuchar a personas que dicen: “tengo baja autoestima”, lo cual podría traducirse en términos más simples: “no me quiero, no me gusto, no me valoro”. Esto es así porque la autoestima es la capacidad de valorarse y respetarse a sí mismo, una apreciación global de mi persona que se vincula en parte con lo afectivo. A partir de dicha apreciación se generan sentimientos internos.
¿De qué depende esa apreciación?
Está muy vinculada a la descripción que puede hacerse de uno mismo: el autoconcepto, un conjunto de rasgos físicos o mentales que reconozco de mí. Lo más importante es lograr una apreciación real, es por ello que es tan necesario trabajar para favorecer el conocimiento de uno mismo.
Si la auto percepción que tenemos es de desprecio, rechazo, disgusto es muy difícil que podamos sentirnos valiosos. Quien siente que no merece, que no importa, que todo lo hace mal, quien siente que fracasa en todo lo que aborda es poco factible que tenga una percepción positiva de sí.
Sr Juez…
La autoaceptación es la base de la autoestima, al dejar de juzgarnos podemos volver a mirar toda la situación y eso nos permite reconocer un problema particular. Podemos reconocer ciertas conductas que necesitamos modificar y, a partir de allí, ver cómo trabajar sobre ellas a partir de una actitud amigable con nosotros mismos.
Es importante ser conscientes que hasta aquí hicimos lo mejor que pudimos con los recursos y el nivel de conciencia de este momento.
Una parte importante de autoaceptarse es perdonarse a sí mismo, tener una actitud compasiva aún con aquellas conductas que nos resulten inaceptables.
“Deseo cambiar para vivir más armoniosamente” debiera ser el lema
A veces creemos que el camino de la crítica severa nos va a llevar hacia la excelencia cuando en realidad sucede todo lo opuesto, nos detiene en el lugar de “NO PODER” quedamos estancados allí. Esa voz interior que nos oprime tan solo conduce al autocastigo, a denigrarnos, desde ese lugar es muy difícil ver los recursos que tenemos para modificar aquellas cosas que no nos gustan de nosotros mismos.
Para alguien con exceso de peso por ejemplo, una actitud posible sería: no estoy cómoda/o con mi cuerpo tal como está, y puesto que me valoro, me respeto y me quiero haré lo más adecuado para que mi cuerpo esté acorde a mi necesidad (ejercicio, dieta). La idea es vincularse con la situación desde el respeto y el cuidado en lugar de hacerlo desde el desprecio.
Es una manera diferente de conectar consigo mismo, la cual nos da mucho margen de acción, se retroalimenta positivamente disfrutando de los pequeños logros en lugar de lastimarse con una crítica severa y destructiva por todo aquello que le falta.
Saber que se puede…
Se trata de confiar que tenemos la capacidad para atravesar cualquier situación que surja en la vida, sabiendo que a veces lograremos mejores resultados y otras veces deberemos seguir intentando, cambiar de estrategia, aprendiendo de los errores para ajustar nuestras conductas y mejorar los resultados. Siempre desde una mirada amorosa.
Ser responsable de nosotros mismos, reconociéndonos como merecedores de respeto, cuidado y amor sólo por SER. “Lo merezco más allá de mis errores y de mis faltas”.
Cuando nos valoramos, podemos querer a otros seres que son tan valiosos como nosotros, por el contrario; cuando no gustamos de nosotros mismos tendemos a sentirnos amenazados, celosos. Aquellos que pueden valorarse de manera correcta también pueden valorar a los demás y eso facilita que nos adaptemos a la realidad que nos toca vivir de una manera saludable y adecuada.
Counselor Gretel Islas