Cierto día, Jorge le comentaba a un amigo. «Soy un especialista en construcciones. Mis edificios jamás caen, porque mis bases están muy bien preparadas». El amigo le dijo: «No soy un constructor, pero también estoy construyendo un edificio y sé que jamás caerá. Está siendo construido de manera diferente de los tuyos. Está siendo construido de lo alto para lo abajo. Es el edificio de mi vida y empezó a ser preparado por Dios”.
¿Cómo está siendo construido el edificio de nuestras vidas? ¿Por nosotros sin la convicción de que estará firme, o estamos dejando a Dios comandar toda la construcción?
¿Quién esté construyendo nuestro edificio espiritual? ¿Nuestra vanidad, nuestra arrogancia, nuestra indiferencia a lo que ocurre a nuestro alrededor? ¿Nosotros mismos con nuestra propia situación libre de brusquedad y violencia? ¿Por ser tranquilos y por ello, agradables? ¿Cuáles son los materiales que hemos usado en esa construcción? ¿Hemos pedido ayuda al Señor dejando que Él use los materiales correctos para tornarnos firmes y seguros? Una cosa es segura; una vida edificada por Dios es una existencia que alumbra todo alrededor.
Un edificio común necesita una buena base. Un edificio vivo, construido por la fe en el Señor, también necesita de una buena base, sólida, bien preparada. Esa base es construida desde lo alto y, bien construida, nunca caerá.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un abrazo, y mi deseo que la vida te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, mucha Prosperidad, Amor, y Paz.
Columnista, escritor, historiador e investigador