COLUMNA DE OPINION

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar AGUILAR

 

10 de mayo de 1982: Hundimiento del Isla de los Estados

 

Primera Parte

El buque

El Isla de los Estados, era un barco mercante español construido en 1975 en Guijón y llamado Trans-Bética, que fue incorporado en diciembre de 1980 a la Armada Argentina y se rebautizó como Isla de los Estados. Su tarea fundamental consistía desde antes del conflicto bélico en el transporte de víveres, combustible y medicinas para los malvinenses. Lo hacía en virtud del cumplimiento de acuerdos anglo-argentinos, este barco también llevaba maderas a las islas y transportaba ovejas al continente, concretamente navegaba 670 kilómetros hasta Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz.

Si bien tuvo la oportunidad de desembarcar en el continente, Olveira no lo hizo y se quedó a bordo como voluntario, realizando las tareas de aprovisionamiento. El 29 de marzo de 1982 zarpó de Puerto Deseado rumbo a Puerto Argentino en su último viaje. El 4 de abril llegó a Puerto Argentino, la capital de las islas al mando del Capitán de Ultramar Tulio Néstor Panigadi.

El artero ataque pirata

El 10 de mayo de 1982, por la noche, los ingleses localizaron el buque mercante en el Estrecho de San Carlos y a pesar de pertenecer a la marina mercante, fue atacado cerca de las 22 horas estando a unas diez millas de Puerto Mitre (también conocido como Puerto Howard).

El barco atacante era la fragata pirata HMS Alacrity, que, sin piedad alguna, hizo numerosos impactos en el buque, el ARA Isla de los Estados estaba ardiendo y escorado a estribor hasta que se produjo la explosión de los tanques de combustible y el barco se hundió en un lapso de menos de 10 minutos, arrastrando consigo a la tripulación. La nave de referencia tenía 81,4 metros de eslora, 3.900 toneladas de desplazamiento y una velocidad máxima de 14 nudos.

Luego del ataque la fragata inglesa se retiró del lugar rápidamente sin cumplir con los códigos de los marinos… sin siquiera intentar rescatar a los náufragos.

Al ser de noche, la situación empeoró las cosas. Pereció toda la tripulación, a excepción de cuatro sobrevivientes, aunque dos no llegarían a la costa.

El atemorizado capitán

Digno de aquél que arroja la piedra y esconde su mano, sin afrontar las consecuencias. Lo correcto hubiera sido socorrer a los naúfragos. De haber actuado en forma negligente, se hubieran salvado dos marinos argentinos. Años después, se supo que el capitán de la fragata HMS Alacrity, llamado Chris Craig, literalmente había salido huyendo, porque adujo que «creía que toda la zona estaba llena de tropas argentinas».

El almirante Sir John Forster «Sandy» Woodward, a cargo de la Task Force, le había ordenado a la fragata Alacrity que recorriese, la noche del 10 de mayo, de sur a norte y en toda su longitud del estrecho de San Carlos, que separaba las islas Soledad y Gran Malvina. Su misión era descubrir si sus aguas estaban minadas y si existían defensas costeras que pudieran comprometer las operaciones para re invadir las islas.

Durante su silenciosa y tensa travesía nocturna, la Alacrity detectó un barco de superficie. Craig ordenó preparar el cañón de 4.5 pulgadas y lanzó una bengala, luego de algunos minutos efectuó una serie de disparos, haciendo desaparecer el contacto de sus pantallas. Había hundido al transporte mercante argentino Isla de los Estados.

Perdido el secreto de su misión, Craig ordenó poner en máxima potencia a sus motores para salir del estrecho y alcanzar a toda velocidad la seguridad de aguas abiertas, donde además esperaba encontrarse con otro barco británico. A la salida del estrecho de San Carlos, a las 01.30 horas del día 11 de mayo, la fragata por poco es hundida por el submarino argentino San Luis que le disparó dos torpedos, uno estalló pero se ignora dónde.

El naufragio

Sólo 4 personas de la tripulación del Isla de los Estados pudieron escapar y alejarse apreciablemente del buque, pero dos de ellas murieron al dirigirse a la costa.

Tras la explosión en el Isla de los Estados, el Capitán de Corbeta Alois Esteban Payarola, uno de los pocos supervivientes en el puente, salió hacia el costado de babor donde se encontró con el mayordomo Omar Héctor Sandoval (nacido el 9 de noviembre de 1929 en La Plata; tenía 52 años, una esposa y tres hijos de 19, 17 y 16 años que esperaban ansiosos su vuelta a la casa) y el marinero Alfonso López, y entre los tres consiguieron lanzar al agua una de las balsas inflables. López se tiró al agua por la popa y cayó dentro de la balsa, puesto que no sabía nadar. El mayordomo no tuvo tanta suerte. En su zambullida fue a impactar con una parte saliente del casco y cayó al mar sin sentido. Desapareció bajo las aguas antes de que sus compañeros pudieran prestarle auxilio. No eran los únicos que intentaban escapar del desastre porque cerca de ellos se oían gritos, cuya procedencia no se podía determinar. Seguramente se trataba de otros supervivientes que intentaban lanzar alguna balsa por haber quedado inservibles los botes salvavidas.

En pocos minutos, la escora del ARA Isla de los Estados llegaba a los noventa grados, antes de abandonar la nave, Payarola estuvo deambulando por la misma mientras se escuchaban explosiones menores, hasta que decidió lanzarse al agua helada. Se dirigió nadando hacía un punto de donde provenían gritos. Era una de las balsas en las que habían conseguido embarcar los marineros Antonio Máximo Cayo y Manuel Olveira que lograron salvarse pocos minutos antes que se hunda el barco.

Mientras tanto, un helicóptero Lynx británico evolucionaba sobre el mercante observando su hundimiento, lo que confirmaba la autoría del ataque. Por su parte, la fragata HMS Alacrity proseguía su camino a toda máquina hacia el norte sin prestar ayuda a los náufragos. Si lo hubiera hecho, Olveira y todos los demás hubieran sobrevivido.

Aunque la segunda balsa se encontraba en bastante mal estado, Olveira y su compañero ayudaron a subir a Payarola que acababa de llegar. El frío era intenso y todavía se escuchaban por la zona algunos gritos mientras observaban en la oscuridad si encontraban a otros náufragos. Continúa…

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