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Entrevista a Mónica Suarez: “A mí me gusta ayudar a los demás”

Mónica Suarez hace 24 años que dirige el primer comedor comunitario de Belén de Escobar. “La Comunidad”, ubicado en el barrio La Victoria. Da de comer a decenas de familias y alberga a madres con niños, algunos con discapacidad y a personas mayores. Mónica tiene 7 hijos propios y 7 hijos que crió. Pero es la madre de todos aquellos que necesitan algo.

 “Todos los días se hace la comida y a la tarde se hace la merienda, con ayuda del municipio y con colaboración del supermercado El Oso. Y dos veces a la semana nos dan pan de la Panadería Las 24 horas. Tenemos 110 vianditas, vienen a buscarlas. Algunos llevan para 9 personas, otros para 10. Tenemos la carnicería de Agustín que nos dona una bolsa de espinazos. Cocinamos con gas de garrafa y usamos una por semana. Aún cuando llueve nosotros cocinamos porque como yo digo “el hambre no espera” aparte no se puede hacer política con los chicos ni con el hambre, hay comedores que dan dos veces a la semana, pero la gente no como dos veces a la semana. Acá nosotros cocinamos todos los días” – dice esta mujer, luchadora como pocas.

Pero ésta no es la única comida que reciben las familias de parte de Mujeres Emprendedoras del barrio La Victoria. “A la tarde tenemos la merienda, vienen a buscar con la botellita o con la jarra, hacemos leche, a veces mate cocido, a veces arroz con leche. Ayer hicieron scones, después pan casero, otro día tortas fritas. Las chicas que están conmigo son las que tienen la tarjeta comunidad para trabajar 4 horas, son gente de Barrios de Pie, no son los que van a las marchas, somos de una cooperativa”.

La situación económica no solo es difícil para los vecinos de la populosa barriada, los comerciantes también han visto menguadas sus ventas, e incluso la cantidad de meses que permanecieron cerrados o con restricciones ha hecho que su poder de donar también se haya visto afectado.

“Ahora está muy duro para todos. Antes teníamos la fábrica de pastas que nos ayudaba un montón, traíamos hasta ravioles. Ahora no se puede conseguir nada. Hacemos rifas y con eso compramos la garrafa y los condimentos que están caros. Yo traigo todos los tiquets. Yo tengo la jubilación graciable y todo eso se me va acá en el comedor. Porque no podemos dar comida como para los perros, ni para animales. Hay que dar de comer como se tiene que comer”.

En el espacio donde funciona el comedor también viven varias familias, con viviendas precarias. Mónica y su esposo le han permitido instalarse en el lugar. “Tenemos 8 familias viviendo, hay gente discapacitada hace poco hay una señora que quedó mal del corazón, ancianos, gente en silla de rueda, una mamá con 5 chicos, un bebé de 1 mes, otra mamá con 3 hijos. Todo es una lucha, pero le doy gracias a Dios porque así tengamos poquito, nos podemos arreglar”.

El Comedor siempre necesita algún tipo de ayuda y hay un viejo problema que no termina de solucionarse: “Tenemos la bomba que hay que cambiarla, pero tenemos una manguerita que nos dejan los del agua y sacamos agua corriente para consumir y para regar la huerta. El municipio nos dio un lugarcito en el tanque de acá del Barrio La Victoria para la huerta. Sembramos la verdura que consumimos. Tenemos pollitos y estamos tratando de conseguir conejos y hacer un estilo granjita. También les damos ayuda escolar a los chicos de primaria y secundaria. Lo que necesitamos son papeles que la gente no use, porque los cuadernos están carísimos. También hacemos manualidades, aunque necesitamos una maquina de cocer para poder hacer barbijos y que las chicas salgan a vender”.

Usted, como nosotros, se preguntará cuánto dura el día de esta mujer que parece imparable en su afán de ayudar a los demás. Escobar a Diario se lo preguntó.

“A las 6 ya estoy levantada, me acuesto a las 12 de la noche, cuando termino todo.

Dios me puso en esto. Mis hijos me dicen: ¿mamá por qué no terminas con esto? Y la verdad que a mí me sacan esto y yo me enfermo. A mí me gusta ayudar a los demás” – dice esta mujer, pero ignora que, si al barrio le sacan a Mónica, también se enfermará.

Los que quieran dar una mano solidaria a esta “comunidad” y donar, pueden llamar a Mónica al teléfono 011 1540312431. Si su objetivo es poder ver un inmenso pedazo de realidad, acérquese a Belgrano 2041, al lado del tanque de agua. No hace falta que entre, desde la puerta la realidad lo enfrenta y lo traspasa.

Graciela Zorrilla

 

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