COLUMNA DE OPINION

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar AGUILAR.

 

MUJERES EN LA GUERRA DE MALVINAS…

Última Parte

Relata María Marta. «Nos hablaban del frío, de la lluvia y la nieve. Pero una sabía que había una historia dura y dolorosa sobre el combate que guardaban para ellos,» dice Susana.

La noche del 13 de junio, con el Irízar anclado frente a Puerto Argentino, les prestaron en el puente de mando un visor nocturno. «Vimos la típica imagen de Malvinas: las casitas y las montañas bajas. Vimos el tremendo e interminable bombardeo y también filas de soldados bajando desde las montañas hacia Puerto Argentino. Al principio no entendimos. Fue entonces cuando nos explicaron que era la retirada,» recuerdan. La vuelta a casa era inminente.

La peor noticia:

Los diez días que vivieron en el archipiélago de 11.718 km2 fueron intensos, y hasta parecieron meses. Las tres mujeres tienen recuerdos grabados en su memoria. «En la capilla del buque había una bandera argentina en un cofre de madera. Una vez, un oficial me dijo: ‘Si nos atacan, voy corriendo a buscar la Bandera de Guerra del barco y me la llevo conmigo’,» evoca Susana.

Silvia también completa: «Me acuerdo de un buzo táctico, uno de los primeros que desembarcó en la isla, llorando sin consuelo cuando el comandante del Irízar nos confirmó que se había firmado la rendición.

¿Cuál es el sentimiento de ustedes a 28 años de la guerra?

Silvia: Tengo a tres hijos en el colegio y lo que más me duele es que no se habla de la Guerra de Malvinas. No les enseñan nada y eso me provoca mucha tristeza.

Susana: Es como si hubieran echado un manto de olvido. El problema es que esa guerra fue parte de nuestra historia. Las sociedades que se olvidan de sus muertos terminan mal.

A ustedes, ¿les quedó alguna asignatura pendiente? – María Marta: Me hubiera gustado ayudar más…

Todas: Volver. Si pudiéramos nos iríamos a las Malvinas ahora. Todas juntas. Ese es nuestro deseo hoy.

Fuente: irizar.org

La idea era montar un hospital de campaña, en carpas, para ayudar a los combatientes. «Lo más difícil fue convencer a nuestros padres. Pero la mayoría de nosotras venimos de familias de militares y lo entendieron enseguida,» recuerda Silvia Barrera.

A las seis de la mañana del 10 de junio de 1982, seis mujeres vestidas con uniforme de combate, camuflado verde, se subieron a un avión de línea en el Aeroparque Jorge Newbery en Buenos Aires para ir a Río Gallegos, bien en el Sur argentino. Luego irían hasta el puerto marítimo de «Punta Quilla» en un helicóptero Bell 212 del Ejército, y desde allí, en otro helicóptero sanitario SH-3 «Sea King», de la Armada, hasta el Buque Hospital ARA “Almirante Irízar” que navegaba en alta mar.

Cada 2 de abril desde hace treinta años, seis mujeres se mezclan entre el himno nacional, la marcha de Malvinas, los discursos y los desfiles. Cada 2 de abril, seis mujeres anónimas evocan los diez días que, hace tantos años, cambiaron sus vidas para siempre.

Pocos lo saben, pero Susana Maza, Silvia Barrera, María Marta Lemme, Norma Navarro, María Cecilia Ricchieri y María Angélica Sendes, tienen sus propias Medallas al Valor, guardan Diplomas y Condecoraciones, todas esta vivencias las compartieron conformando en Junio de 1982, el grupo de seis voluntarias para el Hospital Militar Malvinas, de Puerto Argentino.

Ellas también fueron heroínas:

Fueron las únicas mujeres que estuvieron en las Malvinas (AUNQUE ES NECESARIO DESTACAR QUE EN EL CONTINENTE TAMBIEN actuaron mujeres en sanidad recibiendo y atendiendo heridos) durante la guerra. En 1982, las seis tenían entre 20 y 25 años y acababan de recibirse de “instrumentadoras quirúrgicas” cuando se dieron cuenta de que su deber era ayudar a los heridos en combate. Durante diez días, estuvieron en el Buque ARA “Almirante Irízar”, un rompehielos que, transformado, funcionó como buque hospital en Malvinas.

Atendieron a cientos de soldados, les dieron fuerza y los cuidaron. También los vieron morir. Nadie las obligó a ir: lo hicieron por propia voluntad. Las tres trabajaban desde hacía ya algunos años en el Hospital Militar Central como personal civil del Ejército Argentino.

A tantos años del intento de recuperación de las islas australes, ellas reconocen que las Malvinas siempre estuvieron en nuestro corazón. Cuando se declaró la guerra no se nos ocurrió pensar en el peligro que corríamos. Sólo queríamos llegar y ayudar. Todas lo volveríamos a hacer.

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