COLUMNA DE OPINION

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar AGUILAR

 

OPERACION GEORGIAS (SUBMARINO A.R.A.»SANTA FE»)

 Primera Parte

De Carlos Alberto Damelio 

Entrevista de la Revista «Defensa y Seguridad» al Capitán de Corbeta, Horacio Bicain Comandante del Submarino «Santa Fe» en aquellos días de 1982. El ataque recibido por parte de aeronaves británicas el 25 de abril dio inicio a la Batalla de Malvinas

 

DeySeg: ¿Por qué siendo Capitán de Corbeta fue designado para un comando ejercido por lo general por un Capitán de Fragata?

Bicain: En realidad, ya nos correspondía a algunos de nosotros por antigüedad, como Riveiro en el submarino «Salta» y a mí; el único Capitán de Fragata era Azcueta (en el 2do. año). Digamos que fue un momento en que había pocos comandantes submarinistas, y además hay que recordar que en Alemania se encontraban tripulaciones para los submarinos clase TR-1700 que estaban en alistamiento. El otro comandante con posibilidades era Álvaro Vázquez, quien finalmente fue destinado al aviso «Gurruchaga» y tuvo una destacada labor en el rescate de los náufragos del crucero «Belgrano».

DeySeg: ¿Qué incidente tuvo el «Santa Fe» a fines de 1981?

Bicain: Con el Capitán Grosso, que fue quien me entregó el mando del «Santa Fe», hicimos una salida con el submarino y no nos podíamos sumergir. En dique seco luego se detectó que habíamos perdido el perno del plano de profundidad y por esa causa no podíamos ir abajo. Afortunadamente en Puerto Belgrano el Jefe del Arsenal le hizo a la nave algunas reparaciones no convenientes, en función económica, dado el estado general de buque. Esos trabajos nos permitieron operar la nave en condiciones algo más favorables. Dos años antes se había averiado el domo sonar y fue reemplazado por el del «Santiago del Estero» que a la postre pasó a reserva previa radiación. De cualquier manera, el estado operativo del «Santa Fe» era muy precario al punto que la batería recibía un bajo porcentaje de carga. Cuando Grosso me dio el informe secreto del estado del submarino obviamente no imaginaba que tenía que ir a una guerra y, además, posteriormente tomo conocimiento de que el buque iba a ser radiado durante 1982.

DeySeg: ¿Cuándo y en qué circunstancias toma conocimiento de la misión del 1- 2 de abril?

Bicain: El día 24 de marzo. Después de la salida de dique seco realizamos un ejercicio individual a principios de marzo y luego salimos a navegar dentro del marco del ejercicio «Cimarrón» con la Armada uruguaya. Al regresar de esta maniobra, me llama el Comandante de la Fuerza de Submarinos, Capitán de Navío Moya, por teléfono cifrado y me pone en conocimiento de la misión. Posteriormente recibo en un sobre la Orden de Operaciones en la que se me indica que el submarino debía alistarse con sólo tres torpedos embarcados y trasladar a una sección de Buzos Tácticos, cuyo comandante era el Capitán de Corbeta Alfredo Cufré. La Orden indicaba el traslado de la citada sección, y en caso de no concretarse la recuperación de las Islas debíamos realizar igualmente un reconocimiento fotográfico con los Buzos de distintas playas. En plena navegación, en momentos de un mar tranquilo, los Buzos aprovecharon para inflar sus botes y realizar una práctica con sus medios. Llegamos a la zona prevista para el desembarco el día 30 y recibimos un mensaje del Comandante de la Fuerza de Tareas que la operación se retrasaba 24 horas por cuestiones meteorológicas.

DeySeg: Durante la misión el submarino sufre un problema de comunicaciones, ¿podría detallarnos qué ocurrió?

Bicain: Efectivamente la radio sufrió un desperfecto eléctrico que nos impedía transmitir mensajes a la Fuerza de Tareas, aunque nosotros los podíamos recibir. La misión original consistía en tres acciones: la captura del Faro San Felipe, la toma del aeropuerto y el marcado de la playa donde iba a desembarcar la Infantería de Marina. Pero observamos por el periscopio actividad en la zona donde debían arribar los Buzos; este lugar era una playa al sur del istmo que une Puerto Argentino con el aeropuerto (Objetivo Zulú). Entonces recibimos un nuevo mensaje que cancelaba la toma del aeropuerto y la captura del faro, indicando como único objetivo la demarcación del lugar de desembarco (Playa Roja).

En estas circunstancias convinimos con Cufré cambiar la zona de desembarco por otra al norte de la península y nos dirigimos a un punto frente a Punta Celebroña. Esta decisión nos pondría en la zona de operaciones de la Flota y no podíamos comunicar la novedad.

El cambio del lugar de desembarco fue una idea acertada, ya que al volver a la Base de Mar del Plata Cufré me dijo que en la playa original (Playa Amarilla) había tres nidos de ametralladoras. A las 02:30 del 2 de abril, la sección de Buzos Tácticos se desprende del submarino con destino a una pequeña playa denominada Helis Kitchen. Allí se equiparon convenientemente y cruzaron sin problemas a Playa Roja con sus botes. El mayor peligro provino, sin embargo, de la propia Fuerza, ya que cuando emergimos para lanzar a los Buzos fuimos detectados por el radar del destructor «Hércules» puesto que nos encontrábamos en una zona no asignada para nuestra misión. Su Comandante, el Capitán de Fragata Molina Pico, alcanzó a ordenar el alistamiento del cañón de proa. Cuando el «Santa Fe» pasó a inmersión pudimos con el teléfono subacuo comunicarnos con el cuarto de sonar del destructor.

DeySeg: Al retornar a Mar del Plata el 7 de abril, ¿qué novedades tenía la nave?

Bicain: Las baterías estaban con muy bajo rendimiento, la radio con servicio disminuido, el RATT (teletipo) fuera de servicio, las bombas de achique funcionaban sólo a profundidad de periscopio y los motores observaban una sensible pérdida de aceite. Esto, dentro del marco generalizado de una nave vieja y desgastada.

DeySeg: ¿Qué misiones son asignadas al submarino «Santa Fe» al dirigirse a Georgias y cómo fue el tránsito?

Bicain: Nuestra misión era el transporte de una fracción de apoyo de once hombres de Infantería de Marina con varias toneladas de equipo para reforzar el grupo existente en la estación ballenera.

Cumplida la tarea, debíamos trasladarnos a una caleta al oeste del objetivo a la espera de nuevas instrucciones. Zarpamos el 16 de abril, el tránsito hacia Georgias fue muy lento debido a una climatología adversa casi permanente que nos obligaba a navegar en inmersión a unos pocos nudos por el problema de la batería. Vale la pena señalar que los submarinos del tipo «Guppy» navegaban más rápido en superficie, ya que originalmente eran sumergibles que fueron modificados en los años ’50 con el agregado de un «snorkel». Llegando a la Isla, no sólo teníamos información de la Fuerza Aérea Argentina de la presencia en la zona de unidades británicas sino también por rumores hidrofónico captados por nuestro sonarista. En horas de la noche, salimos a superficie y decido realizar una navegación hacia Bahía Guardia Nacional bordeando la costa para confundirnos con los acantilados y no ser detectados por los radares ingleses. De cualquier manera, en esos momentos, el principal riesgo no era el enemigo sino las rocas en un lugar en el cual nunca habíamos navegado. Esta derrota fue decidida previendo la presencia de un submarino enemigo. Ya cerca de la Caleta Capitán Vago, ante la imposibilidad de emitir con el radar dada la proximidad de la costa y que el visor nocturno utilizado por personal en la vela para la navegación no era suficiente para garantizar una aproximación segura ante el peligro de chocar contra una roca, le indiqué al Jefe de la Sección de IM, Capitán de Corbeta Luis Lagos, que se comunique con el personal de tierra para que la embarcación de la BAS (British Antarctic Survey) requisada los venga a buscar hasta el submarino: eran aproximadamente las 23.45 del día 24. El contacto se realizó por un canal de radio internacional y en «jeringozo» porque no se había previsto el plan de comunicaciones. En tres viajes de esta embarcación, el personal de Infantes de Marina y sus pertrechos -entre los que se encontraban un cañón sin retroceso y misiles Bantam- son llevados a tierra. Continúa…

 

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