COLUMNA DE OPINION

«El monito que cagaba monedas»

Un cuento de Juan Carlos Villalba

 

Por la plata no hay problema…. “Yo tengo un monito que caga monedas..” – decía el viejo Calixto Odeón , graciosa e irónicamente. cuando algo era demasiado oneroso o querían cobrarle alguna  cuenta pendiente…

Eso si… Tenes que esperarme un poco porque “El Cachito”(así se llamaba el monito) anda sequito de vientre, sabes..?

De esta manera ocurrente y simpática, al ser conocido y querido por el vecindario, lograba zafar transitoriamente de algún apuro económico.

Sus deudas eran siempre de tipo domestico, (almacén, algún vino en el boliche, alguna changa contratada, hechos comunes a nivel barrial)

El viejo solía desparramar algunas monedas debajo del árbol donde  ataba al monito, cuando algún cobrador llamaba en su casa, fingía juntarlas y luego acercarse a la puerta para entregarle algunas monedas en parte de pago y pedirle paciencia a su acreedor, todo terminaba amablemente debido al carisma del viejo y porque sabían que al final, siempre pagaba.

Nadie imaginaba que aquella humorada iba a derivar en situaciones increíblemente disparatadas.

***

Ud. es el dueño del monito famoso..? – preguntaron unos hombres que habían llamado en la tranquera  de su casa.–

Famoso..?  No se  –  contesto el viejo  –  mi mono se llama “Cachito”.

Ese…ese – se apresuro a interrumpirlo  uno de los recién llegados – Cuanto pide por el..?

Pedir..?  Yo no pido nada…”Cachito” no se vende.

Póngale precio Don  – dijo el más joven – queremos ese monito.

El viejo pícaro, advirtió que los tipos eran nuevos en la zona  y habían creído los relatos escuchados en el boliche sobre  las “virtudes” del monito.

No mi amigo,  a ese monito no hay plata que lo pague, además es como un hijo para  mí.

Permítame hacerle una oferta – dijo uno, y se acerco para hablarle al oído.

La suma ofrecida – nunca supimos de cuanto fue – debió ser muy importante porque el viejo abrió grande los ojos y luego de un instante dijo:

No me haga esto Amigo, ese monito es parte de mi vida…

Hábil como quien juega al póker y se sabe ganador, hizo un silencio bastante prolongado, para luego agregar – mi situación económica es muy precaria por estos días…no se…no se…

Se quedo pensativo. Los tipos se miraron ansiosos

Si me pagas ahora es tuyo – dijo el viejo – Pero por favor, veni a buscarlo mañana, no quiero estar cuando se lo lleven.

Sabiendo que venían cegados por la ambición ante lo escuchado en el boliche, el viejo se cuido muy bien de no mencionar para nada las supuestas “condiciones” del monito y mientras acomodaba la plata en su bolsillo se dio vuelta para alejarse fingiendo estar muy compungido.

Esa noche, como para reforzar la creencia de los tipos, el viejo desparramó unas monedas debajo del árbol donde ataba a “Cachito” y desapareció de la zona.

La ausencia del viejo (que llevaba varios meses) era un tema de conversación risueña entre los vecinos y habitúes del boliche. Lo que llamaba la atención era la presencia muy seguida de quienes habían comprado el monito, siendo que no eran personas del lugar. El tema del viejo y el monito parecía ir cayendo en el olvido.

Hasta que una tarde…

Oiga patrón…sirva una vuelta pá todos… que paga Calixto Odeón. Parado en la puerta del boliche, sonriente y elegante parecía un RockStar. Su aspecto había cambiado notablemente.

Pañuelo blanco con una rosa bordada anudado al cuello, camisa de seda color bordo, una rastra llena de monedas sosteniendo una flamante bombacha campera color gris y rematando su vestimenta, unas botas media caña de cuero marrón.

Todo eso con una pose ganadora, que despertó la admiración y un aplauso por el convite a beber. Sonriente y triunfador se acerco a los presentes, que lo abrazaban y querían saber de sus correrías.

Anduve por ahí – dijo el viejo – visitando algunos parientes – y soltando una carcajada agrego –  y también algunos “Piringundines”. (1) (Piringundín: Acepciones populares según la época) Casa de citas, casa de tolerancia, prostíbulo, lupanar, burdel, quilombo, puterio, volteadero y varias más.

La tarde transcurrió muy divertida, las risas que el viejo despertaba con sus mentiras verdaderas (nadie podía desmentirlo) resonaron todo el tiempo.

En medio de ese jolgorio, alguien le deslizo al oído lo referido a la presencia cotidiana de los compradores del monito, tema que cambio un poco el ánimo del viejo Calixto, quien al rato se retiro para su casa. En los siguientes dos días, el viejo no apareció. Al tercer día una noticia conmovió a todos.

¡¡¡ Murió Calixto!!! – dijo “El Flaco San Pedro” parado en la puerta del boliche.

¡¡¡Nooo!!! – fue como un coro entre los parroquianos,

Como fue..? Que pasó..?

Infarto – dijo con voz grave.

***

   El velatorio

En la galería de la casa (por esos años los velatorios se realizaban en el domicilio del difunto) se agolpó una multitud  de vecinos y amigos lamentándose por la mala suerte de Calixto.

 -Justo que había echado buena se viene a morir – murmuro un vecino.

Por lo menos la disfruto – agrego otro.

-Que viejo lindo,.. Lo vamos a extrañar – era el comentario general, pues era muy querido por todos.

Lástima que lo velen a cajón cerrado– se lamentaron.

Era su voluntad – intervino la hermana -, no quería que lo vieran así.

A eso de la media noche se asomaron los que habían comprado a “Cachito”, luego de observar un rato, soltaron el monito  y se fueron puteando al muerto. A la mañana siguiente, los amigos, conmovidos por el acontecimiento, en un acto de amor, decidieron llevar a pulso el cajón hasta el cementerio. A poco de andar, notaron que el cajón era demasiado pesado, en relación al físico de Calixto, que era bajo y flaquito.

Es que un cuerpo muerto pesa mucho mas – intervino la hermana entre rezos y sollozos.

El dolor por la pérdida del amigo, con el paso del tiempo se fue mitigando. El recuerdo de sus andanzas y las risas fueron desplazando la  tristeza. La historia del monito y su venta eran comentario habitual y divertido entre los amigos del boliche.

Una tarde, alguien hizo un comentario que instalo una duda para siempre.

-Para mí que el viejo no se murió – dijo “El Podólogo” Rodríguez ,vecino del boliche –  El “Jonca” era demasiado pesado, no les parece..?

– Además…¿..Porque lo velaron a cajón cerrado..?

-Y la hermana..? También desapareció – agrego “Cucu” Rapetti.

-Seguro que el viejo pillo no murió– comenzaron a afirmar.

Comentarios de este tipo fueron creando una especie de leyenda en la que todos comenzaron a creer y desear que fuera verdad.

Un día, “El Toto Eyheragaray” que era camionero, dijo que en un pueblito llamado Aristóbulo del Valle, en la provincia de Misiones, vio a un viejo igual a Calixto,con un monito en el hombro, pero que no pudo frenar por la policía caminera.

Ese comentario, sumado al de otro respetable camionero, “El Oso Papa”, y al de varios viajeros que aseguraban  haberlo visto por esa zona, ayudaron a reforzar y aceptar como cierta la historia de “El viejo Calixto y el monito que cagaba monedas”

                                                                                                                 Fin

 

Juan Carlos Villalba

Escobar – Bs.As. – Argentina

11/4/2024

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