Interés General

A seis años de “Ni Una Menos”

La consigna dio nombre a un movimiento feminista surgido en Argentina en 2015, que posteriormente se expandiría a gran escala hacia varios países de Hispanoamérica y otras regiones del mundo

El 3 de junio del 2015 se realizaba la primera marcha y con ella comenzaba la construcción y la transformación de una versión más justa de nosotras mismas.

No fue una sola. Fuimos todas. Fue la palabra. Ya no más aislada, ya no más solitaria, ni individual. Fue la palabra colectiva, multiplicada. Fuimos las mujeres que tomamos el poder de la palabra.

Y la palabra no se quedó en Twitter, ni en Facebook, ni en Instagram. La palabra cruzo los continentes y los mares y se metió en cada una de las casas, en medio del monte o del rio, en las mansiones, en las villas… y ya nada pudo pararla o silenciarla:

“Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos”

Después de tantos años, décadas, siglos, de contar muertas, las mujeres empezamos a contar historias. Las nuestras, las de nuestras hermanas, madres, amigas. Y escuchamos a las niñas, y a las adolescentes, y a las madres y a las abuelas, y a las trans, travestis, no binaries y lesbianas. Y despertamos a las calladas, a las que no se animaban o estaban aterradas. Y destapamos el dolor escondido y ya no nos dio vergüenza o miedo.

La manifestación masiva contra los femicidios fue el grito que unió a una sociedad. En los años que siguieron, el trabajo del movimiento de mujeres, feminismos y diversidad fue mostrando que para abordar ese problema es indispensable analizar las otras violencias, las que sostienen y alimentan una cultura de discriminación y exclusión de mujeres, lesbianas, travestis y trans: en el empleo, la política, la vía pública, los medios de comunicación. Se ha avanzado mucho desde entonces, sin embargo, falta tanto.

En América Latina, muchos países cuentan desde hace años con estadísticas que permiten conocer la verdadera dimensión del problema: cuántas son las mujeres que viven situaciones de violencia en las relaciones de parejas actuales o pasadas; cuántas de ellas denuncian o buscan ayuda; en qué condiciones esa asistencia resulta eficaz. La Argentina, el país de “Ni Una Menos”, no tiene todavía esos datos.

Hace seis años tomábamos la calle y desde entonces la calle es nuestra. Está ahí esperándonos para cuando estos tiempos, de otros dolores, pasen.  Más temprano que tarde nos encontrará en un nuevo abrazo colectivo. Porque no fue una sola. Fuimos y somos todas: Las violadas, las abusadas, las encerradas, las humilladas, las acosadas, las lastimadas, las golpeadas, las quenadas, las enterradas vivas… Somos sus madres, sus hijas, sus hermanas, sus amigas, las que decimos: “Ni Una Menos”.

 

Graciela Zorrilla

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