COLUMNA DE OPINION

El Señor es mi pastor, nada me falta

Por: Claudio Valerio

 

San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, fue un santo y obispo de Ginebra (1567 – 1622).

 

Fue un humanista y escritor que se distinguió por escribir y hablar siempre con la verdad, con elegancia y sin herir a nadie; al punto que, la delicadeza con que lo hacía. Proclamado doctor de la Iglesia, se lo llegó a conocer como “doctor de la amabilidad”. De manera elogiosa, el rey Enrique IV lo llamaba «el fénix de los obispos».

Don Bosco fue un gran admirador de San Francisco de Sales, al punto que su congregación, los Salesianos, sacerdotes dedicados al cuidado y educación de los niños y jóvenes, fue dedicada a él.

San Francisco de Sales, a través de sus escritos, influyó en la historia de la espiritualidad y de la vida religiosa. Personificó la figura del Buen Pastor, entregándose a sus tareas pastorales (largas horas de confesonario, visitas parroquiales, predicación, documentos pastorales, catequesis de niños, etc.)

El obispo de Ginebra nos convida a experimentar a Jesús, el Buen Pastor. Él nos invita a escuchar Su voz para que “podamos tener vida, y tenerla en abundancia”.

Nuestro Buen Pastor nos reúne a su alrededor para mantenernos bajo Su protección. Lleno de gentileza, nos alimenta con Su amor. La mano de Dios es sumamente amorosa en el manejo de nuestro corazón; lo fortalece sin privarnos de la libertad. Aquellos que oyen bien Su voz jamás carecerán de inspiraciones sagradas para poder llevar una vida de llena de abundancia, y cumplir de manera consagrada con sus responsabilidades.

Para poder oír bien, primero debemos saber escuchar.

 

Para poder escuchar la palabra de Dios, primero debemos prestarle atención abriendo nuestros corazones. Para poder escuchar la palabra de Dios, debemos aprenderla bien, y llevar a cabo lo que se nos ha inculcado. Cuando el maná cayó del cielo, los hebreos se levantaron cada día antes del amanecer a recogerlo. Lo comían para que les sirviera de alimento, y así poder recobrar sus fuerzas. De este mismo modo es que nosotros debemos digerir bien la palabra de Dios, para así poder convertirla en parte de nuestro ser.

Por lo tanto, aliméntense cada día haciendo lecturas espirituales que reafirmen la palabra de Dios en ustedes, y que los guíen por el camino al bienestar eterno.

 

Permitan que la palabra de Dios que han escuchado continúe hablándoles durante el día. Pongan esto en práctica, y dejen todo lo demás en manos de Nuestro Salvador, quien sustentará nuestras verdaderas necesidades. Si nosotros hemos de tener una vida eterna en la abundancia, primero debemos de escuchar la voz de Nuestro Pastor quien nos guía, siempre y cuando le permitamos hacerlo.

Dado que fácilmente nos descarrilamos, Nuestro Salvador desea enseñarnos cómo lograr una vida llena de abundancia, dejándonos guiar por el amor por Su voz, en vez del amor por las voces de extraños quienes nos llevan por mal camino. El verdadero amor se da cuando vivimos a la luz del amor de Nuestro Salvador, en vez de a la luz de esos amores egoístas en los que la cultura hace tanto énfasis ¡Qué felices seremos si permanecemos en presencia del Pastor, escuchando y viviendo fielmente Su voz!

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)

 

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

®. Valerius

 

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