COLUMNA DE OPINION

¿Cuál es tu justificación?

Por Claudio Valerio

María se lamentaba delante del sacerdote: “Veo mucha gente que tiene condiciones financieras para apoyar la obra de Dios sin nada hacer. Tengo tanta voluntad de ayudar, pero estoy desempleada y no tengo dinero alguno para ofrendar”. El sacerdote, con mucha ternura, le dijo: “Hija, con todo tu amor, puedes ayudar a muchos.

 

Puedes ofertar consuelo a los que están desalentados. Donar palabras de cariño y un poco de tu sonrisa de felicidad. Puedes distribuir tu alegría y optimismo a los que están pesimistas e infelices.
Imprimir y distribuir a todos los desesperanzados, unas palabras como testimonio de tu fe y obediencia al Señor”.

María dejó la presencia del sacerdote con un ánimo que jamás experimentara antes.
¿Que estamos haciendo para ayudar a proporcionar mejores días a los que están en el frente de batalla, luchando para que los perdidos sean hallados, que los incrédulos pasen a creer, que la mentira sea derrotada por la verdad, para que el mundo sea un poco mejor para todos?
¿Podemos ayudar financieramente? ¿Y por qué no lo hacemos?

¿Hasta cuándo estaremos indiferentes a la obra de Dios?

¿Hasta cuándo pensaremos solo en nosotros mismos? ¿No podemos ayudar? ¿Por qué no alumbrar el mundo sin dinero, apenas con nuestra vida espiritual? ¿Por qué no testificar sin dinero, apenas con nuestras actitudes diarias? ¿Por qué no visitar y ofrecer los hombros o las manos, sin dinero, buscando los que están al alcance de nuestras piernas? Podemos presentar varias justificativas, pero Dios no aceptará ninguna de ellas.

¿Por qué usted no ayuda de alguna manera? ¿Está pensando en alguna justificación?

¿Qué hacer cuando alguien ve cerrado su camino?

Tensiones familiares, vicios esclavizadores, fracasos profesionales, ruinas económicas, enfermedades incurables… Tantas y tantas situaciones del pasado y del presente llevan a algunas personas a desear una muerte precoz. Quienes se encuentran en situaciones dramáticas necesitan ayuda, paciencia, amor, alivio, esperanza.

Muchas peticiones de muerte empiezan a apagarse cuando quien sufre encuentra a su alrededor manos amigas y corazones cercanos.

Sin embargo, algunos grupos ideológicos promueven una extraña forma de “ayuda” ante estos tipos de casos: facilitar el acceso a la eutanasia o al suicidio asistido a quienes declaran no encontrar un sentido a sus penas, dolores y angustias. Si, además, otros grupos de poder ven la eutanasia como un camino para ahorrar gastos sanitarios y para vaciar hospitales que muchas veces están superpoblados, se comprenderá cómo usan y manipulan casos extremos para llevar adelante su agenda a favor de la mal llamada “muerte dulce”.

Por eso causa pena ver que algunas situaciones desesperadas encuentran tanta publicidad y suscitan debates previamente manejados. Porque, hay que decirlo con franqueza, el Estado y otras instituciones ahorran mucho si quien podría pasar meses y meses en costosos tratamientos pide (y consigue rápidamente) la eutanasia.

Hay que abrir los ojos a esta realidad: detrás de algunos de los grandes promotores de la eutanasia se esconde una visión de la economía en la que los enfermos terminales son un gasto enorme y un
“despilfarro” de recursos. Esos promotores ocultarán, prudentemente, sus ideas. Incluso se presentarán como paladines del derecho a decidir y de la compasión que desea evitar sufrimientos inútiles.
En realidad, tendrían que quitarse la careta y manifestar claramente que pretenden eliminar enfermos para ahorrar dinero.

Frente a los grandes promotores de ideologías que desprecian a las personas improductivas y que han llevado a la muerte a miles de personas inocentes en el pasado, vale la pena defender la dignidad de cada ser humano, también de los enfermos, y de buscar maneras concretas para ayudar a quienes necesitan, en sus sufrimientos, más atenciones y, sobre todo, más cariño.

 

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio 

®. Valerius

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