Realizador cinematográfico, guionista y escritor
Ingrid lo mira enamorada, casi sin entender cuando Humphrey le dice: “Siempre nos quedara Paris”, y la deja irse con Víctor, en la escena final de Casablanca.
Solo el, podría renunciar al amor de esa hermosa y sensual Mujer, pero él era así… como Gardel – dijo Pepe que era fanático de los dos.
Hablar de cine se había convertido en una costumbre muy enriquecedora.
Cada atardecer, cada uno traía a la mesa del café, su película o actor preferido, generándose prolongadas y agradables discusiones.
Una polémica muy recordada fue cuando Enzo (que estudiaba Psicología) trajo como tema “Que paso con Baby Jane” con Betty Davis y Joan Crawford.
Creo – comenzó diciendo Enzo – que esta historia profundiza en los sentimientos encontrados que pueden generarse entre hermanos, cuando sin darnos cuenta, los padres hacemos alguna diferencia entre ellos.
Cuando digo sentimientos encontrados, estoy diciendo: odio, envidia, rencor, resentimientos muy profundos y difíciles de desarraigar – concluyo -.
El análisis de ese film, fue profundizándose hasta niveles realmente interesantes, su temática, Robert Aldrich su director y las grandes actuaciones de las protagonistas se fueron desmenuzando detenidamente.
Pero…aquellos planteos se desvirtuaron totalmente cuando Pepe dijo:
Má que rencores ni envidias, en “El día que me quieras” a Gardel el padre lo desprecia y el no tiene ningún rencor, y encima anda seco y se le muere la mina.
Sos una bestia – Contesto Enzo – por empezar Gardel no tenía ningún hermano en esa película y estamos hablando de otra cosa.
Lo que pasa – continuo Pepe – es que Gardel se la bancaba a lo macho, como Humphrey Bogart.
No hablo más… es al pedo. – dijo Enzo y se fue.
Estos dislates y discusiones provocaban carcajadas, pero aportaban conocimientos y amplitud de criterio.
Lo que me sigo preguntando es si Pepe realmente se creía las películas, o era un genial bromista.
Había algo en aquellas tardes del café, que venía como a subrayar esas charlas y quedaría grabada en nuestro subconsciente de manera indeleble.
Como poniéndole música a la escena, casi siempre sonaba algún disco de Gardel en la fonola.
Pajeros…eso es lo que son Uds.… unos pajeros…
El que estaba enojado era Enrique, mucho tiempo antes de que enloqueciera de amor y desarrollara su fantástica Teoría.
Van al cine solo por las tetas de Isabel – se refería a la película “El trueno entre las hojas” –
Pagan la entrada para ver una mina en bolas y no saben que esa película está basada en un cuento de Augusto Roa Bastos, un genial escritor, comprometido con los problemas sociales y denuncia la explotación en los obrajes…”
Pero que mierda van a saber Uds.…concluyo.
No te pongas así Enrique – dijo el turco – la mina esta rebuena…
El cine era el tema, por aquellas mesas desfilaron Mastroianni, Sofía, Brigitte, De Sica, la Magnani, Kirk Douglas, Kubrick, Favio, Torre Nilsson, Demare, Soffici, Chaplin, Nini, el neorrealismo, la Nouvelle Vague y un millón de títulos y artistas incomparables.
Por aquellas charlas, aprendimos muy temprano quien fue Ricciotto Canudo, el autor del Manifiesto de Las Artes, publicado en 1914.
Cacho Castaña en Café La Humedad dice: “Te agradezco las poesías que la escuela, de tus noches, le enseñaron a mis días.”
Y yo, recordando aquel boliche nuestro, digo:
“Te agradezco esas charlas sobre cine que nos llevó por el camino del conocimiento…”
El café y la barra ya no están, los debates y la bohemia se perdieron, pero el recuerdo es imborrable y como esas músicas de películas que nos llegan del pasado, despertando sentimientos adormecidos, homenajeando a Pepe y remedando a Bogart en “Casablanca”, podríamos decir: “Siempre nos quedara Gardel”