Interés General

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar Aguilar

“Cuando volví de la guerra parecía un delincuente”

Primera Parte

El coronel (R) Omar Giménez combatió en la durísima batalla de Monte Longdon, volvió con 12 kilos menos y dice que “no se valoró el esfuerzo, que fue más allá del cumplimiento del deber”. Treinta años después de la guerra cuenta cosas que nunca dijo.

Pasaron 30 años, pero es asombroso ver cómo el coronel (R) Omar Giménez tiene los recuerdos intactos de aquellas vivencias en Malvinas. Guarda mapas, los muestra y cuenta todo como si hubiese ocurrido ayer, como si el tiempo no se hubiera encargado, como suele ocurrir, de borrar absolutamente todo lo vivido. El coronel Giménez es muy claro en sus conceptos. Y se le nota la resignación y el dolor por lo irreparable: la muerte de aquellos que él llama “los verdaderos héroes” de esta historia.

– ¿Cómo se enteró de la operación militar de Malvinas?

– Una de las primeras intuiciones fue en enero o febrero de 1982, cuando se produjo un incidente con la Factoría en las Islas Georgias. Cuando se produce el desembarco del 2 de abril, por la operación Rosario, nos sorprendimos. Yo estaba en La Plata, era jefe del Regimiento Mecanizado 7 y el 14 de abril nos fuimos a Malvinas. Tengo el recuerdo de que me costó mucho llegar a mi puesto de combate por el terreno y el aguanieve.

– ¿Era todo tan inhóspito y complicado?

– El 17 de abril se me asignó el terreno de Wireless Ridge hacia Monte Longdon (12 kilómetros de frente por 2 o 3 de profundidad). El terreno era esponjoso, húmedo, teníamos ropa frágil y había escasa vegetación. Me di cuenta de que iba a ser muy difícil construir los pozos para defendernos, entonces hicimos refugios sobre el terreno. El viento de noche y la llovizna marcaban la hostilidad del clima. Me di cuenta de lo difícil que iban a ser las comunicaciones, la colocación de las cocinas y la evacuación de los heridos. Los bombardeos navales eran tan constantes que se cortaban las líneas; no fue nada sencillo.

¿Pensó como una locura todo eso?

– Yo era militar de carrera e ir a Malvinas me llenó de orgullo, a pesar de que se trataba de una misión difícil. Sabía que estábamos por recuperar un terreno nuestro, pero la oportunidad no era la adecuada. La operación Rosario, por la cual se hizo el desembarco e izamiento del pabellón argentino el 2 de abril, fue perfecta. Hasta el héroe, que fue el capitán de corbeta Pedro Giachino, muere sin producirle bajas al enemigo. Se hizo tan bien y tan limpia que pensé que se iba a hacer cómo se debía: ocupar y negociar. Las consecuencias fueron que la logística había previsto de 4 a 5.000 hombres, pero al final fuimos entre 8 y 9.000 hombres, por lo que -a mediados de mayo- empezamos a comer una sola comida diaria. En la guerra no se podían hacer malabares: estábamos a la intemperie, con mucho frío y no había forma de llevar la comida caliente; eso afectó a todos.

¿Y el armamento era útil para ganar una guerra?

– Estábamos equipados de un buen fusil, pero no teníamos visores nocturnos. A siete días de la batalla final me llegaron solamente 7 visores, y ellos, los ingleses, tenían para todos. Como los combates fueron nocturnos ésa fue una falencia. Y lo segundo: la superioridad aérea y naval era de los ingleses.

– ¿Hablaba con su familia?

– Una sola vez, a fines de abril. En ese momento hablé con mi madre, que estaba en Santa Fe, pero no lo pude hacer con mi señora. Escribía cartas, como los soldados, y llegaron todas. Las que ella me escribió, incluso estando prisionero, también me llegaron.

– ¿Cómo era un día normal?

– Te cuento una anécdota: el soldado Cisneros registró en su diario personal que desde el 1º hasta el 20 de mayo mi posición sufrió 104 alertas roja de ataques de aviones y 25 alertas gris de ataques de barcos. Se producían a cualquier hora del día, a veces se concretaban y a veces no. Lo realizaban con total libertad y eso me hizo sentir impotente; nos afectó muchísimo. A pesar de que establecíamos turnos para dormir nos mantenían prácticamente en vigilia. El 11 de mayo, por ejemplo, desde las 10 de la noche hasta las 11, recibí fuego de artillería naval, explotaban muy cerca, y una dio en el puesto de comunicaciones. Hubo cuatro heridos y recuerdo que el jefe de ese puesto los evacuó y volvió al puesto a pesar de que él también estaba herido. Eso me dio la pauta de que nos habían ubicado. Entonces le propuse que salieran de ese lugar, pero se quedaron. El espíritu de todos era muy bueno, pero a la larga el tiempo de permanencia, más la presión sicológica de combate, nos fue afectando. Los últimos cuatro días prácticamente no comimos.

– Y usted, ¿Cómo terminó la guerra?

– Después de 30 años, voy a decir en qué condiciones combatí: yo sufrí principio de congelamiento en los dos pies y consta en mi legajo personal, estuve casi 60 días en mi posición y adelgacé más de 12 kilos. Todos los que estuvimos en la primera línea de combate comíamos lo mismo que los soldados, no había otra cosa.

– ¿En algún momento pensó que era su final?
– Soy católico, llevaba el Cristo en mi bolsillo izquierdo, y en tres o cuatro oportunidades estuve muy cerca de recibir impacto directo. Me salvé porque no era la hora.

– ¿Cuantos murieron en su tropa?
– Dos oficiales, 2 suboficiales y 32 soldados. Además, tuvimos 153 heridos, un jefe, 6 oficiales, 21 suboficiales y 125 soldados. Esto habla de la violencia con la que se combatió. El combate de Monte Longdon fue muy violento. Esa posición estuvo bien organizada y bien defendida. Eso quedó demostrado en las expresiones de un almirante inglés, quien dijo textualmente: “Entretanto, en el norte, el tercer batallón de paracaidistas libró una batalla tremenda para tomar Monte Longdon”. Soportamos desde el 8 de junio y durante cuatro días, ataques realizados en cualquier oportunidad y discreción por la libertad de los ingleses. Combatimos cuerpo a cuerpo y hasta hicimos contraataques. Yo mismo lo hice desde mi posición para contener la penetración. Y realmente dejamos la posición cuando ellos tenían superioridad. Puedo afirmar y reiterar, como un reconocimiento a quienes combatieron, que el combate de Monte Longdon fue el más importante de esa defensa y una digna derrota.

Continúa…

 

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