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La pandemia nos puso en pausa

La pandemia nos puso en pausa, nos detuvo. Esa pausa nos ubicó frente al espejo, nos confrontó con un cotidiano diferente. En particular se vieron afectadas las relaciones humanas, lo familiar se hizo figura.

Todo quedó reducido al interior del hogar, siendo limitado cualquier contacto con el exterior, perdiendo espacios personales (salidas, esparcimiento, actividad física). La vida de pareja quedó expuesta al encuentro o desencuentro. Se hizo notoria cual estaba siendo la clase de contacto en todos los niveles: físico, emocional, espiritual, de persona a persona.

Esto devino en diferentes resultados: parejas que se re-unieron, sintiéndose más cerca, más conectadas. Lo íntimo se transformó en lo eterno, porque ocupaba todo el tiempo.

Otras, en cambio, se enfrentaron al peso de la indiferencia, los desencuentros profundos, la discordia, los conflictos. En los casos más complejos la violencia explícita: física, sexual, emocional y psicológica se hizo presente. Encarnada en amenaza material y concreta, riesgo de vida y en aislamiento social obligatorio.

Todo esto ocurría en un mismo momento en los diferentes hogares.

La pandemia nos puso en pausa.

Era una cuestión de carácter personal poder encontrar herramientas para resurgir. Tanto se dijo sobre reinventarnos en cuanto a lo social, lo comunicacional, lo familiar, lo ocupacional.  ¿Cómo llevarlo a la acción?

Sostengo que resulta indispensable reforzarnos en el ejercicio de la creatividad, ofrecernos sistemáticamente creativos, para desarrollar nuevas estrategias.

En este tiempo, aumentó el índice de separaciones, varios medios de prensa nacionales publicaron sobre el tema. Inevitablemente emergió la condición en que se encontraba la pareja. Si se hallaba en un vínculo saludable, donde circulaba el encuentro y el contacto o si sólo había convivientes que compartían (en el mejor de los casos) casa, comida, crianza, dando como resultado una pareja desvitalizada.

Si juntos pudimos generar nuevas opciones ante las alarmas, entonces nos propusimos, trabajando a la par, reparar(nos) y rearmar(nos).

Si no fuimos capaces, el límite de lo propio y lo ajeno se impuso, renunciamos.

La pausa que la pandemia trajo a nuestras vidas, es el obstáculo, que puede ser transformado en oportunidad: para ordenar, transmutar y renacer.

 

Counselor Gretel Islas.

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