Dócil, tolerante, comprensivo, transigente, adaptable y acomodaticio, son términos se pueden utilizar para definir que una persona es ‘flexible’. Porque ser flexible es un arte, es el caso de una mente libre y abierta a cambios; y, lo opuesto a una mente rígida.
Ser flexible es una elección consciente y no tiene nada que ver con ser pasivo o débil. A lo que llamamos flexibilidad, se trata de una forma valiosa para estar en el cambio, de ser evolutivo en este mundo en el que vivimos; y siempre es una poderosa habilidad de la persona. Podríamos decir, entre otras cosas, que todo está asociado a nuestro estado de ánimo y depende del poder que tengan nuestros miedos sobre nosotros, como también la resistencia que ofrecemos al cambio y a qué tanto nos aferramos a alguien o a algo.
Somos inflexibles, intolerante pocos flexibles las situaciones en aquellas experiencias y relaciones que nos mortifican y causan frustración. Y, si reflexionamos un poco, somos más flexibles con aquellas que nos generan mayor paz interior. Podemos ser firmes en nuestras creencias y, además, muy claros respecto de nuestras convicciones e intenciones y, al mismo tiempo, lo suficientemente flexibles como para hacer cambios en nuestras vidas, que pueden o no ser significativos, y tener un entendimiento abierto a nuevas ideas.
Por otra parte, y según sea el evento y sentido de realización, en la actualidad estamos frente al desafío de ser flexibles en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, y mismo en cualquier otro aspecto de nuestra vida. No obstante, cuando nos obsesionamos en querer tener la razón u ofrecer resistencia, nos situamos en una posición de inflexibles; y esto puede ser debido a nuestro propio miedo, que juega un papel en detrimento nuestro porque surge en las cosas que nos suceden, ocasionando un alto nivel de frustración.
¿Resulta que la dureza mental o rigidez sea una enfermedad? Se pueden considerar como opción a no ser capaz de encontrar o ver una salida a la decepción… Que seamos flexibles implica tener capacidad de reflexión y un criterio propio.
Algunos elementos que, quizás, tengamos disponibles para expandir nuestra propia capacidad de instalar la flexibilidad en nuestra vida, y que quizás también sirvan para educar a nuestros hijos y ayudarles a su realización. Que aceptemos estar equivocados es un primer ejemplo de esto; porque a la mayoría de nosotros nos encanta tener la razón y haremos cualquier cosa para evitar estar en el error. Nuestro miedo de hacer el ridículo y nuestra obsesión por estar en lo correcto hace que, a veces, se interpongan en el camino de lograr lo que queremos y en el lugar que queremos estar, y hasta en decir lo que pensamos. Al aceptar que podríamos estar equivocados nos damos permiso de tomar riesgos, liberarnos, pudiendo probar nuevas cosas y, con ello, acercarnos a la vida con una perspectiva creativa, flexible e innovadora.
Otro elemento que ayuda es evitar mantenemos en un comportamiento rígido, dado que esto nos crea un estrés, y hasta preocupación, innecesarios. No tomarnos las cosas demasiado en serio y ser capaces de reírnos de nosotros mismos, pero siempre manteniendo las cosas en perspectiva recordando que muchas de las situaciones que manejamos no son de vida o muerte, por lo que las podríamos tomar menos en serio. Con esto tendremos como resultado una mejor forma de relacionarnos con la vida, más pacífica, de manera balanceada y creativa.
Sepamos que todo fluye y, conforme a cómo estemos en contacto con este flujo natural, observaremos a la vida de otra manera, nos daremos cuenta del transcurrir de cambios que hay en el orden natural, creer que para todo hay una solución; confiar más en nosotros y en los demás, estando en condiciones de quitarnos de cargas inútiles.
De ser necesario, no dudemos en pedir ayuda a otras personas; porque en muchos aspectos de nuestra vida y nuestro crecimiento, su apoyo es sumamente valioso y máxime si se relaciona con el hecho de la flexibilidad. A las que son importantes en nuestra vida, les podemos permitir que con gentileza nos hagan ver cuando nos mostramos rígidos, tensos y aferrados a una idea. Porque del mismo modo en que nuestro cuerpo físico requiere de ejercicio para mantenerlo flexible, nuestra forma de pensar y comportamiento deben de ejercitarse de igual manera y así poder ser más dichosos.
Aprendamos a dejar ir nuestra obsesión por aferrarnos a las cosas o a las personas; porque dejar ir no significa negar nuestro deseo, simplemente expresa nuestra intención de soltar el control en cada aspecto de las cosas o de un evento; dejar ir a esa necesidad de aferrarnos a algo.
Procuremos mantener el equilibrio. Porque cada día que no hacemos lo que se debe de hacer para respetar la Ley Natural de la Vida, es uno que perdemos y con ello perdemos la opción de estar en armonía con la naturaleza…
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
®. Valerius