Interés General

Los dos velorios de Doña Eugenia T de Cruz

por el Profesor Gustavo Issetta

Venimos diciendo que en la Teoría Ferroviaria Inglesa y de la Generación de 1880 el ferrocarril se presenta como fundador de pueblos, por más que haya pueblos antes del ferrocarril, asegurando un “futuro infinito”, a quienes se reúnan a su vera y esperen que la máquina de vapor…inglesa…derrame sus bondades. Claro, que no fue lo mismo el ferrocarril en Europa o EEUU y el ferrocarril en el hemisferio sur, es decir, también Argentina.

Allá es una intricada madeja de rieles que hace pensar en un “caos”. Pero no, el tren pasa por todos lados y cada punto es un centro. Aquí, es una telaraña que termina en el Puerto de Buenos Aires, y pasa por determinados lugares. Por aquí, paso por Maschwitz, residencia y patio trasero de la Estancia Los Arenales, de Don Benito Villanueva, ex diputado, senador, vicepresidente y Presidente de la Sociedad Rural Argentina.

¿Coincidencias? No, el destino manifiesto de Inglaterra. El tren de los Costa. ¿Cómo? Si, de Luis y Eduardo Costa, miembros de la Generación del 80, pero en Campana, logró unir el Rio de la Plata y el Paraná, adosando a los vapores – barcos de entonces- para tal empresa comercial.

¿Y Doña Eugenia T de Cruz, cómo entra en esta historia?

Doña Eugenia, no solo comenzó a lotear sus extensas tierras, las cuales subieron de precio apenas se conoció el paso del ferrocarril a Campana, sino que donó a la compañía inglesa los terrenos que se usarían para la Estación Escobar. En forma automática se la invistió con los cánones culturales de la época con el título de “fundadora”.

Recordemos 1751, los Padres Betlemitas, los pueblos originarios, que constituían ya un pueblo, de acuerdo a España. Pero Doña Eugenia fallece en 1888, y sus restos –como era lógico- fueron a reposar a Pilar. Pero en 1938, Francisco Lauría lanza una palabra en su prensa: hay que “repatriar” los restos de Doña Eugenia.

El Alto Clero se unió al pedido. Y finalmente llegan sus restos a la Sociedad Cosmopolita de Escobar, hoy Museo Campiglia. Se alza una capilla ardiente y se la vela por segunda vez. A la mañana siguiente sus restos son llevados a pulso por las calles hasta el atrio de la Iglesia Natividad del Señor. El alto clero, se había unido al pedido. Por tal motivo se le dio el status de un mártir de la Iglesia apostólica cristiana.

La cruz que figura en su lápida es la cruz del Gólgota. Y su ubicación, frente a tierra profana, desde la sagrada, fusiona lo religioso y lo público.

Es decir. Doña Eugenia es un símbolo teocrático. Es como un mártir. Su 2do entierro se convirtió en mito organizador en 1938, que uniendo lo religioso y económico, se convirtió en historia oficial de Escobar. Fue un acto emblemático más, de aquella “década infame” que se dio en nuestra historia nacional.

 

 

Profesor en Historia y escritor escobarense.

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