Interés General

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar Aguilar 

La dura historia de un Veterano de Malvinas  

(Última Parte)

“Fue increíble, porque como sabía inglés empecé a traducir conversaciones amables entre los ingleses y los argentinos, sobre cómo había sido el otro lado de la guerra. El clima era cordial. No se podía creer que fueran los mismos que días antes nos estaban disparando”, contó.

Los ingleses le preguntaban cómo habían sobrevivido sin comer. “Me hice amigo de un soldado inglés llamado Mark Burnett, y hablamos sobre lo absurda que era la guerra. Entendí que el enemigo deja de ser tal cuando uno lo conoce, cuando deja de ser anónimo y pensé que si pusiéramos a convivir jóvenes de países enfrentados nos ahorraríamos muchas guerras y muchas penas”, agregó.

Los argentinos llegaron a ese buque desgastados y muy débiles, necesitados de comida y cuidados médicos.

Miguel tapó la historia durante 20 años y no habló. Recién en el 2001, en medio de la crisis del país, asediado por las dificultades económicas explotó y lloró como nunca. “Me di cuenta de que no podía seguir ocultando lo que había vivido y empecé a hablar y a pedir ayuda”, contó. Hizo un tratamiento psicológico y escribió un libro que está colgado en internet y se puede bajar en forma gratuita.

En ese camino sanador que había emprendido se dio cuenta de que tenía que volver a Malvinas y en el 2002 lo hizo por primera vez, acompañado de su esposa Andrea y sus hijos Patricio y Margarita, que fueron y son su sostén.

Estuvo con ellos James Peck, un joven kelper con quien recorrió la trinchera y el pozo donde se había escondido. Fue el primer habitante de Malvinas que pidió la ciudadanía argentina.

El papá de James era un baquiano que combatió contra estos soldados argentinos a escasos metros. Con él Miguel recorrió el campo de batalla donde se habían enfrentado y terminaron fundidos en un abrazo y con las boinas intercambiadas.

“Anhelo recuperar la soberanía de Malvinas en forma pacífica y creo que cada uno puede desde su lugar tender puentes y conocer a los que viven en las islas y respetar su cultura. Añoro una Argentina más unida”, suspira.

La vuelta. “Cuando volví me encontré con una sociedad aletargada, estresada por la guita, hiperinformada, no escuchándose, no mirándose a los ojos, sin conexión emocional y yo me había conectado con mi propia esencia. Estaba eufórico por seguir con vida, y me ponía el despertador temprano, aunque no tuviera nada que hacer, para disfrutar la vida. Tenía el cuerpo destrozado pero una fortaleza y una alegría de vivir inmensa y todo me emocionaba: el olor a pasto recién cortado, la espumita del mate, el canto de los pájaros, los colores de la tele. La gente me decía que estaba distinto, mejor y es que el sufrimiento me enseñó a madurar y me dio lecciones de las que no se aprenden en ninguna universidad”, relató.

Emocionado destacó: “No quiero perder todo lo que aprendí en Malvinas, porque sé que vivo con una gran ventaja y me siento más fuerte por haber pasado por este sufrimiento. Y sé que cada vez que hablo puedo ayudar a alguien y eso me ayuda. El hecho de estar en Rosario adelante de tanta gente me da mucha felicidad”, reconoció ante un auditorio que no dudó en levantarse y aplaudir de pie. 

Noticias relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Close