Interés General

Ataque de tango

Por Juan Carlos Villalba

 

Realizador cinematográfico, guionista y escritor

 

 

El tren se iba alejando de la estación cuando Enriquito, apretando fuertemente mi antebrazo dijo:

Escucha. Escucha, eso es Manzi. ¿Sentís?

¿Qué cosa?  – pregunte.

“El misterio de adiós que siembra el tren…” – dijo. (Barrio de Tango)

Y que no ladre un perro ahora porque me muero – prosiguió Enriquito – y comenzó una charla sobre Homero Manzi y su obra.

Íbamos por la calle Colon (veníamos del Bar America, contentos luego de varios “copetines”) del brazo y cantando  “Sur”.

Al llegar a los versos que dicen…

“Las noches y las lunas suburbanas y mi amor en tu ventana, todo a muerto, ya lo sé.”

Se puso triste y de Manzi paso a José María Contursi repitiendo los versos del tango “Gricel”

“Y hoy que vivo enloquecido porque no te olvide, ni te acuerdas de mi…”

Contursi la sabia lunga – murmuro – él tampoco pudo olvidarse de la “nami”, aunque esa historia tuvo un final más feliz – agrego -y comenzó a contarme la historia de ese tango y el amor de Contursi con Gricel.

Enriquito había terminado una relación con Estelita, una piba del barrio, (terminado es una manera delicada de explicar el fin de aquella historia) la mina lo dejo porque la tenía cansada con tantas letras de tango y sobre todo por no laburar.

Siguiendo las referencias tangueras de Enriquito podría decirse:

“Por ella tan solo por ella, largo el laburo y se metió en la huella” (Malevo).

Este tango aplica porque Enriquito había sufrido otro abandono por motivos similares.

Como lamentándose en voz alta, siguió con los versos de “Se tiran conmigo”

“La mina no quiere lolas, se entrevero con un Gil…” – dijo y dejo escapar un suspiro.

Al llegar a la esquina de “Foto Select”, (Colon y Dr. Travi) donde nos despedimos, me abraza y dice:

“Siga un consejo, no se enamore, y si una vuelta le toca hocicar, fuerza canejo, sufra y no llore, que un hombre macho no debe llorar” (Tomo y obligo)

Se dio vuelta y se fue. (Sospecho que iba llorando).

***

Días después…

Enriquito entro al boliche cantando…

“Mina que fue en otros tiempos la más papa milonguera, y en esas noches tangueras, fue la reina del festín…” (Pobre paica)

Vino derecho a mi mesa.

¿Sabes a quien vi anoche?  – dijo sonriente.

Ni idea – conteste

A Rosita. ¿Te acordás?

Sí, claro. ¿como esta?

La vi bien – dijo – y empezó una descripción de antología.

Parece que se acomodó…

Buena pilcha…

Brillos de todas clases…

Un zarzo de oro *

Un bobo polenta *

Boquilla, cigarros importados…

La Gardela impecable *

Comedor nuevo *

Parecía una duquesa…

Pero…  (hizo una pausa, meneo la cabeza) – y agrego:

Chupa y fuma como un malevo.

 

*La Gardela=La sonrisa.

*Zarzo=Anillo.

*Bobo= Reloj.

*Comedor=Dentadura.

Conversar con Enriquito, podía ser muy interesante y divertido en ocasiones, pues tenía una buena formación y sabía transmitir sus conocimientos, tranquilo, aplomado, contundente en sus argumentaciones y era realmente agradable.

Otras veces, tenía como un ataque de tango, parecía que el duende del bandoneón se apoderaba de su espíritu y toda la conversación se convertía en una cadena de letras de tango de la cual era difícil substraerse y la charla parecía una locura colectiva, no exenta de carcajadas

***

Era un ser pensante y se daba cuenta de este cambio en su personalidad.

A veces – me dijo – siento nostalgias de cosas que no he vivido, y me molesta no saber por qué.

Me siento como un Ñata contra el vidrio, (Cafetín de Buenos Aires) uno que la mira de afuera.

¿Locura? ¿Obsesión? ¿Manía? ‘Mentiroso? ¿Qué pasaba por la mente de ese hombre??

Muchos años me intrigo el tema, sin embargo, los misterios de la memoria van siendo poco a poco dilucidados por prestigiosos investigadores y hoy sabemos que somos muchos los habitantes del mundo de los falsos recuerdos.

Aunque la comunidad científica no le da validez, ni es considerada una patología, el síndrome existe, al punto que se ha creado una Fundación para el Síndrome del Falso Recuerdo.

Me siento como un ñata contra el vidrio – Había dicho Enriquito – que muchas veces contaba historias que no coincidían temporalmente con su edad.

Estudios psicológicos aseguran que alguien que relata un falso recuerdo, no esta precisamente mintiendo.

Hay estudios profundos, minuciosos y muy serios que sostienen que alguien que escucho repetidamente algo y lo ha deseado mucho, podría incorporar en su mente falsas vivencias sin que esto sea una mentira o un trastorno mental y no somos pocos los que hemos experimentado algún Déjà–Vu

Jorge Luis Borges decía:

“He contado tantas veces esta historia que ya no se si recuerdo los hechos o las palabras repetidas”.

***

Enriquito se había criado en un mundo tanguero, con un padre poeta lunfardo, escuchando miles de anécdotas.

Manzi, Troilo, Grela, Hugo del Carril, Alberto Castillo, Julián Centeya y muchísimos amigos del viejo, (Todos protagonistas de la noche porteña) y una enorme pila de discos de Gardel, eran para él, como de la familia.

Probablemente ese entorno, poblado de historias, se halla incorporado en la mente de ese pibe travieso que fue, y en su adultez florecieran en cada conversación, como vivencias propias.

“Y el tango siempre el tango, con su rumor cansino…”    (La mesa del tango)

Hace muchos años que no veo a Enriquito, pero cada vez que enciendo un pucho y escucho un tango, es como si el duende aquel que habitaba en mi amigo, me visitara y esa melancolía recurrente, mía y tanguera, me llevara de paseo por un tiempo hermoso e inolvidable.

¿Son recuerdos verdaderos o falsos?

Creo que ya no importa…  Recuerdo al “Gomia” con cariño, mientras el cigarrillo, el tango y mi nostalgia, hacen que me sienta como…

“El ciego inconsolable del verso de Carriego que fuma, fuma y fuma, sentado en el umbral…” (El ultimo Organito).

 

 

                                             FIN      /      Juan Carlos Villalba

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