Cultura y espectáculos

Aurora Dorada: «El Sitial de la Eternidad»

Por Jorge Carusso

«En el geriátrico ‘Aurora Dorada’, un anciano solitario mira hacia el horizonte, condenado a una eternidad de soledad. ¿Quién es este hombre que desafió a la muerte y quedó atrapado en un sitial, testigo silencioso del paso del tiempo? Descubre la impactante historia detrás del millonario que buscó la inmortalidad y encontró la eterna contemplación.»

 

En el lujoso geriátrico «Aurora Dorada», donde los ricos ancianos pasaban sus últimos días rodeados de confort y atención, una enfermera recorría los pasillos con paso ligero. Deteniéndose junto a la ventana de una habitación, su mirada se posó en el anciano solitario que siempre estaba allí, con la mirada perdida en el horizonte.

«¿A él no lo visita nadie?», preguntó un visitante recién llegado, señalando al anciano junto a la ventana.
La enfermera suspiró con pesar mientras asentía. «Toda su familia murió hace 300 años…»
El visitante frunció el ceño, intrigado por la respuesta, y la enfermera procedió a contar la historia que rodeaba al anciano solitario:

«Hace siglos, en una era de grandes riquezas y ambiciones desmedidas, un millonario visionario decidió desafiar a la muerte misma. Utilizando su inmensa fortuna, construyó un laboratorio ultra moderno donde se dedicó a investigar la inmortalidad. Convencido que podía superar los límites de la vida humana, se ofreció como voluntario para ser el primero en probar su experimento revolucionario.

La máquina de la inmortalidad, diseñada para crear una burbuja temporal donde el tiempo no tendría poder sobre él, fue activada con gran anticipación y expectación. Aunque muchos científicos avezados advirtieron que el desafío era algo temerario, el millonario insistió en su experimento.

La prueba resultó ser un fracaso a medias o un triunfo a medias, dependiendo del punto de vista. El millonario quedó atrapado en un estado entre la vida y la muerte, con su cuerpo inmóvil y su mente consciente, condenado a observar y escuchar por toda la eternidad.

A pesar de su inmovilidad, el minutero de su reloj de pulsera permanecía con un ligero titilar, como queriendo hacer saber que tenía razón. En su discusión filosófica, el millonario había sostenido que entre un segundo y otro nunca se llegaría al siguiente, pues siempre habría que recorrer la mitad del camino primero, y luego la mitad de esa mitad, y así sucesivamente. Los recursos infinitos no garantizaban la victoria, solo producían resultados sorprendentes.

En el transcurso de los siglos, su familia, amigos y seres queridos desaparecieron, dejándolo solo en su prisión temporal. Mientras el mundo cambiaba a su alrededor, él permanecía atrapado en un sitial, testigo silencioso del paso del tiempo.»

Y así, en el geriátrico «Aurora Dorada», el anciano solitario junto a la ventana continuaba su existencia eterna, condenado a la soledad y la contemplación infinita convencido que lo había logrado. Mientras tanto el universo seguía su curso implacable y la enfermera en la puerta repetía en voz baja: ¿Para qué?

 

Jorge Carusso

Periodista Escritor

Director y propietario de El Sitio de Escobar

Noticias relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Close