Conceptualmente, una persona resulta ser vanidosa cuando expone y/o muestra un excesivo orgullo propio y, además, busca ser admirada.
Si nos detenemos a mirarnos al espejo: ¿El vanidoso es el otro?
Es una gran equivocación pensar que somos los más capacitados para hacer todas las cosas. Somos los más competentes y los únicos que entienden de todo. Y así vamos juzgando y analizando hasta el más mínimo detalle a todo y a todos, llegando a pensar presuntuosamente, » ¡yo lo haría muy mejor; si de mí dependiese hacer eso…!»
También nos equivocamos cuando pensamos, ¿para qué me voy a esforzar si ya existen personas dispuestas a ofrecer su tiempo en esta tarea?
¿Para qué voy a hacer eso se hay otras personas que lo pueden hacer?
¿Por qué me voy a juntar a aquel grupo si ya hay muchos allí y ni notarán mi presencia? De manera presuntuosa pensamos: «Me quedaré en mi canto quieto y dejaré todo para los otros».
Eso también puede suceder en relación a nuestra participación en las obras de caridad, en obras que, a ciencia cierta, pueden favorecer a nuestros semejantes. No nos envolvemos y no nos comprometemos. No nos alistamos en los grupos comunitarios y, con esa actitud, no disfrutamos las satisfacciones que los que lo hacen reciben. No queremos dividir las tareas porque solamente nosotros sabemos hacer de todo y no aceptamos pequeñas participaciones; porque sería humillante y no reflejaría la verdadera importancia que tenemos.
O somos llamados para hacer todo o no haremos nada. ¡Solo aceptamos el papel principal y jamás el menor! Nuevamente, de manera vanidosa, pensamos: «Ellos perderán todo el talento que yo tengo para mostrar».
Somos gente de bien y sería un gran privilegio trabajar para hacer el bien a otros, tanto sea haciendo cosas grandes como pequeñas… El mayor vanidoso es aquél que no hace nada.
Somos vanidosos, tanto sea cuando pensamos que podemos hacer todo, como cuando pensamos que nada podemos hacer… Si somos más sencillos y menos vanidoso encontraremos un camino que nos conduzca a ser cada día mejor.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que la vida te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y
mucha prosperidad.
Claudio Valerio
®. Valerius