Domingo por la mañana, llueve desde hace tres días, es “la tristeza de un domingo por llover” dice Víctor Heredia en una conmovedora canción.
Pero esa tristeza no viene solo de la lluvia del domingo. Pretendo ver los diarios en sus portales de internet y la tristeza asfixia con la locura de un mundo en guerra
La tristeza viene de la violencia de la guerra, vigente o inminente, pero también de los modos de una civilización, que fluye vertiginosa e inconscientemente por el túnel oscuro de su autodestrucción. La tristeza no es solo un estado del alma, es un caldo de cultivo que nos hace peores.
Pero aquí en mi país la tristeza toma formas intimas y profundas. No quiero hablar de la situación socioeconómica, no porque no sea importante sino porque quiero enfocar este escrito en la puntualidad de un tema que en lo personal me hunde en la tristeza sin fin.
El gobierno nacional ha decidido discontinuar el programa Pro Huerta que desde hace 34 años funcionaba con la interacción del Ministerio de Desarrollo Social y el INTA. El Pro Huerta no existe Mas.
Lo primero que hay que preguntarse es ¿Qué era el Pro Huerta? Y la respuesta es compleja aunque parezca fácil.
Desde la mirada de quienes todo lo ven con el cristal de la eficiencia, el Pro Huerta era un programa que repartía semillas. “Las semillas se van a entregar igual” “ hasta ahora se gastaba mucho y la mayoría de la gente no las aprovechaba, el programa así es ineficiente”.
La subjetividad de la “eficiencia” como medida de valor de todas las cosas.
Pero en realidad el Pro Huerta es muchísimo mas que un programa que entrega semillas.
Fue creado en 1990, en el inicio de un gobierno ideológicamente idéntico a este, pero tiene una pre historia inmensa, montada sobre el trabajo de profesionales comprometidos con la función social de su trabajo, además de técnicos, productores y mil etc.
Es tal vez en esa “pre historia” donde el programa se nutre de su verdadera esencia, de su mística, de su intensidad emotiva, que lo puso muy por encima de infinidad de programas que terminaron siendo efímeros. Es tal vez en estas mismas cualidades donde deba buscarse la razón definitiva del desguace del Pro Huerta y no en una ineficiencia contable de la entrega de semillas.
La verdad es que el programa terminó convirtiéndose en una corriente de pensamiento y de acción, enfrentada a la mayoría de las políticas de estado que le daban contexto, más allá de la pertenencia política del gobierno de turno.
El Pro Huerta desde su misma pre historia traza una línea de tiempo contemporánea, paralela y opuesta, a la nefasta línea de tiempo del modelo de producción generado, desarrollado y puesto en práctica mediante filtraciones políticas, por las grandes corporaciones de los agrotóxicos de la agricultura industrial.
Los que conformamos Pro huerta desde casi sus inicios, aprendimos a sostener modos de producción que son declaraciones de principios, aprendimos a ser empáticos con el medio, respetuosos con la diversidad biológica, defensores de las debilidades en los equilibrios naturales, aprendimos que la semilla es muchísimo mas que algo que se vende o se entrega.
El Prohuerta es la defensa de una forma de comportarse, de una conducta, de una profundidad filosófica que va mucho más allá que una bolsita con semillas y su relación costo/beneficio, hemos sido parte de un espacio, casi intangible, que en estos 34 años ha sostenido otra forma de producir alimentos, de relacionarnos con la naturaleza y con la comunidad misma.
El Pro Huerta, son los árboles frutales que se entregaron, son las aves de corral, son los intercambios de semillas, son la búsqueda de especie nativas, son los encuentros desde productores medianos, hasta los pequeños de autoconsumo, donde sucedía una de las cosas mas maravillosas valiosas y poderosas que generaba el Pro Huerta, el intercambio de conocimientos ancestrales.
Fuimos la nube de Google del pueblo, preservando conocimientos y difundiéndolos, prácticas, saberes, nombres de especies en riesgo de extinción, recetas de cocina, formas de preservación y conservación de los excedentes. El intercambio como el máximo valor económico de las sociedades solidarias.
Estas son algunas de las cosas que habitaron y dieron forma y esencia al Pro Huerta.
Esta es la verdadera razón de su cierre, esta es la razón del encarnizamiento con él, en el tiempo de un gobierno que habilita el ingreso a la UPOV 91 y con él la aprobación de la fatídica ley Monsanto, en los tiempos donde la resistencia es delito reprimible, en la certeza de que la concentración económica y la supremacía del poderoso, es el camino al éxito, el Pro Huerta es una piedra en el zapato en la lógica del pensamiento único.
No hay perito contable que pueda probar la “ineficiencia” del Pro Huerta porque nuestros valores profundos, nuestra esencia, nuestro verdadero sentido de ser, no caben en sus números.
“No venga a tasarme el campo/
con ojos de forastero/
porque no es como aparenta/
sino como yo lo siento/”
Osiris Rodríguez Castillo
Jorge Derra
Vecino de Maquinista Savio.
Ex Concejal de la Alianza por el Frepaso