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Pescadores de hombres

 

En la pesca ordinaria, el pescador busca su provecho, no ciertamente el de los peces. Lo
mismo el pastor. Él apacienta y custodia el rebaño no por el bien de éste, sino por el suyo,
porque el rebaño le proporciona leche, lana y corderos.
Cuando se trata de hombres, ser «pescados» o «recuperados» no es desgracia, sino
salvación. Pensemos en las personas a merced de las olas, en alta mar, tras un naufragio, de
noche, en el frío; ver una red o una chalupa que se les lanza no es una humillación, sino la
suprema de sus aspiraciones. Es así como debemos concebir la tarea de pescadores de
hombres: como echar un bote salvavidas a quienes se debaten en el mar, frecuentemente
tempestuoso, de la vida.

Pero la dificultad de la que hablaba reaparece bajo otra forma. Supongamos que tenemos
necesidad de pastores y de pescadores. ¿Pero por qué algunas personas deben tener el papel
de pescadores y otros el de peces, algunos el de pastores y otros el de ovejas y rebaño? La
relación entre pescadores y peces, como entre pastores y ovejas, sugiere la idea de
desigualdad, de superioridad. A nadie le gusta ser un número en el rebaño y reconocer a un
pastor por encima.

Aquí debemos acabar con un prejuicio. En la vida nadie es sólo pescador, o sólo pastor, y
nadie es sólo pez u oveja. Todos somos, a título diverso, una y otra cosa a la vez. Porque, es
muy probable, una persona antes de ser pescador de hombres, fue pescado y recuperado
varias veces. Tuvo que experimentar qué significa encontrarse como una «oveja perdida»
para aprender qué significa ser buen pastor, tuvo que ser repescado del fondo del abismo en
el que había caído para que aprendiera qué quiere decir ser pescador de hombres.

Si, a título diverso, todos somos pescados y pescadores a la vez, entonces aquí se abre un
gran campo de acción para que estemos más preparados para hacer de pastores que para
hacer de pescadores. Hallemos de alimentar, con el ejemplo y la Palabra, a las personas que
vienen espontáneamente en la búsqueda de ayuda e ir nosotros mismos, de ser necesario, a
buscar a los alejados… Por nuestra inserción más directa en la sociedad, somos los
colaboradores insustituibles en esta tarea.

 

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que la vida te
sonría y prospere en todo, y puedas derramar Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.

Claudio Valerio
© Valerius

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