Interés General

Orar sin cesar…

Por Claudio Valerio

 

Columnista, escritor, historiador e investigador.

 

 

¿Cómo ha sido hoy nuestro día? ¿Cuál ha sido nuestra experiencia? ¿Nos hemos reservado algún tiempo para Orar?  ¿Hemos tenido el placer de hablar con Dios, lo hacemos con frecuencia?

¿Solemos dirigirle una palabra solamente cuando estamos viviendo un momento de crisis? ¿Sólo nos acordamos de Él apenas cuando la angustia se apodera de nuestro ser? ¿En qué ocasiones lo hemos buscado? O bien, hemos estado conversando con Él a cada instante, sea cuando acordamos, cuando nos disponemos para ir a trabajar, cuando nos dirigimos a las escuelas a estudiar, cuando estamos en la cocina preparando alguna de las comidas esenciales, cuando nos sentamos en una silla para descansar, cuando nuestros queridos salen, confiando que los guardará hasta que regresen para casa; cuando nos acostamos para dormir.

¡Cómo nos hace bien a nosotros los momentos de oración! … Las dificultades son superadas, los problemas son apartados, las decepciones se transforman en un estímulo para un nuevo inicio; las tempestades dan lugar a un día soleado y lleno de placer.

Orar es mucho más que hablar con Dios. Es sentir su presencia, es oír su tierna voz, es disfrutar sus enseñanzas, es sentir las caricias de Su Espíritu…  Un día sin oraciones no germina, insustancial y sin atractivo.

Un día de oración con el Señor es colmado de gozo y satisfacción, de alegría y refrigerio, de sueños y conquistas, de una certeza plena de que todo irá bien para nosotros… Usemos la llave de la oración para abrir la puerta de una vida abundante y plena para nosotros.

En palabras de Charles Spurgeon (pastor bautista reformado inglés, 1834-1892): «La oración es la medicina que va a curar todos los males. La oración es una espada que va a cortar todos los nudos y amarras. La oración es la llave que se encaja en la cerradura de la casa del pecador, librándolo de todos sus pavores y en la cerradura de la casa del cristiano bloqueando toda tristeza».

 

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires, Argentina), recibe un abrazo y mi deseo de que dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.

 

Claudio Valerio (Valerius)

 

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