La película de los Costas queriendo llegar al sillón de Lambertuchi ya se ha vuelto un clásico. Seguramente por esto, siempre aparecen nuevas versiones. Eso sí, los actores principales no cambian. Y el resultado tampoco.
Estoy convencida de que los muchachos piensan: “Voy a ser el intendente por posesión veinteañal de candidatura”. Sin embargo, el empecinamiento en política nunca obtuvo buenos resultados.
En la nueva versión de esta vieja película los Patti y los Costa vuelven a aparecer tirando para el mismo lado (los Patti para los Patti y los Costas para los Costas) pero de lejos pareciera como que irían Juntos.
“No nos une el amor sino el espanto”
Los Patti – Costa han pasado por distintos estadios. Lo cierto es que, para los memoriosos, que hemos vivido las distintas pugnas y provocaciones, la actual alianza “nos parece más un manotazo de ahogados, que otra cosa”.
Episodios anteriores: En el 2015, Maximiliano Patti depuso su lanzamiento virtual, que había presentado solo en las redes sociales y dejo paso a una alianza entre su hermano Luis que se sumó a la campaña del PRO en Escobar apoyando la precandidatura de Leandro Costa. Se podría decir que si bien “los chicos son creativos” el nuevo capítulo de la novela venía guionado por los padres, Luis Abelardo y Roberto (Uno desde adentro y otro desde afuera de la cárcel).
No era la primera vez que los Patti giraban sobre sus talones, y en el caso de los Costa ya habían mostrado en infinidad de oportunidades sus dotes de pirinola.
Es más, era el propio Leandro quien dejaba de la mañana a la noche su enamoramiento por Sergio Massa y volvía junto a su padre a realizar la única acción probable: Hacer alguna jugada que solo los beneficiara a ellos.
A decir verdad, aquel invento igual no funcionó. Los propios pattistas leales no votaron a los Costas, aún enojados por los dichos de Roberto cuando aseguraba, en una conferencia de prensa en Franoi: “Yo jamás voy a llevar a un torturador en la lista”.
Aún recuerdo, como si fuera hoy, cuando un periodista local, que siempre intenta jugar de operador político, afirmaba: “Las encuestas no dan lugar a dudas en algunos aspectos. Uno de ellos, que en el distrito el FPV tiene una intención de voto a presidente mucho más alta que el PRO. Y como el arrastre es casi siempre de arriba para abajo -es decir, que el candidato presidencial le tracciona más votos al candidato a intendente que viceversa- las expectativas de Leandro Costa quedarían reducidas a una derrota por el menor margen posible, aunque derrota al fin”. Se nota que a este joven los datos se lo daban Los Persas, porque no podían ser más inexactos. En el país y en la provincia ganó Cambiemos, pero en Escobar, Daniel Scioli superó a Mauricio Macri por 52.3% a 47.7%. El candidato a intendente Ariel Sujarchuk fue el único que traccionaba.
En cuanto a los Costas, en Escobar seguían perdiendo, no importa con quien se asociaron. Los Patti no movieron el amperímetro. Cuando en la Nación y en la Provincia ganaba el Macrismo, la lista de Costa sacaba 7 puntos menos que Vidal y 5 puntos menos que Macri. Es más, el propio Leandro, que ya había entendido que no iba a ser intendente de Escobar, vaticinaba que quizás el candidato en el 2019 sería su padre. Se nota que a Roberto le seguía yendo bien con los Posse y se quedó a hacer la plancha allá un tiempo más, hasta que este año le sacaron el salvavidas.
Pero acá no terminaba la comedia de enredos.
En agosto del 2017, hace apenas 4 años atrás, el entonces precandidato a primer concejal por el Partido Todos por Buenos Aires, Maximiliano Patti, emitía un duro comunicado en el que acusaba a Roberto y Leandro Costa de usar su apellido para obtener votos de una manera engañosa.
Maxi, el hermano del ahora candidato a consejero escolar denunciaba que a pesar de haber apoyado a Costa en las elecciones de 2015 el senador hizo lo posible por excluirlo de las listas de candidatos. El hijo de Luis Abelardo sostenía que gente vinculada a Costa visitaba a vecinos en su nombre y hablaba falsamente en su representación.
En aquel comunicado Maxi aseguraba: “Los Pattistas estamos donde tenemos que estar” y denunciaba en nombre de la familia estar “cansados de que siempre utilicen nuestra estructura y nunca cumplan con lo pactado”.
El texto proseguía con una clara descripción: “Es de público conocimiento que el dirigente Roberto Costa, en varias ocasiones ha dicho que no se encontraba de acuerdo con que el Pattismo integre su espacio, bien es sabido que en el 2015 acompañamos al candidato a Intendente Leandro Costa y a su padre”. Maxi remataba asegurando que el senador había hecho lo imposible para excluirlo de las listas de candidatos. Terminó presentándose y encabezando la lista 298, del Partido Todos Por Buenos Aires y aclarando que la nómina se había armado con “vecinos comunes, de otros espacios políticos y PATTISTAS que nunca vendieron sus convicciones y lealtad”.
En el capítulo anterior: En el 2019, los Costas volvían a perder. Sacaban 8 puntos menos que Vidal y 10 puntos menos que Macri. Traducido: hasta los simpatizantes de Cambiemos le cortaban la boleta en contra.
Estoy convencida que los Costas van a seguir perdiendo en Escobar. Estoy convencida que más allá de una evidente falta de simpatía, sumada a la ausencia total de naturaleza política de Leandro Costa, el peso más contundente de sus derrotas fue el apellido Costa. Cosa que su padre se debe estar negando a aceptar.
Estoy convencida que la gran mayoría de los escobarenses no se sienten representados por un tipo que vive en Junín.
Estoy convencida que Escobar no confía en los Costas, como los Costas no confían en los escobarenses. Por eso su boleta siempre parece la lista de invitados a un casamiento, un cumpleaños o la reunión de navidad: un grupito minúsculo de amigos y el resto todos familiares entre sí.
Claro, generalmente la remake tiene el mismo final que la original.
