Vivimos, sentimos, experimentamos; las situaciones del acontecer vital componen la música… y la vida danza. Esas situaciones de cambio son parte de las vivencias cotidianas.
Sin embargo, en ese devenir puede suceder que nuestra conducta se vea alterada; que manifestemos desequilibrios emocionales, físicos o psíquicos ante factores internos o externos. Quienes nos rodean pueden hacer referencia a nuestros enojos, tensiones, irritabilidad, tristeza, alteraciones del humor. Ello es una señal de alerta.
Ante esta circunstancia es deseable tomar un momento para chequear internamente cuánto de esto resuena en nosotros y obrar en consecuencia, ya que no siempre es suficiente con dejar pasar el tiempo o mantener una charla ocasional con un amigo.
A veces necesitamos algo que vaya más allá del simple consejo de un ser querido.
No es mi intención desestimar el apoyo y acompañamiento de los vínculos más cercanos (lo considero fundamental), pero a veces no resulta eficaz como único sostén.
Por otra parte, existen cambios que son sentidos internamente: «La procesión va por dentro» dice un refrán popular. Esa también es una señal.
Una pregunta que podemos hacernos es ¿Con qué recursos estoy pudiendo atravesar esta circunstancia de mi acontecer? Es habitando la pregunta que tenemos la posibilidad de hacer contacto con esa parte en cada uno de nosotros que posee sabiduría organismica; aquella que es capaz de reconocer dónde nos encontramos, aunque no resulte sencillo acceder a sus mensajes.
Aun cuando el reconocimiento implique decirnos: «Me siento perdido, desorientado, desconectado, vacío». Es de todas formas un encuentro con lo que estoy experimentando.
Recurrentemente escuchamos a personas que se sienten desvitalizadas, sin energía. No saben muy bien a qué se debe, o qué tendrían que modificar para sentirse mejor. Lo importante es escuchar el llamado de atención que nos refiere a la búsqueda de ayuda. Prevenir es tan esencial como vivir.
Cuando puedo asumir que soy responsable de mi vida y mi bienestar, puedo permitirme reconocer e integrar esa parte que muchos tenemos, ese personaje interno que tiende a victimizarse (desde el «pobre de mí…» hasta «el estoy acostumbrado a vivir así…»).
Allí comienza una gran oportunidad de autoexplorarnos para desvelar nuestros misterios; de reaprendizajes psicoafectivos y conductuales para recuperar poder de potencia, aquello que nos permite desarrollar todos los recursos que sean necesarios para recuperar el equilibrio y el bienestar perdidos.
El objetivo no es resolver, solamente, un problema en particular; es adquirir estrategias para desarrollar una vida más plena, más allá de la situación que nos haya convocado al encuentro de un espacio terapéutico.
Si estás atravesando por una crisis, busca ayuda. siempre hay opciones.
Cuando el “desierto” se atraviesa acompañado deja de ser desierto y el trayecto se convierte en un pasaje más liviano y llevadero.
Counselor Gretel Islas.
Consultora psicológica. Facilitadora en Focusing Doula