Interés General

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar Aguilar

EL DESEMBARCO EN MALVINAS

Narrado por el Buzo táctico Diego F. García Quiroga

 

Primera Parte

Relato del teniente de Fragata (Buzo Táctico) Diego Fernando García Quiroga, participante de la recuperación de las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982. El 26 de marzo de 1982 me encontraba listo a asumir la guardia de Oficial Retén del Oficial de Guardia de la Base Naval Mar del Plata. Los últimos días habían sido algo movidos y había expectación entre los oficiales que se reunían en la Cámara de la Base, a raíz de los sucesos de Georgias. Mi comandante había sido llamado a Puerto Belgrano, y yo sabía que personal de la Agrupación Buzos Tácticos se encontraba trabajando en algún lugar que no conocía en detalle. Sobre el filo del horario de retirada, una llamada telefónica del comandante requirió: «Alistar la Unidad para una operación inmediata». Así las cosas, y apenas llegado el comandante de la Agrupación, me ordenó presentarme al Capitán Sánchez Sabarots (Comandante de la Agrupación Comandos Anfibios) y ponerme a sus órdenes. Me dirigí entonces al aula de la Agrupación de Comandos Anfibios convertida en Sala de Situación, donde sobre un pizarrón el teniente Bardi (2° Comandante) se hallaba llenando una planilla de Equipamiento para una operación de la cual yo no sabía nada aún. El Capitán Sánchez Sabarots me dijo entonces que yo, junto con 7 Buzos Tácticos que ya había elegido, íbamos a integrar una patrulla mixta de Buzos Tácticos y Comandos Anfibios cuyo jefe sería el Capitán Giachino, a quien yo conocía. Esta patrulla actuaría a sus ordenes en el desembarco a realizarse en las Islas Malvinas. Al destacarme, mi comandante me había adelantado que la operación consistiría en tomar Puerto Stanley, lo que prima facie era tarea clásica de los Comandos Anfibios (Combate en localidades), mientras que los Buzos Tácticos marcaríamos, limpiaríamos y aseguraríamos la playa para el desembarco de la Fuerza principal, operando desde un submarino. Esta última tarea sí era la típica operación de Buzos Tácticos, por lo que yo no dejaba de sentirme algo fuera de mi función, a lo que mi Comandante (Capitán Cufré) me aclaró que nuestra comisión a la Agrupación de Comandos Anfibios obedecía a dos razones fundamentales, como eran la capacitación técnica de algunos de nuestros hombres (había que tomar la usina de Puerto Stanley y mantenerla funcionando) y mi dominio de inglés.

 

Ya en claro con mi tarea, procedí a hacer algunos cambios (no precisaba nadadores, sino hombres serenos y maduros, capaces de cumplir su misión sin provocar bajas innecesarias) y a seleccionar nuestro armamento. Fui el único que eligió un arma corta (ametralladora Halcón), los demás llevaban a sus respectivas «novias», los fusiles F.A.L. Para (fusil especial de paracaidista). Alrededor de las 22.00 se decidió posponer la zarpada de la columna hasta 01.00 del día siguiente, con lo que pudimos ir a nuestros domicilios durante 2 horas, vestidos con uniformes de combate. A las 12.15 el teniente Schweizer, de Comandos Anfibios, pasó a buscarme por mi casa. Acabábamos de festejar, con mi señora, 3 meses de casados. Llegados a la Base, embarcamos en los vehículos, abandonamos Mar del Plata y.… me desperté en Puerto Belgrano. Durante esa noche, me enteraría mucho después, zarpó el submarino ARA Santa Fe con la Agrupación de Buzos Tácticos a bordo, rumbo a su exitosa misión en las Malvinas. Una vez que alojamos al personal que venía con nosotros en el BIM N° 2, nos dirigimos ala Cámara de Oficiales, donde encontramos a los demás presuntos participantes de la operación. El Capitán Giachino no se encontraba aún y, salvo por el teniente Lugo -que parecía ser de mi grupo- yo me sentí algo fuera de la cuestión. No obstante, la camaradería reinante aumentaba, quizá por sabernos en vísperas de grandes sucesos. Llegado el Capitán Giachino (estaba también con nosotros el teniente Álvarez) nos aclaró la formación de la patrulla y nos dijo que, a medida que la operación se fuera aproximando, iba a precisarnos más datos. Es en Puerto Belgrano -nos aclaró- «Eso sí lo pueden decir». Con el teniente Lugo hicimos esa tarde una visita al Santísima Trinidad, a fin de coordinar horarios, estiba, etc. Esa noche, dormimos todos casi vestidos y no fue un sueño fácil. El 28 de marzo llevando a bordo a los Comandos Anfibios y un grupo de 8 Buzos Tácticos, el destructor zarpó, hecho lo cual y de inmediato, nos pusimos a la tarea de armar los botes asegurándolos en cubierta, en previsión de temporales. La navegación transcurrió sin mayores novedades, con los buques en constante formación. Hacia el 30 de marzo el Capitán Giachino nos reunió para detallar la Orden de Operaciones y distribuir la patrulla. En total éramos 16 (se había agregado el Cabo Enfermero Urbina, cursante del Curso Comandos Anfibios) la patrulla se llamaba «Técnico» (luego sería «Techo») y se dividía así: Grupo Rojo Grupo Naranja Grupo Verde Grupo Azul

 

Cap. Giachino Tte. Lugo Tte. García Quiroga Tte. Álvarez Cabo Ortiz Subof. Salas Subof. Cardillo Subof. Mansilla Cabo Flores Subof. López Cabo Gómez Subof. Gutiérrez Cabo Varga Cabo Ledesma Cabo Urbina Cabo Vargas Rojo debía copar la comisaría, Naranja debía apoyar la acción de Verde, que era tomar la usina y apoyar luego a Rojo en su acción, para luego tomar la central telefónica. Azul debía destacarse antes de llegar al pueblo para neutralizar un campo de antenas al Este del mismo. Esa tarde tuvimos acceso -en la Cámara de Oficiales- a fotografías de los objetivos, obtenidas por el Capitán Gaffoglio durante su gestión en Transportes Navales. Con ellas en mente y ante la carta, repasamos la operación hasta el cansancio. El Cabo Gómez llevaría la radio, con la que iríamos informando a la Fuerza mediante cortas frases en inglés. Un día antes del desembarco -el 1° de abril- nos informaron un cambio de planes: debíamos tomar la casa del Gobernador, e inducirlo a convencer a la población acerca de lo inútil de una resistencia. Como misión colateral, debíamos marcar una pista de aterrizaje para el helicóptero que traería al primer escalón de apoyo, en una cancha de fútbol lindera. El Capitán Gaffoglio se había transbordado y se encontraba con las fotos en el Almirante Irizar, con lo que no teníamos forma de saber cómo era el objetivo. No obstante, el Capitán Giachino se ingenió para obtener la mayor cantidad de datos posibles, y la sensación general era que no había custodia fuerte en la casa. Hasta el momento de tocar la playa con los botes, la medianoche del 1° de abril, el gran miedo- aun para los que quedaban en los buques era que la operación no se realizara, cosa que sabíamos podía ocurrir en cualquier momento. La noche del desembarco cenamos en forma ligera; algunas caras estaban manchadas por el camuflado innecesario a ciertas caras, como bromeaba el teniente Bardi refiriéndose a algunos de nosotros de tez bastante criolla. Recuerdo la molestia profética del Capitán Giachino por la ausencia de una máquina fotográfica para documentar lo que ya llamábamos la última cena.

Continúa

  • EL

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