CIVILES EN MALVINAS
Parte IV
Respecto a mi trabajo específico y a las condiciones en que lo realizaba, la reorganización acorde a nuestras normas de los radioaficionados, la efectuaba en los lapsos en que me era posible sustraerme a la tarea de ENCOTEL. Desde el 01 de mayo aquélla quedó inconclusa debido al inicio de la guerra.
Nuestra actividad a partir del 01 de mayo
Hoy vuelven a mi memoria la movimientos que dentro de la oficina se realizaban; la tropa poniéndose los cascos, y nosotros continuando con indiferencia ante cada alerta roja u oscurecimientos la tarea, sintiendo por cierto, el estremecimiento de los estampidos y el retumbar de los pisos.
Al no veterano que lea esto, no le resultará fácil reconstruir aquellas escenas y menos aun comprender los que se experimenta hasta hacerse insensible a estas circunstancias. Pero así sucedían e igual se trabajaba, masticando la experiencia, asimilándola constantemente.
Esa “digestión” de la rutina de la guerra sin que lo percibiéramos, a algunos los transformó para el futuro que hoy debemos compartir con la “sociedad normal”. Seguramente esto no es comprendido y muchas veces tampoco admitido por quienes no estuvieron “allá”. No fue necesario haber estado en la primera línea para lograr esta modificación en la conducta. Sustentar un criterio contrario ha sido la solución fácil de la mediocridad, que todo lo minimiza porque ella no lo vivió. Nadie que haya seguido los acontecimiento fuera del teatro de las operaciones, desde el cemento de las ciudades, está realmente habilitado para definir como deberían actuar los que estuvieron, por respeto deberían callar. No molestamos y si por si acaso alguno realiza alguna acción marginada de la “normal conducta social”, deberían comprender que fuimos “unos” y volvimos “otros”. Al menos en mi concepto personal.
He asistido y participado en plena alarma y oscurecimiento, luego de cenar, sobrellevando cansancio, sueño y tensiones, debiendo a menudo interrumpir las tareas debido a los bombardeos navales que nos obligaban a analizar para que lado tiraban, de las tareas administrativas y contables que demandaba el hacer efectiva la entrega de dinero que se remitía a la tropa ….., y si el bombardeo comenzaba a picar en proximidades del local , el pozo de zorro era el destino de los ordenados y rápidos movimientos del grupo que constituíamos.
Esa tarea de clasificación de despachos telegráficos, obligaba a separar por columnas cientos de cifras y centenares de giros postales que al día siguiente imponían otras diligencias administrativas….¡y su entrega!…que no dejó de efectuarse hasta el último día de trabajo. Si la secuela de papeles en tiempo de paz es infinitos y tediosos piensen en tiempo de guerra y bajo las circunstancias descriptas.
Si bien las normas imponen procedimientos administrativos, es necesario admitir que, si la burocracia es culpable, más los es la “burrocracia”.
¡Y finalmente llegó!…, y hoy como ayer me pregunto si aquel equipo radioeléctrico que recibimos con tanta ansiedad, por el que transmitiríamos al continente los textos de los telegramas de servicio y de las Fuerzas desplegadas, no significaba un arma de características estratégicas…. Continúa…