COLUMNA DE OPINION
Terapéuticamente, rezar, o bien orar, puede resultar ser beneficioso…
Por Claudio Valerio
«La oración es la medicina que va a curar todos los males. La oración es una espada que va a cortar todos los nudos y amarras. La oración es la llave que se encaja en la cerradura de la casa del pecador, librándolo de todos sus pavores y en la cerradura de la casa del cristiano bloqueando toda tristeza«. Charles Spurgeon (1834-1892)
La oración tiene poder terapéutico; la oración puede curar. Muchos son los estudios que se han realizado y, a través de los mismos, se ha podido observar que las personas que oraban y mismo rezaban, presentaban una evolución más significativa respecto de los que no lo hacían.
Aquellos pacientes quienes dirigen plegarias y oraciones, terapéuticamente presentarán cambios beneficiosos, máxime en aquellos casos en que los tratamientos médicos convencionales no resultan suficientes o se presentan inaccesibles.
¿Cuál ha sido nuestra experiencia hoy? ¿Cómo se ha desarrollado nuestro día? ¿Hemos dedicado algún tiempo para Orar, para pronunciar alguna oración? ¿Hemos tenido el placer de hablar con Dios? ¿Nos hemos acercado a Dios? ¿Hablamos con Él?… ¿O solamente le dirigimos una palabra cuando estamos viviendo un momento de crisis?
¿En qué ocasiones lo hemos buscado? ¿Cuándo nos acordamos de Él? ¿Sólo cuando la angustia se apodera de nuestro ser?
¡Qué bien nos hace a nosotros tener esos momentos de oración! … Las decepciones se transforman en un estímulo para un nuevo inicio, los problemas son apartados, las tempestades dan lugar a un día soleado y lleno de placer; las dificultades son superadas.
Orar es mucho más que hablar con Dios. Es sentir su presencia, es oír su tierna voz, es disfrutar sus enseñanzas, es sentir las caricias de Su Espíritu… Un día sin oraciones no germina, insustancial y sin atractivo.
Conversar con Dios a cada instante, sea cuando acordamos, cuando nos sentamos en una silla para descansar, cuando nos disponemos para ir a trabajar, cuando estamos en la cocina preparando alguna de las comidas esenciales, cuando nos dirigimos a las escuelas a estudiar, cuando nuestros familiares y queridos salen, cuando nos acostamos para dormir; para todos estos casos, y muchos más, estaremos confiando que Él nos guardará de todo peligro.
Dios desea nuestra felicidad; Dios escucha más que nuestras palabras. Por esto, un día de oración con el Señor es colmado de gozo y satisfacción, de sueños y conquistas, de alegría y refrigerio; porque tendremos la certeza plena de que todo irá bien para nosotros.
Usemos la llave de la oración para abrir la puerta de una vida abundante y plena para nosotros.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires, Argentina), recibe un abrazo y mi deseo de que dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio (Valerius)