Luis Buñuel, decía que en su pueblo, Teruel, en la zona de Aragón, la edad media se había detenido hasta bien entrado el siglo XX.
Hecho que al recordarlo en su libro “El ultimo suspiro”, le resultaba muy divertido.
Mi barrio, y sobre todo mi calle, “La Genova”, no creció nunca mas allá de los 200 metros originales y con la numeración tan alterada que en una misma vereda se entremezclan los números pares con los impares y del numero 126 salta al 455 y enfrente el numero 333, y la misma desorientación que tenían los carteros hace 50 años, la tienen hoy los moto-delivery que suelen recorrer la calle como locos, portando una pizza que generalmente, llega fría.
Hecho que también resulta muy divertido, especialmente para quien escucha el ir y venir de las motos… y no espera la pizza.
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Calle aguado
Cada año en la ciudad de Miami se celebra el Festival Clío (Clío Awards) donde se premian las mejores publicidades del mundo.
En la ciudad de Nueva York se entregan los Ame Awards, otro festival de publicidad internacional de altísimo nivel.
Hasta el prestigioso festival de cine de Cannes, distingue también a las mejores publicidades radiales, fílmicas y graficas.
Me detuve un momento a recordar estos grandes festivales dedicados a destacar las mejores publicidades del mundo, porque una de las calles que conforman el barrio, “La Aguado”, merece un capitulo especial relativo a esta rama del arte.
En ella habitó y dejo un recuerdo imborrable, alguien que nos revivía a diario a un icono casi insuperable de la publicidad grafica.
“El viejo Geniol”, que era idéntico al afiche que todos conocemos (solo le faltaban los clavos y tornillos en la cabeza).
De origen italiano, bajito, siempre sonriente, poseedor de un excelente humor, era querido por todos los vecinos.
En la esquina de Aguado y Alem, (pleno corazón del barrio) a la hora de la siesta, solíamos juntarnos aproximadamente 20 o 30 pibes.
Era la previa a los grandes picados de futbol que, cuando apareciera una pelota, jugaríamos en la canchita de los Carrizo, un potrero que estaba a 100 metros, en la esquina de Charlone y Alem.
Cuando “Geniol” pasaba, un coro desafinado y risueño comenzaba a cantar:
“Venga del aire o del sol…
Del vino o la cerveza…
Cualquier dolor de cabeza…
Se quita con un Geniol..”
https://www.youtube.com/watch?v=05HLO0CYW4g
El viejo levantaba los brazos agradeciendo y decía algo así:
“grazie grazie bellissimi ragazzi”
“El viejo Geniol” merece un lugar destacado en esta grandiosa exposición de arte emotivo que es sin ninguna duda mi barrio.
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El potrero (La canchita de los Carrizo)
Es acá, donde la frase atribuida a León Tolstoi, “Pinta tu aldea y serás universal”, se hace mas acertada que nunca.
Porque todos los sueños que convergían en este potrero, eran y son igual al de todos los potreros, de todos los barrios, de todos los pueblos, de todas las ciudades, de todos los países del mundo.
Sueños de gloria, de amor, de felicidad, de admiración, de reconocimiento, corriendo detrás de una pelota.
La canchita, era un rectángulo perfecto rodeado por árboles y tenía una particularidad, a la altura de medio campo, sobre la línea lateral, había un viejo pino, cuya media circunferencia quedaba dentro del campo de juego, por lo que se estableció que estaba permitido tirar paredes contra su tronco (te las devolvía redonda) y todo lo que sucediera con el, era valido.
Esto provoco situaciones muy risueñas:
Un lateral derecho que se mandaba al ataque por la línea, lo choco, lastimándose la rodilla y el referee cobro foul, a favor del lesionado.
En otra ocasión, uno le pego una patada al pino, “caliente”, porque le había hecho rebotar mal la pelota, y sancionaron tiro libre a favor del árbol.
Carcajadas, gambetas, rabonas, taquitos, atajadas, goles y abrazos, caños, puteadas y piñas.
Momentos inolvidables, en un instante la gloria y al otro la tristeza.
Sueños de selección nacional, de goles en la Bombonera o el Monumental, de ser como Rojitas o Labruna, de atajar como Amadeo o patear como Boye.
Más allá de la Liga Escobarense de Futbol, donde algunos alcanzaron la primera división, aquellos grandes sueños de potrero, no se cumplieron…
Pero que hermoso…que hermoso fue tenerlos.
Un abrazo y hasta la próxima
Juan Carlos Villalba / Escobar/ Argentina