Llega la Navidad y con ella todo lo que implica el mes de diciembre
como ser los: preparativos para terminar el año, cese de actividades,
regalos, reunión con los seres queridos, festividades, etc. Navidad
deriva de natividad, es decir, nacimiento… Todo lo que tenemos y
disfrutamos durante este mes debería girar en torno a este
acontecimiento que ha marcado la historia de la humanidad: La
encarnación y nacimiento de Jesús.
En este tiempo de navidad, de esperanza, es necesaria una preparación
interior, es necesaria una conversión de nuestros pensamientos.
Convertirse es siempre volverse de… para volverse a una nueva forma
de vida. Es un camino en el que hay que dar un giro de regreso por
estar yendo en la dirección incorrecta; darse cuenta del error,
decidirse a dar media vuelta y dirigirse después en dirección
correcta.
En un termómetro, hay bajo cero y sobre cero. Lo primero que debemos
hacer es salir de bajo cero, y pasar a estar ya sobre cero, e ir
dejando la persona vieja y llegar a plenitud de la persona nueva,
según la alimentación y dedicación que le hayamos dado a nuestro ser
interior. Es un tiempo para dejar morir al hombre viejo, y caminar y
ascender espiritualmente hasta la total transformación.
Por eso necesitamos saber hacia dónde nos dirigimos; o sea, ser
conscientes que pasamos de lo malo a lo bueno, de menos a más, de lo
bueno a algo mejor. Cuando pensamos en la renovación, no pensemos sólo
en haber salido hace tiempo ya de la hondura, no pensemos sólo en no
haber cometido alguna falta grave, y no haber perdido el estado de
felicidad; pensemos en la alegría de vivir en armonía y llenos de
gracia.
¡Preparemos el camino!; Jesús llega… ¿Qué mejor manera de
prepararlo que buscando ahora la reconciliación con nosotros, y con
nuestros semejantes? Es necesario reconciliarnos con nosotros, y con
las personas que nos rodean; pero también es necesaria una
reconciliación con Dios, con lo que podemos acudir al Sacramento de la
confesión… Es preciso que nos transformemos interiormente, vencer la
ilusión de lo aparente y hacernos sensible, afinar el oído y el
espíritu para percibir lo verdadero.
Que nuestro punto de vista natural sea querer afirmarnos siempre en la
fe, y poner siempre en el centro de nuestra vida, nuestra amistad con
Dios.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), te envío un Abrazo, y mi
deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo,
derramando sobre ti, muchas bendiciones de Paz, Amor, y mucha
Prosperidad.
* Claudio Valerio*
Valerius