Una de las mayares dificultades, digamos, está en perdonar algo que nos hicieron en el pasado, y nos dejó muy mal… Nos ponemos muy tristes porque no hemos sido preferidos en el trabajo, donde se eligió a otra persona y nos enteramos que, simplemente, se optó por ella porque era amiga del jefe. Nos ponemos mal porque un gran amigo nos traicionó, dejando en nuestros corazones un sentimiento de odio que nunca se apaga. Y así, seguramente encontraremos muchos ejemplos. Pero, para todos ellos, ¿vamos a colocar una piedra sobre el acontecimiento y quedarnos?
Esta es la historia de un hacendado que colocó una gran piedra justo en medio a la calle que pasaba por su hacienda. Ante esto, fueron muchos los que murmuraron y se lamentaron de lo realizado por el hombre rico que, según ellos, no se preocupaba por las personas que por allí pasaban. Después de un tiempo, por fin un hombre que llevaba sus verduras para vender en el mercado, tomó la piedra y la arrastró para liberar el camino y, bajo ella, encontró una bolsa con una carta del hacendado en donde indicaba que donaba una de sus parcelas a quienes retirasen la piedra… Es un hecho que a esta historia se la podría contar de varias maneras; pero sea cual sea la historia, no se podría cambiar el final, que es dar el premio para aquél que retirase la piedra.
¿Vamos nosotros a colocar una piedra sobre todo resentimiento? ¿Vamos a colocar una piedra sobre la tristeza? ¿O vamos a seguir adelante, con la misma confianza de antes? ¿Qué nos impide empezar a amar aún más el nuestro prójimo?
Cuando colocamos una piedra sobre los problemas, no les vemos más. Estamos libres para vivir, para cantar, para sonreír y ser felices. Si colocamos una piedra sobre nuestro fardo, nos libramos del peso, de las consecuencias del mismo, de la angustia de haberlo guardado por mucho tiempo… Lázaro fue liberado cuando quitaron la piedra del sepulcro. Nosotros podemos ser liberados al colocar la piedra sobre nuestras luchas y decepciones.
De manera especial, coloquemos una piedra sobre nuestra vida de errores y engaños. La piedra que impedía las alegrías será quitada y encontraremos la perfecta felicidad.
Pidámosle a Dios sabiduría para saber cuándo es hora de quitar la piedra y cuando es hora de colocarla…
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un saludo, y mi deseo que Dios te bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio
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