
Mozo… un vaso de vino por favor – “dijo” el muñeco – y otro para mí – agrego el hombre.
El mozo, acostumbrado a situaciones disparatadas siguió la conversación naturalmente.
Van a pedir algo mas los Señores…?
-Por ahora no – contesto el hombrecito que minutos antes había entrado al bar con una valija en la que podía verse un muñeco dibujado y un nombre: “Toscanito”. El mismo muñeco que ahora estaba sentado en la silla “hablando” con el mozo.
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Esta es una de esas historias que por mucho tiempo me resistí a contar, debido a que el protagonista, a diferencia de los personajes de mis relatos, que eran simpáticos, queribles y, aunque casi marginales, buenas personas necesitadas de afecto y contención, este me resultaba particularmente desagradable. Un preconcepto tal vez apresurado desde mi percepción, en esa etapa de mi edad.
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El tipo habitualmente llegaba al anochecer y ocupaba alguna mesa del fondo del salón de “La Pérgola”, esa
mítica Pizzería – Bar de Escobar, que cerrara sus puertas con el último día del siglo xx.
Luego de un rato y un par de vasos de vino, comenzaba una discusión con “Toscanito”, su querido amigo, como solía presentarlo.
El nombre del muñeco, según el ventrílocuo, era su admiración por el actor Andrés Poggio (Toscanito), un joven actor de gran éxito, que en la década de 1950 se destaco junto a Armando Bo en la película “Pelota de Trapo”, interpretando a un pibe de barrio que sueña con jugar en primera.
También lo hizo en “El hijo de la Calle”, “Pantalones Cortos”, “Toscanito y los detectives” y varias películas más.
Algunos habitúes de “La Pérgola”, comenzaron a sospechar que este ventrílocuo, era el mismo Andrés Poggio, desaparecido de los medios y del ambiente artístico. Comentarios que pronto fueron desmentidos, ya que el verdadero “Toscanito” estaba radicado entre Ecuador y los EE.UU, donde desarrollo una empresa de distribución de mariscos.
Aquellas “discusiones”, eran una especie de divertido show que los presentes festejaban con simpatía, un
atractivo espectáculo “underground”, entre los muchos vistos en aquel inolvidable lugar.
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Al quedar a solas, aquellas aparentemente simpáticas discusiones, iban tomando un tono violento donde los personajes se agredían verbalmente con improperios irreproducibles…
“Este está Re-loco” – era el comentario entre los muchachos del lugar.
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“Es un escenario muy interesante – dijo el Dr. Olivieri al conocer la historia – me hubiese gustado charlar con el personaje para poder emitir una opinión profesional “..
El Dr. Olivieri, Era Psiquiatra, de una larga trayectoria en la profesión, había ocupado varias áreas en la rama de su especialidad, durante su tarea en el hospital Borda, desde Paidopsiquiatria hasta Psicogeriatría, antecedentes que lo habían convertido en una autoridad, en lo referente a salud mental.
Ya jubilado, el Dr. visitaba “La Pérgola” todos los domingos y mientras disfrutaba su infaltable Cinzano con Fernet, requería información sobre este personaje que evidentemente le había impresionado.
Ante cada situación, emitía una opinión desde su óptica médica, tratando que podamos entender.
-Podría tratarse de un trastorno de personalidad borderline – dijo el Dr. y pasó a explicar – “sería una evidente inestabilidad emocional y una tendencia a desvalorizar a los demás (en este caso al muñeco) – pero no estoy seguro “ y agrego – .
Me hubiese gustado conocerlo…
Aquellos análisis, fueron haciendo que mi preconcepto sobre este personaje, fuera paulatinamente modificándose.
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La violencia de aquellas discusiones fue in crescendo, el ventrílocuo hacia las dos voces y cada vez eran más ofensivas, reproches del pasado, puteadas, gritos, etc., de un lado y del otro, tanto que un día llego a escupirle la cara a “Toscanito”, gritándole que se calle la boca al tiempo de abofetearlo, para finalizar pidiéndole perdón, mientras lo abrazaba llorando.
La vieja Carmencita, (Aquella que había sido llorona profesional en velorios y que en “La Pérgola” encontraba abrigo, afecto y contención), tan agradecida, cariñosa y dulce, fue quien ayudo a acomodarle la carita abollada y acariciándolo como si fuera una criatura, miro al ventrílocuo con asco y en la cara le dijo:
¡Morite Petiso hijo de Puta!– El tipo bajo la cabeza
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¡¡¡Qué interesante..!!! – dijo el Dr. – Al conocer este hecho, es probable que se trate de un Trastorno de Estrés Postraumatico – agrego pensativo – luego nos miro y trato que sepamos que estaba diciendo – “El tipo probablemente ha experimentado un trauma en el pasado y el muñeco es el objeto de su ira y su ansiedad y la descarga en el..” – y mientras pinchaba una aceituna volvió a aclarar: “Pero no estoy seguro”. Me hubiese gustado conocerlo – agrego.
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Lo ocurrente y simpático que podía parecer y en realidad lo era, mientras hacia su show ante los comensales, al quedar a solas y luego de un par de copas, asomaba una zona oscura de su personalidad, muy desagradable y preocupante.
Un abanico de opiniones y sensaciones se barajaban entre el personal y los amigos que nos solíamos quedar alargando la noche.
Una mezcla de grotesco, comedia y locura, que generaba desde lastima y risas a enojo y dolor.
Ver a ese hombre tan fuera de sí era algo irreal, discutía con “Toscanito” como si realmente fuera una persona y manejaba el muñeco con una extraña habilidad, haciendo que este le devolviera los insultos y las cachetadas.
Alguien deslizo un diagnostico: “Este tipo es Bipolar”
Para mí que es “Trifásico” – contesto Roger que era electricista.
Las carcajadas se entremezclaron con los insultos que llegaban desde el fondo del salón.
En un lugar donde lo absurdo era algo cotidiano, nadie podía suponer el drama que se estaba gestando.
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Con los años y los análisis del Dr. Olivieri, entendí que era un ser tremendamente torturado, viviendo una insoportable soledad, con un lado sombrío muy difícil de descifrar y mi preconcepto sobre él, cambio totalmente, máxime con el final de esta historia que conmovió a todos.
-Un Caso Extraordinario! – ¡Merece ser estudiado en profundidad! – dijo el Dr. al escuchar el increíble desenlace.
asi no puedo creer lo que me acaban de contar – continuo – Evidentemente es un caso de esquizofrenia con todos los matices de la enfermedad incluidos, pero que difícil de clasificar – agrego pensativo – es obvio que sufría alucinaciones o delirios que lo llevaban a creer que el muñeco era una entidad independiente y maligna, pero a la vez, en algún punto era el mismo cuando niño y esa alternancia de personalidad lo llevo a la locura. Cuanto debe haber sufrido – termino diciendo.
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-Fue tremendo Doc. – créame, empezaron a discutir, como siempre, pero de pronto los insultos empezaron a subir de tono… Se cagaron a piñas Doc. …. Se cagaron a piñas. Estaban los dos como locos…
-Quienes?– Pregunto el Dr. Con la experiencia de un analista profesional.
-“Toscanito” y el tipo Dr. estaban descontrolados
Se puteaban…se decían barbaridades
-Te voy a matar hijo de puta – gritaba el tipo
Que vas a matar cagon de mierda…dijo “Toscanito” y le metió un cachetazo.
– Ahí vino lo peor Dr. El tipo agarro un cuchillo y se lo clavo en el medio del pecho…varias veces…hasta que los dos cayeron al suelo
– No sabíamos que hacer Dr….el tipo no podía respirar…lo cargamos en la Ranchero del gordo Alfonso y lo llevamos a la sala de primeros auxilios, acostado en la caja sin soltar a “Tomasito” que tenía el cuchillo clavado en el pecho.
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En la puerta de la sala, luego de largos intentos de reanimación, el Dr. Protta, director del lugar, dictamino que había fallecido, presumiblemente de un infarto masivo.
Aquella imagen del hombre inerte en una camilla, con un brazo colgando, sosteniendo al muñeco con un cuchillo clavado en el pecho, era algo fellinesco, fantástico, tan fuerte que dejo un recuerdo imborrable en el experimentado y querido Dr. Protta y sus asistentes médicos, los por entonces jóvenes estudiantes de medicina Carlos Ranne y Rubén González.
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Así fue todo Doctor… que opina Ud.?
El Dr. Olivieri pensó un instante y dijo:
– Obviamente Existía una relación amor – odio muy profunda entre él y el muñeco… en su locura era un ser vivo…alguien sin el que no tenía sentido vivir… de alguna manera era el mismo o el motivo de su vida, alguien que le ayudaba a soportar una tremenda soledad.
Al creer muerto a su alter ego se sintió morir, no me atrevo a decir suicidio pero…
Se quedo un instante en silencio y agrego:
-Algún día se sabrá más sobre ese hilo invisible que une almas y mentes, tanto en el amor como en el odio.
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-Sabe que es lo que no puedo sacarme de la cabeza Doc.?
A “Toscanito”, con el cuchillo clavado en el pecho…Pobrecito…
A mi también me da lástima, dijo la vieja Carmencita.
El Doc. se quedó pensativo, nadie se atrevía a interrumpir su silencio, pues sabíamos que brindaría una opinión acertada y profesional.
-Todo el caso – dijo – Es realmente conmovedor… pero hay algo que me preocupa más.
-Que Doc..?
– La secuela que el caso ha dejado en todos Uds.…
– Que secuelas Doc..?
-Hace mucho tiempo que al muñeco dejaron de llamarlo como tal…
-Le dicen “Toscanito”, como si fuera un ser vivo y se lamentan por lo que le paso y les duele….cuando en realidad la víctima de la enfermedad y el único digno de lastima… era el ventrílocuo…
Se dieron cuenta..?
Silencio total
Tomo el resto de su aperitivo, se puso de pie y dijo:.
-Muchachos…creo que necesitan un psicólogo.
-Doc.…Ud. podría….
-No…No.. – Se apresuro a interrumpir – yo estoy jubilado, pero háganme caso, vayan buscando un buen profesional…
Acto seguido saludó y se fue.
FIN – Juan Carlos Villalba – 19/4/25 Escobar / Bs As
Epílogo informal
Lo que nadie se atrevió a contar
Luego de los hechos, finalizado el sepelio del ventrílocuo, surgió un interrogante: ¿qué hacer con toscanito? durante varios años quedo en “La Pérgola”, guardado en la piecita del fondo, pero al cierre del boliche, paso por la casa de varios vecinos que, extrañamente al poco tiempo decidían desprenderse de aquella valija. Con la inauguración del museo municipal, pareció encontrar su lugar definitivo, de hecho todavía se encuentra ahí, lo llamativo es que empleados nocturnos aseguran que de esa valija que guarda el cuerpo apuñalado del muñeco, suele oírse voces y gemidos, por lo que nadie se atreve a abrirla y prefieren no hablar. Consultado sobre el tema, el director del museo, sonriente contesto: “todo museo que se precie debe tener su propio fantasma.”
Juan Carlos Villalba
Realizador cinematográfico, guionista y escritor