
OWEN CRIPPA ATACA A LA FLOTA INGLESA EN SAN CARLOS
Ultima Parte
Repuesto de la sorpresa giró bordeando un cerro, en momentos en que las naves comenzaron a tirarle con artillería. Al pasar el cerro se planchó sobre el piso de un amplio valle que está antes de llegar a Puerto Sussex. En ese instante, un pensamiento se cursó por su mente: “Si voy a Puerto Argentino y digo que hay muchos buques, me van a decir que está bien, que habrá cuatro o cinco. Pero cuántos en realidad ¿cuántos había?”
Trató de calmar sus nervios; estaba agitado y sentía el cuerpo empapado en transpiración. Se había salvado del fuego de los buques, pero era posible que un PAC de Harrier ya estuviera dirigiéndose al lugar para interceptarlo. “Me juego una vez más” pensó en voz alta y elevándose un poco hizo un suave giro hacia la izquierda, regresando hacia el Río San Carlos. Su intención era contar, identificar y ubicar a cada una de las unidades británicas en la carta que llevaba en la rodilla derecha.
Así; lo hizo eran nada menos que catorce buques; una cifra que no estaba en sus cálculos y en los de nadie. Para cualquiera, era un disparate concebir la presencia de esa cantidad de naves en una zona tan restringida. Como se estaba acercando demasiado, volvió a girar está vez hacia el sur, “Listo ahora a casa…” dijo a sí mismo y puso rumbo hacia Puerto Argentino. Fue entonces cuando se presentó otro problema: en el prevuelo había buscado referencias que le ayudaran en su navegación y le evitaran tener que diferenciarlas en el momento, desviando su atención. Pero al haber cambiado su navegación por la mala meteorología, perdió esos puntos geográficos de referencia que le permitirían guiarse para el regreso. De acuerdo con la nueva ruta que debía seguir, se veía obligado a pasar por Puerto Darwin, donde había fuerzas propias que desconocían la existencia de la misión. Lo más probable es que le tiraran y tal vez lo derribaran. El peligro existía y era consciente de esto.
Tenía sólo una alternativa: pegarse todo lo más posible al piso, volar sobre el sector sur de las Alturas Rivadavia y rogar porque no lo derribaran. Afortunadamente, sin mayores novedades llegó a Bahía Agradable y salió al mar. Hasta ese momento había logrado sortear un escollo muy difícil: pasar sobre la artillería propia. Aún no se había comunicado con Puerto Argentino por dos motivos fundamentales: primero porque los británicos contaban con elementos como para detectar la emisión de su radio e ir en su búsqueda y, segundo, porque para emitir debía ascender bastante, pues volando tan bajo las ondas radioeléctricas de muy alta frecuencia (M.A.F. o V.H.F.) tenían muy poco alcance.
Cuando salió al mar, no tenía una idea clara de donde se encontraba. Según sus cálculos, había dejado la tierra al sur de la Rada Agradable, pero no estaba nada seguro. Ascendió e intentó entonces comunicarse con Puerto Argentino:
Tala, aquí Pora, Tala, aquí Pora.
Aquí Tala, adelante Pora.
He avistado catorce unidades inglesas en zona de Puerto San Carlos. Confirmaré posición al aterrizar.
Pora, lo tengo controlado. Ponga rumbo 065.
¿Y las defensas?
No se preocupe ya están avisados.
Crippa planchó su avión nuevamente sobre el mar y continuó en la dirección indicada. Luego de pasar por la Isla del Este, el controlador del aeropuerto le pidió que ascendiera para tenerlo en el radar. Instante después volvió a llamarlo:
Pora, lo tengo en pantalla
Bien, pero ¿y las defensas? preguntó ansioso Crippa sin ocultar su preocupación por las defensas antiaéreas.
Ya están avisados. No se haga problema por eso. Todo está bajo control –respondió el controlador desde la torre del aeropuerto. Proceda para el aterrizaje.
A las 10:45 Crippa aterrizó en Puerto Argentino. Cuando el Aeromacchi se estacionó en un costado de la pista, el Capitán Arce se acercó a la máquina. Crippa había comenzado a bajar por la escalerilla. En su cara se reflejaba toda la tensión del momento vivido.
¿Así que están ahí? le pregunto Arce antes de que Crippa llegara al piso.
Sí señor, tienen todo tipo de barcos. Nunca pensé que los iba a encontrar en ese lugar y en esa cantidad. Alcancé a atacar a una fragata (*), vi el impacto de cañones, pero desconozco qué efecto tuvieron los cohetes.
Crippa, vamos a la Central de Operaciones así nos informa en detalle, dijo Arce mientras apuraban el paso, pues comenzaba a lloviznar con cierta intensidad.
La información aportada por el Teniente Crippa fue de fundamental importancia para las acciones futuras emprendidas contra las fuerzas británicas. Ese mismo día, horas después del vuelo sobre San Carlos, aviones de la 2da Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque y de la Fuerza Aérea incursionaron exitosamente sobre los buques enemigos.
(*) Gran Bretaña reconoció que el 21 de mayo, aproximadamente a las 10:30 horas un avión Aeromacchi, solitario provocó averías a una fragata clase 21. Según un artículo publicado en la sección Defence Attache de la revista The International Defence Review (N° 3/1983, pag. 24), el buque atacado sería la fragata tipo 22 H.M.S. “Brilliant”