COLUMNA DE OPINION

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar AGUILAR

 

LAMI DOZO DICE QUE LA CULPA FUE DE LA ARMADA

Última Parte

—No sé. Siempre tuvieron claro lo de los submarinos, ya que, si no estaban por ahí, los traían enseguida. La Armada nunca más volvió a la zona de combate. La flota de mar se fue a Puerto Belgrano y se quedó ahí.
— ¿Dejaron solos al Ejército y la Fuerza Aérea?
—Sí, el Ejército estaba jugado a pleno y lo dejaron ahí.
— ¿Cómo se puede encarar una guerra en forma tan improvisada?
—Anaya me dijo: “Tengo bombas que están adaptadas para lanzarlas sobre las fragatas”. Jamás nos las dio.
—Eran peor que el enemigo…
—Si para tirar el Exocet tuvimos que presionarlos al máximo…
— ¿Para qué plantear una guerra así?
—No lo sé. Creo que pensaron que era un ejercicio de la Escuela Superior de Guerra.
— ¿Hasta cuándo pensaba seguir?
—Hasta la última bomba. Pero si los otros dos no continuaban, no.
—Sin embargo, cuando el general Mario Benjamín Menéndez firmó la rendición, el brigadier Crespo no quiso aceptar el cese del fuego.
—Crespo no tenía que rendir a la Fuerza Aérea, el que debía hacerlo era yo. El brigadier (Luis) Castellanos habló conmigo y me dijo: “Me han dado la orden de retirarme con toda mi fuerza a la pista del aeropuerto y dejar el armamento ahí, porque está firmada la rendición”. Colgué y traté de ubicarlo a Galtieri, y él también estaba intentando encontrarme. Entonces, le ordené a Crespo: han firmado la rendición, la Fuerza no ataca hasta que yo dé la orden. Si yo no lo autorizo personalmente, la flota queda en tierra hasta nuevo aviso. No la hice replegar, la dejé en el sur.
— ¿La rendición nunca la firmó?
—No, bajo ningún punto de vista. En cualquier momento, daba la orden de ir, por lo menos, a hostigarlos.
— ¿Por qué no la firmó?
—Porque tenía una carta guardada por cualquier cosa.
—Pero eran ustedes solos.
—Si ellos atacaban territorio continental argentino iba a ser un problema serio, porque sabían que íbamos a defendernos y con todo.
— ¿Qué sintió cuando se enteró de que el general Menéndez había firmado la rendición?
—Fue una frustración tremenda. Me dio una inmensa tristeza ver a mis pilotos desaparecer en un esfuerzo que no dio los resultados que queríamos.
— ¿Qué pensó cuando la Justicia lo condenó por su participación en la Guerra de Malvinas?
—Me acordé del general (Bartolomé) Mitre, a quien enjuiciaron y condenaron a muerte por la Guerra de la Triple Alianza. Son cosas totalmente diferentes, pero dije: bueno, me tocó.
— ¿Qué sintió en ese juicio?
—Una frustración y un desengaño tremendos. Una depresión.
— ¿Cuándo tuvo claro que lo iban a condenar?
—Antes de empezar el juicio.
— ¿Ya sabía que estaba perdido?
—Sí, la decisión política de que los tres comandantes teníamos que salir condenados ya estaba tomada.
— ¿En cuál de los juicios se sintió más frustrado: en el de Malvinas o en el de las Juntas?
—En el de Malvinas.
— ¿En los dos estaba seguro de que lo iban a condenar?
—Pensé que podía salir con muy poca condena en el de las Juntas, porque cuando me hice cargo del Comando en Jefe de la Fuerza Aérea ya no había lucha contra la subversión, ya había terminado. Una de las primeras medidas que tomé como jefe de Operaciones fue dejar sin efecto el sistema de la lucha antisubversiva fuera de las instalaciones, me dediqué a defender exclusivamente las unidades.
— ¿Tenía miedo de que lo condenaran por los años que fue secretario general de la Fuerza?
—El secretario general se ocupaba de los temas políticos. No tenía mandos, ni medios. Pero si me hubieran querido meter, lo iban a hacer. Si llegaba a salir uno que dijera: “El brigadier Lami Dozo estaba presente una noche que me estaban torturando en tal lugar, en Mansión Seré”, ¿qué le iba a decir? Yo no sabía que existía la Mansión Seré, porque eso nació como un anexo al Casino de Oficiales, porque no daba abasto. Para mí, era un anexo del Casino de Oficiales. Después, surgió todo ese tema.
— ¿Qué pensó cuando leían el fallo?
—La mano venía pesada. Pero a mí me habían avisado que Graffigna y yo estábamos absueltos. Y dije: si él está absuelto, yo con más razón, porque vine después. El juicio que más me preocupaba a mí era el de las Juntas, porque ahí podía venir una condena a cadena perpetua seguro, pero hicieron una separación.
—Perú fue una de las grandes ayudas que tuvo la Argentina durante la guerra. ¿Qué sintió cuando se enteró del tráfico de armas a Ecuador en 1995?
—Tenía ganas de agarrarlo a chirolita o al califa, como yo le digo (a Carlos Menem) y hacerlo mierda. ¿Cómo puede hacer eso con Ecuador cuando Perú había sido el que nos había ayudado a muerte? Si a los peruanos les hubiera dicho que mandaran una fuerza terrestre a luchar en Malvinas, la enviaban. Ellos se pusieron totalmente a nuestra disposición. Me agarré una bronca tan grande… Sé qué hablaron con nuestro agregado militar en Lima y le dijeron: “¿Cómo nos hacen esto después de lo que hicimos por ustedes en Malvinas?”.

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