«La indagación del sentido de la propia vida y de la trascendencia personal está moviéndose, en nuestro occidente, desde los templos y cátedras a los consultorios». Carl Gustav Jung (1875-1961)
Esta es una pregunta que podemos escuchar en espacios terapéuticos. Más aún cuando encontramos personas que se encuentran anestesiadas, deprimidas, apáticas; o en el otro polo, sobreadaptadas a la exigencia cotidiana: «No puedo parar«.
Una pregunta interesante para hacernos es: ¿Para qué hago lo que hago?
Eso incluye trabajo, vida social y familiar, actividades recreativas, compras, etc.
Mientras hago una pausa acaso pueda reconocerme uno o varios de los siguientes interrogantes que se desprendan de aquella pregunta: ¿Es posible que el consumo me esté envolviendo en una creciente frivolidad?
¿Puedo percibir si estoy interrumpiendo algo de mi vivencia sentida?
¿Estoy proyectado al futuro, por ende, ansioso?
¿O tal vez anclado en un pasado que me detiene en lo que «no fue como yo esperaba»?
¿Algo del presente parece sentirse amenazante? Y en ese caso ¿Qué estoy evitando de este momento presente?
Si no soy » exitoso»… ¿No soy nada?
Somos un proceso
Entiendo, junto a la mirada del existencialismo, que el individuo es un proceso en lugar de un producto. Sin embargo, socialmente caemos en la trampa de evaluar y evaluarnos de acuerdo a los resultados, un buen trabajo, un gran poder adquisitivo, lindas y costosas vacaciones (Te las merecés, ¡Trabajas mucho para que lleguen esos quince días de gloria!). Esto hace que vayamos detrás de una zanahoria que suele alejarse a cada paso.
Pretender un sentido de la vida a priori, que venga dado por sí mismo, implica resignar nuestra responsabilidad de acción y elección.
Al respecto nos ilustra Viktor Frankl: «Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino»
En definitiva, su teoría nos enseña que el sentido no es un dato objetivo, sino la culminación de un proyecto personal, algo que se elabora libre y racionalmente. Es por esta construcción que podemos sostener el deseo de vivir aún frente a las peores tragedias que nos toque experimentar. En palabras de Nietzsche: «Quien tiene un qué para vivir encontrará casi siempre un cómo», mientras haya una motivación habrá un deseo de vivir y encontraremos la manera apropiada.
Encontrar la motivación
Ese es el desafío, la motivación de cada ser humano; no hay UNA específica y universalmente válida sobre otras. Lo que nos hace humanos es la posibilidad de construirnos como seres libres que se permiten decidir cómo vivir cada momento.
La paradoja es que depende de cada uno de nosotros hacer uso de esa libertad. Nadie más que nosotros mismos. Hay condiciones que nos favorecen para desarrollarnos más y mejor. Pero nuestra enorme resiliencia opera también en aquellos casos en que las condiciones no estén dadas de las formas más facilitadoras.
Reconozco aquí una cuestión que no debe pasar inadvertida. Las necesidades básicas deben estar satisfechas para poder ocuparnos de las necesidades de autorealización, Abraham Maslow con su pirámide la de las necesidades teoriza sobre esto. Es por ello, entre otras cosas, que la desigualdad es una situación que deberíamos combatir.
El afuera y el adentro, habitar el presente
Sabemos que hay personas que teniendo todo (materialmente), no se sienten satisfechas, el vacío se apodera de su cotidiano. Están desconectados de su SER, de lo esencial. El afuera refleja algo que interiormente está presente en nosotros. El camino de regreso es al encuentro conmigo. En ese encuentro tal vez algo debe cambiar: modificar mi vida, mis vínculos, mi trabajo. Abandonar la cómoda insatisfacción de lo conocido implica mucho coraje y una gran valentía.
Trascender implica habitar el momento presente (aquí y ahora) con plena atención. Ello nos libera del miedo y el dolor para adentrarnos en la calma interna. Solo cuando soy capaz de reconocer y aceptar lo que estoy vivenciando es que puedo cambiar y crecer.
Somos seres que creativamente desarrollan el sentido de su vida, no hay una certeza que nos ampare. Es un devenir por nuestro acontecer vital, estar atentos, activos y conectados.
El desafío es permitirnos la calma y el silencio para poder mirar adentro y plasmar afuera.
Counselor Gretel Islas.
Consultora psicológica. Facilitadora en Focusing Doula