COLUMNA DE OPINION

“Has recorrido un largo camino, muchacha”

Por Graciela Zorrilla

Historia de Vida: Silvana Fabiana Cerchiari

 Nació el 12 de noviembre de 1967, en el Hospital de San Isidro. Llego a Escobar a los 12 años, junto a su hermano Pedro Juan Cerchiari, 12 años mayor y su mamá y su esposo, Savina Leziero y Renzo Dallapozza, quienes compraron el restaurant El Cortijo a Juan Bussetta. Vivía en calle 12 de Octubre 80, a media cuadra de las canchas de futbol del Club Sportivo.

 

Alrededor de los 8 años, Silvana ya trabajaba en el negocio familiar. “Me gustaba ser camarera. Jugaba a ser camarera (ríe) Teníamos una pizzería, El Faro, en Núñez. A mi mamá le habían mandado plata de Italia, porque estábamos en la lona, y nos habíamos ido de un hotel en Tigre, en plena dictadura militar. Como mi hermano tuvo un exabrupto con un policia, empezaron a hostigarnos en el local. Mi hermano no militaba, era muy chico, tenía la rebeldía propia de su edad, pero un día lo detienen, queda demorado,  y mi mamá lo va a buscar a la comisaria, y el mismo Comisario le dijo que se fuera del lugar “porque lo habían marcado”. Así que de un día para otro se tuvo que vender El Faro”.

Después, la familia de Silvana se muda a Santos Lugares, y pone otra pizzería: “La Bologna”. “Allí nos fue muy bien. Mi mamá siempre fue buena cocinera y el que laburaba de pizzero ahí, era mi hermano. Era un negocio familiar.

Silvana siempre tuvo una relación muy especial con su hermano. “Me cuidaba (dice emocionada) Tuvimos una vida muy loca, mudándonos de aquí para allá. Para él, muchas cosas fueron muy duras pero nunca las hablamos, porque era de guardarse las cosas. Pero siempre me cuido mucho a mí, de chiquita, y siempre fue muy protector de todos. Cuidó mucho a sus hijos, cuido mucho a mi mamá” – dice Silvana emocionada, ya que Piero, “pierino” como ella lo llamaba, falleció en el año 2021, víctima del Covid. Hoy, Silvana está feliz de ver crecer a sus 4 hijos, sus sobrinos: “Flavio, licenciado en Seguridad e Higiene; Valeria, que es abogada y los mellizos Lorena, que tiene un negocio frente a Mc Donalds y Mauricio que trabaja en el servicio de Penitenciaría. A la vez, todos tienen hijos. Tengo un lindo vínculo con ellos. Antes creo que estaba más afianzado porque mi hermano era muy cariñoso y amoroso y  era quien afianzaba mas esta unión.”

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Junto a su hermano y abajo su mamá y su tío Antonio Leziero.

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Cuando llega a Escobar ingresa quinta al colegio San Vicente, cuando el ingreso era por examen y allí hace la secundaria.  Siempre tuvo una conciencia social que la destacaba.  Quizá por ello fue elegida “Mejor Compañera” en 4to. Año. “Desde chiquita tenía esta cosa “justiciera” (sonríe).

“La tana” ya hablaba de política a los 8 años, cuando estudiaba en el Centro Cultural Italiano con una docente a la que siempre recuerda. Más adelante en el tiempo ella quiere estudiar la carrera de Ciencias Políticas, pero aún no estaba la carrera. En el año 1983, cuando se hace la apertura democrática comenzó la carrera pero justo sus padres se funden económicamente y tuvo que abandonarla para poder trabajar y mantener a la familia. “A los 22 años yo ya era Jefa de familia.  Empecé a trabajar en los 5 hermanos. Ayudaba a mi mamá y un poco a mi hermano. Era una época muy dura. No teníamos para morfar”… dice Silvana, y recuerda: “Tengo una imagen, bajando la Panamericana, tenía que ir a cobrar una ropa interior que había vendido. Y me daba vergüenza, porque era una pendeja. Y me dije: O voy a cobrar esto o no tengo para llevar el morfi a mi casa. Yo la veía muy grande a mi mamá, si bien no era tan grande. Así que me fui a la casa de quien me debía la ropa interior desde hacía meses, que me venía boludeando, y me le paré y le dije “discúlpame pero yo no me muevo de acá hasta que vos no me pagues, porque yo necesito la plata”. Creo que la mina me vio tan firme, y desesperada, que me pagó. Y a partir de ahí como que me hizo un click. Mi madre también era dura. Tenía el ejemplo de ella, cuando se proponía algo no paraba hasta que lo lograba. Así que desde ese día me puse firme y aprendí a poder cerrar acuerdos, hoy lo uso siendo abogada. No tuve padres ni tíos abogados. Esto es algo que aprendí. Sentarme con la gente, lograr acuerdos, cerrar acuerdos. Una se siente cómoda lográndolo”.

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Silvana después terminó la carrera de Ciencias Políticas y empezó Derecho. Se puso en pareja con Pablo Sperduti, el papá de Rafaela, con quien convivió 23 años. “Un montón. Igual la paciencia fue de él, no mía. Tengo que decir la verdad (dice entre risas), total ya pasó mucha agua debajo del puente. El que ponía la paciencia era él, pero la que motorizaba todo era yo”.

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“La Tana” fue docente hasta los 50 años, cuando se jubiló. Ingresa a la política local de una manera “muy loca”. Se muda del barrio Las Lomas porque tenía problemas ya que la casa de al lado había sido usurpada. La música estruendosa, y determinadas situaciones que ya comenzaban a influir en su salud, la deciden a mudarse. Finalmente lo hace a El Cazador, que siempre fue su sueño. “De a poquito, compré el terreno, fuimos haciendo la casa, durante 4 años, y por fin nos mudamos. Increíblemente al lado se meten ocupas. La verdad que comprar y construir ahí fue un gran sacrificio y nos mudamos en busca de tranquilidad. Estaba desesperada, mal. Aconsejada por una amiga me acerco al Foro de Seguridad y allí conocí a Eduardo Sánchez, todo un señor y a Leonardo Pérez, vicepresidente del CUDEC quienes me acompañaron y ayudaron con el tema. Fue así que empecé a ser parte del Cudec … Mirá lo que es el Universo. A mí siempre me había gustado la política. De alguna manera militaba, pero desde afuera. Ya había entrado en la política Verónica (Rapetti), con quien hacía un programa de radio, por lo que hacía política por fuera. A mí me iba bien con mi profesión.  Justamente habían nombrado a Valentín Pagadizabal, subsecretario de Hábitat y Vivienda y Juan José Laino me recomienda porque estaba buscando un abogado. Yo le pedí un tiempo porque tenía un compromiso tomado con anterioridad y Valentín me esperó y aguantó con el trabajo, tras una consulta a Beto Ramil, a quien también le agradezco porque todos ellos me dieron una oportunidad, que hasta entonces no se había dado.”

Con el correr del tiempo se dieron cuenta que a Silvana, “la tana”,  la conocía todo el mundo. Incluso dentro del Partido Justicialista, ya que tenía alrededor de 30 años de afiliación. Ese conocimiento y su poder mediador con las personas, hizo que se destacara y pensaron en ella para estar al frente de una UGC (la N°1). Cargo que ocupa en la actualidad y que la ubicó, además, entre las candidatas por la lista de Unión por la Patria que lleva al intendente Sujarchuk por una nueva reelección.

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Uno no puede más que preguntarse: si a esta mujer hacedora e incansable le queda algo por hacer. “Después del fallecimiento de mi hermano, y de mi mamá, tengo la deuda de llevar las cenizas de mi mamá a su tierra. Ella siempre se quedó añorando su ciudad en Italia. Siento que esa es una deuda que tengo que cumplir con el Universo.

Dice no arrepentirse de nada, salvo de no haberse atrevido. “Quizás uno, en algún momento, se sintió menos y no se atrevió. Creía que no tenía las capacidades. Ahora me atrevo. Cuando hacía política a los 25 años me postergaba porque creía que el otro era más capaz. En la facultad me pasaba también. Siempre pensás que otro puede más. Y después te das cuenta que vos también podés. Mirá que yo soy una mina bastante lanzada, ¿no? Pero creo que siempre, quizá lo heredamos un poco de nuestros padres, pensamos que no estamos suficientemente preparados. Uno se dice: “Y si no puedo responder?” Y si no, y sino… y si no… Creo que nos pasó a todos, porque nos metían miedo nuestros padres. Nunca te daban mucha seguridad. Mi mamá empezó a creer en mí cuando era más adulta. Además recuerdo que en ese tiempo había una cosa para las mujeres, como … un poco de subestimación” dice mientras sus ojos se pierden en el vacío y vuelve la imagen de esa mujer decidida y fuerte, quizá especial para aquellos tiempos:Mi mamá era una mujer que no tenía estudios. Era muy refinada en su trato. Ella era una autodidacta. Cuando se ponía a coser, era la mejor cosiendo, se ponía a tejer, era la mejor tejiendo…. Tenía un alto nivel de exigencia. Una gran laburadora, pero siempre se exigía más. Yo aprendí a cocinar, a coser o a tejer, justamente por eso. Justamente me conecto con ella a través de estas cosas. Son como un cable a tierra. Cuando estoy muy mal me van a ver cosiendo o tejiendo… En estos días recuperé un sillón que era de ella. Lo lijé, lo pinté, le armé los almohadones de plumita, y lo dejé nuevo. Estoy arreglando un pantalón de cuerina de Rafaela y lo estoy convirtiendo en pollera. Mi mamá era una mujer muy creativa y eso lo incorporé yo también.

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­Cuando habla de su hija, debiéramos dedicarle todo un capitulo aparte. “Rafaela nació el 15 de septiembre de 1998, y su nombre es en honor a Raffaello Sanzio, también conocido como Rafael de Urbino o simplemente como Rafael. Fue un pintor y arquitecto italiano del Renacimiento que pintaba a todas las madonnas, a todas las vírgenes, con el pelo dorado. Casualmente ella nació con el pelo dorado y “casualmente” vivo en la calle Rafael Sanzio de El Cazador… Rafaela es un sol. Un sol de persona, de mujer, ahora. Pero siempre fue una niña que se levantaba  bailando y cantando. Fue Reina de la Fiesta de la Flor. Habla italiano e inglés y tiene sensibilidad con el arte. Estudio en el instituto de comedia musical de Julio Bocca. Llena de vida, llena de alegría. Con muchos valores. Me da mucho orgullo que la gente me hable de ella, que a los 22 años se puso al hombro uno de los vacunatorios más grandes de la provincia de Buenos Aires, en el medio del casos que fue la pandemia. La verdad que se manejó de una manera muy eficaz, muy efectiva, y con muchísimo compromiso. Eso me emocionó mucho. Ahora está estudiando Ciencia Política. Rafaela es una gran compañera. Todo lo que atravesé lo logré porque ella estaba al lado mío. Es una gran mujer mi hija – dice entrecortada por la emoción.

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­En este largo camino, de mucho esfuerzo y perseverancia “la muchacha” logró todo lo que quiso, y más.

“Yo hoy estoy en un buen momento de mi vida. Desde hace un año y medio estoy en pareja con Osvaldo Morazzini, y muy feliz. Pero si veo que la gente que me rodea está mal, no lo disfruto, no estoy bien. Por eso mi sueño sería que la gente que me rodea, y la gente en general, realmente estén bien. Que no pasen lo mismo que pasé yo. Todas esas inclemencias, esas angustias de no saber si vas a poder seguir estudiando. Yo tuve ese sueño de poder estudiar y en un momento tuve que dejar de estudiar y ponerme a laburar para ponerme a la cabeza de una familia. Es muy feo cuando te pasa eso, porque te sentís muy frustrada…. Es muy fea la frustración. Después yo pude reponerme y hoy en día me siento plena” (dice Silvana, y sonríe).  

Realmente plena, fuerte, tenaz, emprendedora. El camino no fue fácil, pero fue honesto, fue real.

“Muchacha piel de rayón. No corras más, tu tiempo es hoy”.

 

Graciela Zorrilla

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