Nada está escrito, nada es imposible, ni siquiera posible; todo depende de nuestra voluntad y sin pensar que cada día que pasa, no volverá, tendemos a conformarnos en vez de arriesgarnos. Pero
recordemos que dentro de nosotros hay una fuerza que todo puede hacerlo; esa fuerza que nos salen de adentro y que nos dice que podemos afrontar cada desafío. Y así, reconociéndonos a nosotros mismo más fuertes y más libres dejaremos de ser una marioneta de las circunstancias, porque nosotros tenemos el poder de hacer y vencer cualquier adversidad, cuando estamos convencidos, cuando queremos algo y estamos decididos de ello; porque, ¡somos nuestro destino!
Siendo sinceros con nosotros mismos, hagamos una observación de nuestro valor, de nuestra voluntad y, también, un reconocimiento de nuestra debilidad para justificarnos.
Si lo queremos y nos lo proponemos, podemos llegar más alto; si así lo quisiéramos, cada vez podemos llegar más lejos; no habrá obstáculo capaz de imponerse frente a nuestro avance y podemos hacer lo que sea cuando lo queramos.
Por más dolorosa que sea, avancemos siempre con la verdad; porque vale mucho más que una mentira. Hagámoslo siempre de frente, sin vueltas, considerando que las circunstancias pueden ser buenas o malas, según sea la voluntad o la fortaleza de nuestro corazón.
No nos quejemos de nuestra pobreza, de nuestra suerte o de nuestra soledad; a las mismas hay que enfrentarlas con valor y aceptar que, de una u otra manera, son el resultado de nuestros actos, y la prueba que hemos superar.
Que nuestro fracaso no nos amargue, ni se lo carguemos a otro; hay que aceptarlo y dejar de justificarnos como niños. Aprendamos a convertir toda situación difícil en un arma para luchar. Nunca nos quejemos de quienes nos rodean o del entorno, porque hubo personas que supieron vencer en nuestro mismo ambiente.
Cualquier momento es bueno para comenzar, y que ninguno es tan terrible para claudicar. Aprendamos de los fuertes, de los valientes, de los audaces y de los vencedores, quienes, a pesar de todo, vencieron y no aceptaron situaciones. Si hemos sido nosotros los ignorantes, los irresponsables; somos nosotros, únicamente nosotros, la causa de nuestro fracaso, de nuestra necesidad, de nuestro dolor; y, desde el dolor, aprendamos a ser más grandes y a hacer, porque el más grande de los obstáculos, es el dolor.
Nuestra presencia es el resultado de nuestro pasado y es la causa de nuestro futuro. Somos nosotros parte de la fuerza de la vida; y es por esto que debemos levantarnos, caminar, luchar y decidirnos a hacer. Cada mañana, cuando nos levantemos, miremos el sol y respiremos la luz matutina y, así, triunfaremos en la vida.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
® Valerius