La dramática historia del timonel del Belgrano
Daniel Omar Agüero estaba al timón del crucero hundido por un submarino inglés. Sobrevivió dos días en una balsa hasta que fue rescatado.
Última Parte
Probablemente, el abandono del barco y las imágenes de esa mole hundiéndose en un profundo y frío océano son recuerdos comparables. “Bajé del Belgrano cuando estaba escorado a la altura de la cubierta principal. Ahí me quedé solo en la balsa. No salté ni me fui a otra por miedo o porque el agua estaba fría, no recuerdo”, desliza con sinceridad confidente.
Y sigue con un momento dramático: “En la balsa me di cuenta de que me estaba yendo hacia la proa del Belgrano -que seguía en franco descenso- porque me iba absorbiendo. En eso, mientras subía un marinero que estaba en el agua cayó un baldazo de agua que nos separó. Por eso hoy estoy acá”, afirma y agrega en tono ceremonial: “El crucero tuvo el honor de hundirse vuelta campana -es decir con la quilla mirando al cielo- porque si se hubiera ido de proa o de popa la absorción me hubiera llevado”.
Después, todo fue frío y oscuridad. Cada tanto, Agüero y sus acompañantes recogían a otro náufrago. Así llegaron a ser 20 tripulantes -de los cuales, Agüero era quien estaba a cargo por su antigüedad- sumando a una persona más que no había sobrevivido.
A las 17, el crucero vio la luz por última vez: “No había ningún procedimiento y todos estábamos desparramados. Pero fue como si nos hubiéramos puesto de acuerdo. Todos gritamos desde las balsas ‘viva la Patria’ mientras se escuchaban las explosiones por debajo del agua”.
La balsa de Agüero no fue rescatada hasta el 4 de mayo por lo que fue dado por muerto ya que pasaron dos días desde el hundimiento. El bote había tomado dirección rumbo a África -es decir hacia el este- y por este motivo sus tripulantes demoraron más de lo normal en ser auxiliados.
Con emotivas palabras dice: “Recuerdo que al momento del abandono del Belgrano la tormenta era tan grande que nos pegábamos la cabeza contra el hombro para protegernos. A veces veíamos luces rojas y pensábamos que nos venían a rescatar, pero no era así. Finalmente, nos vio un avión y luego un helicóptero. Más tarde, llegó el Piedrabuena”.
Salir a flote
Llegó a Mendoza el 8 de mayo tras haber pasado por Ushuaia y Bahía Blanca. Un año y medio más tarde, el 25 de diciembre de 1983, Agüero hizo su última guardia y un día después regresó a Mendoza dado de baja. Si bien tenía una oferta para ascender a cabo primero, decidió volver a su provincia con una supuesta oferta de trabajo del gobierno local.
Pasó por el Banco Mendoza e YPF donde dejó su currículum, pero nunca obtuvo respuesta. No conseguía trabajo y tuvo que salir a vender pan casero -ya había trabajado en una panadería antes de ingresar a la Armada- por las calles del barrio La Gloria.
Después trabajó como albañil hasta que le ofrecieron un cargo administrativo. Luego fue administrador de obra y posteriormente supervisor. Finalmente, comenzó a trabajar en la empresa Genco donde actualmente es asesor de servicios.
“Es difícil transmitir lo que viví. Durante mucho tiempo me sentí mal porque no me reconocían. Lo que vivimos se puede contar, el otro puede entender, pero no va a tener las actitudes que yo espero”, dice triste.
De todas formas, luego de una situación personal muy complicada, su percepción de las cosas cambió. “Cuando me di cuenta de que el otro no vivió lo mismo que yo aprendí a comprender. Ahora lo veo como una experiencia que se lleva con orgullo”, admite.
En el ataque al crucero Belgrano murieron 323 personas. Pero muchos de los sobrevivientes quedaron profundamente marcados por la experiencia, algunos de ellos manifestando cierta culpa. Al respecto Agüero dice: “Cada uno fue con un espíritu patriótico, que era el equilibrio entre el miedo y el coraje. Por eso hay cierta culpa por haber perdido. Pero no se debe desvalorar lo que se hizo allá. Lo que se dice después es de paso”.
Para finalizar reflexiona sobre este 2 de abril: “Hay que darle a los excombatientes una verdadera fiesta patria por Malvinas. Para reivindicar y para recordar. Para que la gente tenga conciencia de lo que pasó ahora que estamos vivos. Para que no se pierda algo que es suyo”.