EL AVISO ARA ALFÉREZ SOBRAL EN COMBATE – RELATO DE SU SEGUNDO COMANDANTE DURANTE LA GUERRA DEL ATLÁNTICO SUR
Por Sergio Bazán, CN RS
Última Parte
El 04 de mayo a las 09:00 de la mañana, utilizando un transmisor de emergencia extraído de entre los escombros del cuarto de radio, se emitió un pedido de auxilio, con muy poca confianza en su eficacia ya que el equipo estaba dañado y perforado por esquirlas. Por varias horas no obtuvimos respuesta.
Simultáneamente, con una radio portátil común se sintonizaban varias emisoras, principalmente argentinas y uruguayas. Fue justamente una de estas últimas la que dio la novedad del ataque a nuestro buque, e informaba que el Aviso Alférez Sobral había sido hundido por fuerzas inglesas. Lógica fue la desazón que produjo en la tripulación escuchar semejante noticia, al pensar el efecto que causaría en los familiares que, ansiosos, esperaban en tierra.
También se prestaba suma atención a las novedades que se daban sobre el rescate de los sobrevivientes del Belgrano, y nos llenó de euforia enterarnos del hundimiento del buque inglés Sheffield, atacado exitosamente ese día por la Aviación Naval.
A todo esto, una radio de Río Gallegos, en los habituales mensajes que se transmiten para apoyo a la comunidad en la Patagonia, incluyó uno que decía: para el señor Gómez Roca, lo esperamos en Puerto Deseado.
Este mensaje impuesto por la superioridad, que desconocía aún el fallecimiento del Comandante, dio grandes esperanzas y la certeza de que nuestro mensaje había llegado. Al menos, en tierra sabían que en algún lugar continuábamos a flote. Un nuevo mensaje, que esta vez señalaba: al señor Gómez Roca, va gente a buscarlo a la estación, dio la seguridad de que se nos estaba buscando. Después nos enteraríamos que unidades de la Aviación Naval, la Fuerza Aérea y otros buques trataron incansablemente de hallarnos, sin conseguirlo.
A partir de ese momento, cuando se navegaba en niebla cerrada, se efectuaron señales acústicas por medios diversos, como campana, silbatos y hasta disparos con fusil. Se desmontó del palo caído la sirena y, conectándola a una manguera de aire a presión se utilizó como elemento de señalación. Fueron numerosas las veces que alguien creyó ver u oír algo, como el ruido del motor de un avión o helicóptero, una luz o la línea de tierra, pero todo era producto de la imaginación; de los deseos de superar la situación. Al respecto, lo más inquietante era no saber exactamente dónde nos encontrábamos. Se había efectuado una estima, más por la precariedad de medios, adolecía de grandes errores.
Pero la dotación continuó trabajando incansablemente. Podrían citarse numerosos ejemplos individuales, pero lo destacable fue, principalmente, el accionar de una tripulación que en la circunstancia obró como correspondía y se esperaba de ella, con idoneidad profesional, disciplina y valor a toda prueba.
Creo no equivocarme si afirmo que durante esos días nadie pensó en su seguridad personal, sino en la del conjunto. Aunque nadie lo manifestaba, la mente volaba entre nuestros hogares, los seres queridos, las alternativas de la guerra, el recuerdo de nuestros muertos y lo que ocurría a bordo.
Por fin, con la esperanza que da el amanecer, seguimos navegando
El 05 de mayo, aproximadamente a las 09:00 de la mañana se avistó la costa continental. Aún así, continuábamos sin saber nuestra posición, por lo que se navegó a prudente distancia de tierra, con arrumbamiento (dirección) general hacia el norte.
Horas después se divisó un punto en el cielo. Lanzamos luces Very (bengalas para señales) y, para alegría de todos, el objeto comenzó a aproximarse.
Se trataba de un helicóptero de la Fuerza Aérea Argentina. De él descendió un suboficial y pudimos evacuar al herido más grave, justo a tiempo para salvar su vida.
Un momento emotivo, el Aviso ARA Alférez Sobral al encontrarse con el ARA San Antonio, con la tripulación formada en cubierta cubriendo Puestos de Honores y con el pabellón al tope (en el mástil improvisado).
Más tarde el buque fue sobrevolado por un avión, también de la Fuerza Aérea cuyo piloto, con sobrevuelos rasantes, nos guió al encuentro del BDT ARA. Cabo San Antonio, el Destructor ARA. Py y un Guardacostas de la Prefectura Naval.
Fue éste otro momento tremendamente emotivo. Al pasar al costado del San Antonio nuestra tripulación formó en puestos de honores y lo propio hizo la del buque que teníamos enfrente. No hubo palabras, sólo un saludo militar. Luego, mediante lanchas se trasbordó a los heridos y con el apoyo de los buques citados seguimos hasta Puerto Deseado, atracando durante la noche, no sin antes sortear una última y difícil maniobra de entrada bajo condiciones totalmente adversas en la ría de acceso. En esta ciudad recibimos el afecto que es de imaginar, tanto de la población que brindó todo para ayudar a la tripulación después del trance vivido, como de nuestros camaradas del Ejército y de los otros buques de la Armada allí presentes.
Se efectuaron las refacciones imprescindibles, retirando deshechos del puente e improvisando otro y, luego de sentida despedida de los camaradas muertos en acción, el 20 de mayo zarpamos rumbo a la Base Naval de Puerto Belgrano, arribando a la misma, tres días después.
Epílogo
Con el objeto de reintegrar lo antes posible nuestro buque al teatro de operaciones, inmediatamente se iniciaron las reparaciones que, no obstante la premura y dada la magnitud de las averías registradas, recién terminarían en septiembre, o sea luego de finalizados los enfrentamientos.
En octubre de ese mismo año, el remozado Aviso ARA Alférez Sobral se encontraba nuevamente en la zona austral, con la misma Plana Mayor y Dotación que participara en las acciones de guerra, excepto aquellos que gloriosamente ofrendaron su vida por la Patria y su justa causa:
Capitán de Corbeta Sergio Raúl GÓMEZ ROCA
Guardiamarina Claudio OLIVIERI
Cabo Principal Mario Orlando ALANCAY
Cabo Segundo Sergio Rubén MEDINA
Cabo Segundo Elvio Daniel TONINA
Cabo Segundo Ernesto Rubén DEL MONTE
Marinero 1º Héctor DUFRECHOU
Conscripto Roberto D’ERRICO
Nota: Hoy, el Aviso ARA. Alférez Sobral continúa en servicio en la ARMADA ARGENTINA, con apostadero en la Base Naval Ushuaia.