Días atrás, vecinos de los barrios Mirasoles, Parque Irízar y Pellegrini IV se llevaron la sorpresa de encontrar lagartos en sus jardines y hasta dentro de sus viviendas. Mas allá de las llamativas fotos y comentarios en las redes sociales, los especialistas recuerdan que se trata de animales que NO son peligrosos y que por las altas temperaturas y corridos de sus habitat naturales se han visto desplazados por los desarrollos habitacionales.
Como en la película de Roger Kumble (En pata de guerra) no todos los proyectos urbanísticos respetan las normas de medio ambiente, pero la fauna de la zona está empezando a desaparecer o al menos a desplazarse a otros lugares habitados por humanos pero sin el ruido de las maquinarias ni los movimientos de suelo.
Así como el año pasado los vecinos de Nordelta se vieron invadidos por los carpinchos, ahora Pilar comparte el espacio con otra especie autóctona: los lagartos.
A esta altura de enero estos avistamientos se están volviendo cosa corriente no solo en los jardines sino también en patios y piscinas.
Cabe tener en cuenta que estos reptiles no comen nada que sea más grande que un huevo, no ponen en riesgo a la gente y como son de sangre fría no pueden transmitir enfermedades. Como si fuera poco entre sus alimentos preferidos están las ratas y los caracoles, cosa que hasta parece beneficiosa para los vecinos.