Lugar casi obligado – pero a gusto – para ir en Primavera, o de excursión, un domingo, la chimenea de El Cazador, todavía es un símbolo de la zona, un ícono, de esos que tenemos y muchos en el Partido de Escobar.
Su presencia se remonta al siglo pasado, cuando la zona de Campana, cobró importancia, al llegar el ferrocarril Central Argentino – hoy Mitre- ya que se pudo conformar un polo industrial que contenía a dos ríos, el Rio de la Plata y el Paraná de las Palmas a escasos metros del centro de la Ciudad. Barcos y trenes, podrían entonces establecer un circuito económico al estilo Generación del 80, es decir, la pampa agro exportadora. Maschwitz y Don Benito Villanueva, fueron una posta en un camino de “progreso desde afuera”, y no más allá de todo este juego de pocos.
Lo cierto es que, mirando la Barranca de El Cazador, se hallaba la destilería de alcohol cuya chimenea se veía desde el centro de Escobar, un Escobar, sin edificios aún. LA fábrica necesitaba de una vía rápida y que la conectara con Campana a 26 kilómetros por lo cual, zanjó parte de los hoy humedales para conectarse al Luján. En los años 70, se veía claramente esa traza. Los obreros que allí trabajaban, tenían casas muy cerca, dicen construidas por la misma empresa. Otra prueba más, que el tren de los Costa –Luis y Eduardo Costa de Campana- nos quitó la cercanía al rio, que tanto necesitábamos si hemos de hablar de progreso a la liberal de 1880, es decir, de anexionarse al mercado mundial. Un incendio tremendo, de esos que terminaban con empresas de esta envergadura – como el Molino harinero de Matheu – terminó con el lugar, quedando los subsuelos, las escaleras de hierro, ruinas y fosos abiertos. Hoy, está en lugar privado, pero se resiste a desaparecer en las solapas del tiempo.
Profesor en Historia y escritor escobarense.
