El nuevo billete nace desvalorizado

A horas de confirmarse la próxima emisión del billete de 2.000 pesos, la denominación sufre las criticas de economistas y de la sociedad en su conjunto por  el ritmo de la inflación.

Tras haberse negado a emitir un billete de valor mayor al de $1.000, el gobierno en el ultimo año del mandato de Alberto Fernández  lanzará el de $2.000 y lo  curioso es que esta decisión no solucionará ningun problema actual. No sólo en poco tiempo su poder de compra seguirá siendo igual de bajo, sino que causará las mismas incomodidades que hoy sufren los comerciantes, los bancos, y la gente.

Lo único que este billete que ya nació viejo evidencia es la destrucción del valor de la moneda provocada por la inflación. Sobre todo porque su salida a la calle no llevará menos de 5 o 6 meses y su circulación fluida entre el público requerirá de 2 a 3 meses más como mínimo.

Si bien Escobar a diario ya anticipaba que el gobierno estudia sacar un billete de $5.000, no aparecen razones para haber elegido el de $2.000 primero, toda vez que según marcha la inflación este será el valor de 1 kilo de carne para cuando el billete esté en la calle.

Cabe recordar que el 2022 fue un año complejo para la impresión de billetes. Con su capacidad productiva colmada, la Casa de la Moneda se dedicó casi con exclusividad a imprimir billetes de $1.000, cuyo stock creció un 85% en el año. También produjo algo de billetes de $500, cuya circulación subió 6%. Los billetes de $100 y $200 dejaron de producirse hace tiempo.

Los de $100 hay de sobra. Para los consumidores, valen poco; para los bancos, son un costo elevado. Todos los tesoros de la Argentina (BCRA, bancos y transportadoras de caudales) están saturados de los papeles con la imágenes de Julio Argentino Roca, Eva Perón y la taruca.

Si bien todos necesitan el dinero, este billete nadie los quiere. Llenar un cajero con billetes de $100 es poco eficiente para el banco e incómodo para el cliente.