El juicio de Nuremberg (Judgment at Nuremberg, 1961) es una muy honesta, magnífica y veraz producción cinematográfica de Stanley Kramer que, a partir de provocadoras y reveladoras actuaciones, expone la realidad acerca del juicio a los nazis. Esta muy buena película histórica, de soberbias interpretaciones, hace mención acerca de la justicia y nos insinuaciones reflexionar acerca de los vencidos y los vencedores.
En la vida real, los Vencedores están siempre conmemorando los objetivos alcanzados, los sueños realizados y las iniciativas bien devenidas. Ellos se regocijan y agradecen la bendición de ver sus vidas plenas y abundantes.
Los perdedores solo se lamentan, solo murmuran, nada tienen que conmemorar; solo se lamentan porque otros vencen y ellos no. El resentimiento está en sus corazones y ellos están tomados por la envidia, porque no tienen bendiciones que compartir con otros.
En tiempos turbulentos, en el corazón de un hijo de Dios, no hay posibilidad de enconamiento, de envidia; pues él es un vencedor. Él tendrá sus propósitos alcanzados, no buscará comparar sus realizaciones con las de otras personas y, justamente, será eso lo que lo conmemorará.
Los que no consiguen vencer no andan por el camino de los vencedores, ellos culpan al sistema mundanal, pues es eso lo que conocen. Ellos no abren el corazón para Dios; pierden el tiempo quejándose por las derrotas y no tiene la visión, ni encuentran tiempo para un cambio, que los podría llevar también a ellos a conmemorar victorias.
¿Vencedores y vencidos? Que haya una paz justa hacia todos frente a la imposición, al conflicto, al armado y la discriminación. Olvida el pasado de derrotas y empieza a vivir el presente de victorias. Comienza recibiendo al Señor en tu vida, que es lo primero, y será tu victoria más importante.
No hay vencedores ni perdedores, solo se trata de etapas que nos resulta necesario superar, cuando comprendemos que somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Nuestro corazón es libre.
“Los vencedores comparan sus realizaciones con sus metas, mientras perdedores comparan sus realizaciones con aquéllas de otras personas.”
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
© Valerius