COLUMNA DE OPINION

¿Somos personas tóxicas cuando necesitamos controlar todo?

Por: Gretel Islas (Counselor)

 

¡Qué tema! El control no tengo dudas que es una cuestión muy importante que nos atraviesa a todos. ¿Somos personas tóxicas cuando necesitamos controlar todo?

  • Orden vs Caos

El control es la otra cara del miedo. De hecho habrán escuchado mucho esa frase: «Temo perder el control».

Esa ilusión (de control) es lo único que me queda para no entrar en el caos. Ojo, es sólo una ilusión. El caos es parte de un orden mayor siempre superador y más amplio que la limitación que nuestra perspectiva nos ofrece.

Para muchas personas el control puede funcionar como una manera de vincularse con el mundo, las luchas de poder son un ejemplo de ello. Queda a diario confirmado en las situaciones de disputa: entre padres e hijos; hermanos; entre hombres y mujeres; maridos y esposas, entre jefes y empleados, etcétera.

¿Para qué tendría la necesidad de controlar, a un hijo, una pareja, un compañero de trabajo o a un empleado?

Pensemos juntos: controlamos situaciones que nos parecen a priori atemorizantes.

 Si pensamos en el control hacia una pareja el tema principal son los celos. Los remito a la columna «Celos NO es amor» publicada en esta misma sección tiempo atrás.

A veces se intenta (se pretende) incluso controlar a la naturaleza como consecuencia depredamos, extinguimos, desafiamos a nuestra Pachamama. Respetarla muchas veces implica no intervenirla, tan simple como eso. Dejarla SER y confiar.

¿Qué sucede cuando esa ilusión de control se rompe? Angustia, desesperación, ansiedad. En la base de todo este sentir está el miedo.

Por eso las madres que cuidan controlan que el niño no se lastime física, psíquica o emocionalmente, los retan cuando se ponen en riesgo. Probemos cambiar: «Mamá se asusta mucho de sólo imaginar que puedas lastimarte quiero cuidarte y a veces me enojo cuando siento que no logro que hagas lo que yo considero seguro para vos».

Nos cuesta confiar en las habilidades motrices de nuestros hijos, en sus capacidades de autocuidado cuando crecen y nos excedemos en el rol cuidadoras/os pasando a ejercer un control excesivo, recortándolos en su necesidad de explorar el mundo y crecer. Alinear nuestra percepción con lo real es un gran desafío. Claramente no propongo dejar de estar atentos, sino evaluar cuando el peligro es real y cuando opera mi falta de confianza traducida en miedo y por ende en control.

 

  • Soltar el control…

¿Qué pasaría con nosotros si dejáramos de controlar? Aquí viene la cuestión.

Se repite en las personas que acompaño en procesos evolutivos de desarrollo personal una misma situación: son personas que no han visto satisfechas sus necesidades de seguridad durante sus primeros años. Crecieron en familias disfuncionales con situaciones de violencia o de inestabilidad. Incluso de inestabilidad económica.

Controlo porque temo no tener, opero desde la carencia. No me siento, ni me creo abundante.

Es importante afianzarnos en una verdad indiscutible: hoy somos adultos y el secreto está en aceptar que somos responsables de nosotros mismos.

Dentro nuestro es donde funciona (o sería deseable que así fuera) un lugar seguro. Los otros son sólo una circunstancia, siempre temporal e impermanente, a nuestro favor o en nuestra contra.

 

 

  • Poder para potenciar / poder para controlar.

¿Cómo se hace? Rematernizándonos y repaternizándonos. Nuestro adulto interior es quien tiene la capacidad, la habilidad y el poder (de potencia, no de sometimiento) para acompañar esos niños y niñas que una vez fuimos. Puede que nos hayamos sentido solos, desolados, desamparados, temerosos, ansiosos. Fuimos niños, aún lo somos, la vivencia es actual. Es HOY. Algunos aspectos nuestros se quedaron congelados, detenidos en esa etapa, en esa emoción, en ese vacío.

El apego seguro que faltó allá y entonces hoy me lo debo a mí mismo.

Es imperioso e inevitable construir mi seguridad si quiero vivir en calma y en bien-estar conmigo, con los otros y con el mundo. Para que la relación dialéctica entre el afuera y el adentro sea equilibrada, coherente y amable. Para que resuene en mí el sosiego y certeza.

Puede que en nuestra vida existan otras personas que nos contengan y acompañen, es grandioso que así sea pero es siempre temporal. Seré yo quien esté conmigo misma todo el tiempo que mi alma habite este cuerpo. Habrá otros o no los habrá, son circunstancias.

 

  • Uno con/contra el mundo

Permítanme la licencia de forzar la frase de Ortega y Gasset para ajustarla a mi desarrollo de hoy:  «Yo soy yo (mi Self) y mi circunstancia (los otros).»

 Yo soy (me gusta más estoy siendo…en proceso), pero la circunstancia que supone el otro en mi vida puede cambiar. Así como cambia mi estar siendo. La diferencia es que mientras mi estar siendo cambia sigo siendo una unidad, una mismidad. En cambio, cuando la circunstancia es un otro, entonces puede que el cambio sea una pérdida: «no quiero ser más parte de tu vida» o bien una partida hacia otro plano.

En cualquier caso, nuevamente me encontraré solo viendo mi rostro en el espejo de mi existencia.

Que seamos capaces de madurar, responder por nuestras acciones, amarnos y respetarnos es un ejercicio diario, un trabajo, una condición, una inversión para gestar un futuro integrado de encuentro con nosotros mismos.

 

Counselor Gretel Islas.

Noticias relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Close