Cuando hablamos de energía, podríamos irnos por ramas interminables de conocimiento, las que serían infinitas e ilimitadas, como es el caso de las consecuencias energéticas que tenemos al tener sexo con alguna persona.
Pero; ¿qué tan consciente somos en el momento de elegir con quién compartir nuestra energía más íntima?… Todo encuentro íntimo con una persona nos une con ella de una forma especial. Las almas y las energías se entrelazan y, entre más profunda sea esa conexión, más se comparte y se intercambia energía con esa persona.
El tener relaciones sexuales, básicamente es un simple acto físico en el cual se satisfacen y estimulan diferentes partes del cuerpo, a los fines de conseguir una satisfacción física o bien un orgasmo que, si bien también puede proporcionarnos placer mental, no se podría vincular con el amor hacia la otra persona.
Para entender un poco más esto, podríamos empezar por el concepto de sexo, que resulta de la unión de dos veces tres: el cuerpo físico, espiritual y emocional del hombre, con el cuerpo físico, espiritual y emocional de la mujer que, sin que podamos hacer nada para oponernos, se unen. Siempre que haya penetración entre un hombre y una mujer, el aura, que es el campo energético que tenemos y que no se puede romper con nada, se une a la de la compañera/o, formando un solo globo, una sola aura mientras se realiza el acto sexual. Esta es la esencia del verdadero matrimonio y de lo que, desde el punto de vista energético, se considera la unión eterna de dos personas que se aman y quieren compartirlo todo con la otra que eligieron.
Esto es algo hermoso cuando estamos realmente enamorados y queremos pasar con esta persona el resto de nuestros días, ya que cuando amamos realmente queremos compartir lo bueno y lo malo con nuestra pareja. Pero cuando solo fue un acto de una noche, de placer casual, puede no ser tan agradable, ya que, aunque haya sido una vez en la vida, cuando unimos las auras con alguien, energía, vibración, luz, conocimiento, juntamos los karmas de cada uno y, también con esto, se nos plasman larvas y/o vampiros energéticos que debemos desechar.
Si unimos todo lo mencionado hasta ahora, sea cual sea esta unión energética, ella dura siete años, a partir de la última relación sexual. Sí, es así… ¡siete largos años! en un lazo no se rompe y por el cual seguiremos unidos de forma energética (y kármica) con aquella persona con quien hemos compartido nuestro cuerpo energético, nuestro espacio y nuestra cama. Todo esto hace que nuestro proceso y camino se haga más pesado, porque cada vez nos llenamos de más densidad y negatividad que no sabemos de dónde salen y, menos aún, como quitárnoslas.
Pero cuando unimos nuestra energía a partir del amor, hay una cura… ¡El amor! Porque el amor en pareja es capaz de trasmutar y quemar lo que sea. Porque de este modo también podremos dar nuestra buena vibración y poder a la vida de la otra persona, creando lo que antiguamente llamaban puentes de poder. Tema este tan impactante, complejo y profundo que no llegaríamos a concluirlo en algunas horas; pero, lo positivo es que a partir de este conocimiento tendremos más consciencia de nuestros actos y, así, no tomarlos con ligereza y sí con profundidad.
Una definición básica de tener sexo sería el acto dirigido a la procreación de la especie; podríamos definirlo como el acto de satisfacer el deseo que tiene por el cuerpo del otro cada uno de los participantes.
Sin embargo, practicar relaciones sexuales o tener sexo con otra persona también puede ser una grata e increíble experiencia; esto es independientemente de que se ame o no a la otra persona con quien lo estás haciendo y si nos caiga peor o mejor.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
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