LOS HEROES DE MONTE TUMBLEDOWN
Última Parte
Buscó al grupo de británicos que estuviese más cerca y lanzó la granada que lo había
acompañado en su corrida. Tenía para elegir. La cantidad de soldados enemigos era
impresionante; algunos se habían quedado combatiendo en el mismo sitio de la
posición y unos pocos sobrepasaron el lugar llegando a unos 20 o 30 metros a
retaguardia.
Comenzó a dar órdenes, a los gritos, las que a su vez eran pasadas de
pozo en pozo, hasta ambos extremos de la Sección. A la una y veinte de la
madrugada y como el enemigo no cedía en su ataque, llamó por radio al puesto de
compañía del teniente Villarraza. Por varios motivos, tenía problemas para
comunicarse con su jefe: se habían cortado las líneas telefónicas, ambas posiciones
se encontraban en las laderas opuestas de una misma montaña que hacía de pantalla
y, como si eso fuera poco, desde la tarde del 13 los ingleses interferían los equipos
radioeléctricos, primero con música y después hablando y con ruidos.
Por ello, a veces, la Tercera o la Segunda Sección retransmitían las comunicaciones. -Verde,
aquí Verde Cuatro -intentó Vázquez, -Verde Cuatro -fue la respuesta del puesto de
comando de Villarraza, a unos 800 metros a retaguardia de la compañía Nácar. –
Solicito fuego de mortero sobre mi Sección. – Recibido. El suboficial Elbio Cuñé, jefe
de la Sección Morteros de 81 mm. dependía de la central de fuego a cargo del
teniente de navío Ubaldo Pagani, instalado en el puesto de comando del BIM 5.
Cuando comenzó el ataque sobre las posiciones del teniente Vázquez, Pagani lo
liberó y le dijo que se comunicara directamente con el comando de la Nácar, para
hacer más efectivo el apoyo.
Villarraza retransmitió a Cuñé el pedido de fuego de Vázquez. El suboficial tenía
reglado el tiro sobre la punta que bajaba de Tumbledown a Dos Hermanas, en un
pequeño valle a unos 300 metros delante de la Cuarta Sección. De todas maneras,
tenía que recibir la orden del lugar exacto donde hacía falta el apoyo, «Verde, aquí
Naranja – dijo respondiendo al llamado de Villarraza. «Aquí, Verde, adelante Naranja. –
¡Corríjame, va disparo! Vázquez, que había alertado a sus hombres que les caería
fuego de morteros, le comunicó a Villarraza la corrección del tiro y este le retransmitió
a Cuñé: -Alargue lOO, derecha 50.-Recibido. Va -respondió Cuñé, -Bien, está en zona
batida.
De inmediato cayeron sobre la Cuarta Sección unas quince salvas provocando una gran sorpresa entre los británicos, que comenzaron a desbandarse. También hizo fuego el suboficial Lucio Monzón, con sus morteros de 60 mm, ubicado a 500 metros a retaguardia de la Nácar, con seis conscriptos. Ese fue un momento muy difícil, durante el cual quien estaba combatiendo desde su pozo no podía meterse adentro y tenía que seguir tirando. Si deja de disparar, el enemigo que lo tiene localizado perfectamente y que ya está jugado pues el fuego lo agarró desprotegido, se le va encima y, como hacían los ingleses, le arroja una granada dentro del pozo o se para en la boca del mismo y vacía un cargador en el interior, ocupando luego ese mismo