COLUMNA DE OPINION

Fortín Malvinas

Por VGM Enrique Oscar AGUILAR

 

 𝐀𝐘𝐔𝐃𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐄𝐑𝐔 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐆𝐔𝐄𝐑𝐑𝐀 DE MALVINAS

 

𝘙𝘦𝘭𝘢𝘵𝘰 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢í𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰𝘌𝘚𝘊𝘜𝘈𝘋𝘙𝘖𝘕 𝘍𝘌𝘕𝘐𝘟

Un Cessna 500 Citation matrícula LQ-TFM de Fabricaciones Militares, incorporado al Escuadrón Fénix, tripulado por los Alféreces Leónidas Rodríguez tiza y Juan G. Crossa, trasladó desde la base de Tandil a Comodoro Rivadavia a oficiales, Mayores y capitanes, de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) que pidieron entrevistarse con los mandos de la FAS. Eso era parte de una operación secreta por la cual el gobierno del Perú entregaba 10 aviones de combate Mirage M5-P para participar en la Guerra de Malvinas. Existen algunas versiones contrapuestas al respecto, y una de ellas asegura que estas máquinas se encontraban en óptimas condiciones de operatividad, eran ideales para atacar objetivos marítimos, tenían la autonomía y contaban además de sus cañones de 30mm con misiles teledirigidos AS-30 con un alcance de 15 kilómetros. Otras versiones aseguran que esos aviones Mirage llegados del Perú tenían grandes diferencias con los Mirage argentinos, y que la necesaria puesta a punto para poder operarlos eficientemente demandaría bastante tiempo. Los pilotos peruanos provenían de su base de Origen en Chiclayo, y habían partido de la base militar la Joya, Arequipa, trayendo para nuestra Fuerza Aérea esos diez aviones Mirage M. 5-P de origen francés. Luego de despegar de Arequipa, subieron a 33 mil pies y en vuelo silencioso, atravesaron las fronteras con los equipos de radio apagados para evitar ser detectados por los radares bolivianos y chilenos. Durante la travesía cumplida a una velocidad de 900 kilómetros el escuadrón de M5-P fue acompañado por una nave madrina, un Lockheed L-100, similar al carguero Hércules C-130, en cuya bodega llevaba parte de los equipos de mantenimiento y varias docenas de técnicos y mecánicos de aviación que debían instruir a los argentinos en todo lo relacionado con el funcionamiento de las aeronaves y la utilización del armamento. Previa escala en Jujuy todos los aviones llegaron a Tandil, donde los pilotos peruanos, con sus aviones que ya habían repintado con insignias argentinas, fueron recibidos con gran alegría por pilotos y personal de la Base. Dichas máquinas luego debieron ser reacondicionadas a nuestras necesidades y hubo que adaptar pilotos argentinos a las mismas para eventualmente ser empleada si se prolongaba el conflicto. La fuerza aérea peruana hizo saber al gobierno argentino que sus pilotos estaban a nuestra disposición para ser empleados incluso en operaciones de combate. Como esto no sucedió, luego que los peruanos informaron a nuestro personal acerca del uso de dichas armas, volvieron a su país. Para este viaje de vuelta fue empleado un avión del Fénix, que en esa oportunidad realizó el viaje más largo que aeronaves de ese escuadrón efectuaron en el transcurso de la guerra. Se trató del Cessna 500 matrícula LV-LZR incativo CASERO 4 tripulado por el Subteniente Hugo Mercante y el Alférez Alfredo Garatti, quienes el día 3 de junio despegaron de la 1 Brigada Aérea de Palomar a las 16:35 hs., y que previa escala en Jujuy, aterrizó en Lima, desde donde regresó a su base al día siguiente Además de esta valiosa contribución el gobierno peruano, solidario con la causa Argentina, comisionó a un par de oficiales para que se trasladaran a Francia con objeto de acelerar la entrega de algunos Exocet AM-39 que por contrato los fabricantes de esa arma estaban comprometidos a suministrar. Si bien esta gestión no tuvo éxito, posteriormente, el gobierno de Perú logro en una operación triangulada que 23 Mirage IIIC fueran provistos por Israel para la fuerza aérea peruana permitiendo así que todos esos elementos terminaran llegando a nuestro país a fines de 1982

 

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