LA VOLADURA DEL PUENTE FITZ ROY EN MALVINAS
Parte IV
Cabe aclarar, que nunca pudimos establecer un sistema de seguridad correcto, ya que no había vegetación para cubrir el sector. A continuación, en una hondonada que se encontraba a unos 300 metros del puente, dispusimos de las pequeñas carpas que habían dejado los infantes de marina, donde nos guarecimos del frío y del viento, realmente muy difíciles de soportar. Durante el día, nos turnábamos para la custodia del puente, y al caer la noche -que por esa época del año comenzaba muy temprano- nos intercambiábamos dicha custodia con el jefe de sección, teniente Blanco -media noche cada uno, junto con un soldado, para dar la seguridad-. Personalmente, instalé luego granadas de mano, a modo de trampas explosivas, en los 360° del improvisado vivac. Tuve en cuenta, al respecto, dejar calles que todos reconocíamos. Esa era la única alerta temprana que poseíamos, ya que en las noches sin luna, había poca visibilidad.
Cada tres o cuatro días cambiábamos los detonadores, porque no sabíamos si con el frío intenso funcionarían correctamente. Para ello, les dábamos fuego reemplazándolos por otros, con lo que nos asegurábamos el buen funcionamiento del circuito eléctrico. Por suerte, disponíamos de una abundante dotación de ellos.
En tanto, los días transcurrían en medio de gran incertidumbre, mientras que las comunicaciones con el puesto comando eran muy escasas y dificultosas. Recuerdo que el 25 de mayo, a la salida del sol, nos reunimos todos, y como teníamos una pequeña bandera argentina, la fijamos a una rama que el mar había arrastrado hasta la costa. Precisamente sobre esa rama, que funcionó como mástil, nuestra bandera tremoló con la fuerza del viento imperante, y en improvisada formación, todos nosotros cantamos el himno. La emoción que nos embargaba en ese momento era inmensa. Dejamos izada la bandera sólo unos minutos, ante el peligro que, aun a gran distancia, nos delatara la posición.
» … AQUÍ EL EJÉRCITO BRITÁNICO -ANUNCIÓ MORRIS, INTEGRANTE DE UNA FRACCIÓN SAS-. ¿PUEDE USTED HABLAR CON LIBERTAD?
– SÍ -REPUSO BINNEY, ADMINISTRADOR DE LA ALDEA DE FITZ ROY.
-¿HAY ARGENTINOS CERCA DE USTEDES EN ESTE MOMENTO?
– NO, ACABAN DE VOLAR EL PUENTE QUE COMUNICABA CON ENSENADA BLUFF Y SE HAN RETIRADO.»
- HASTING Y S. JENKINS, “LA BATALLA POR LAS MALVINAS”. *
Llegados a los últimos días de mayo, la situación empeoró. Los ingleses habían ocupado el monte Kent, razón por la cual nuestra posición había quedado sobrepasada. El cabo de comunicaciones Fernández, que estaba con nosotros, había sufrido una herida en su pierna, provocada por esquirlas de granada. El incidente se produjo cuando unos desconocidos con uniforme mimético se acercaron al vivac. Apresuradamente tomamos posiciones. Creíamos que se trataba de una patrulla inglesa.
Fue entonces, cuando el cabo tropezó con una trampa explosiva y sufrió esa herida en la pierna. El temor había sido vano: la fracción desconocida que se acercaba estaba integrada por personal de la Compañía de Comandos 601, que regresaba de una misión.
Las noches del 30 de mayo y del 1º de junio, los helicópteros ingleses volaron sobre las proximidades de nuestra posición, desde donde podíamos escuchar los motores. La orden de voladura fue impartida el 2 junio, aproximadamente a las 14.30 horas. El teniente Blanco dio fuego a las cargas. Con el resto de los soldados, a cubierto, vi cómo una gran columna de humo, trozos de hormigón y agua del mar volaban sobre el horizonte. Fue algo realmente espectacular.
Luego de ver los efectos, y de constatar que habían quedado inutilizados los primeros apoyos y todo un estribo, sólo nos quedaba retirarnos hasta las posiciones de propia tropa. Ignorando la situación -doce días sin saber qué pasaba- esperábamos que nos replegaran de la misma manera como habíamos llegado hasta el lugar: en helicóptero.
Al comunicarnos con el jefe de compañía, le dimos la novedad referida a que el puente ya había sido destruido. Fue entonces, cuando nos comunicó que sería imposible regresar en helicóptero a Puerto Argentino. La razón se basaba en la superioridad aérea enemiga. Por lo tanto, teníamos que llegar a destino como pudiéramos.
Luego de seleccionar y aligerar cuidadosamente el equipo, comenzó la marcha a pie hacia Puerto Argentino, que se hallaba a 34 Km. Lo más pesado que portábamos era la munición; pero dada esa situación, la munición era el elemento más importante, ante el peligro de que tuviésemos contacto con el enemigo. A pocas horas de haber partido, se hizo de noche. Fue una experiencia importante, ya que los soldados clase`63 no habían tenido ninguna instrucción de marcha. Sin embargo, todos realizaron un gran esfuerzo para mantener el ritmo. Y cumplieron la marcha como los más experimentados.
Mientras hacíamos camino, encontramos un campo minado, por lo cual tratamos de encontrar un pasaje, hasta que, por casualidad, vimos el alambre y los piquetes que lo delimitaban hacia propia tropa. Seguimos el sentido del alambre hasta llegar al vértice, y logramos, milagrosamente, salir del obstáculo en medio de la oscuridad. La marcha se tornaba cada vez más pesada. Cansancio, frío, incertidumbre, y por qué no decirlo, también temor. Además, el cabo de comunicaciones sufría un fuerte dolor en su pierna herida. A raíz de ello, paramos para descansar, dejamos nuestro equipo, y extenuados, nos tiramos sobre la turba, dentro de las bolsas de dormir. La noche que pasamos fue muy fría. Después de unas horas, agotados y sudorosos por la larga caminata, nos dormimos a cielo abierto, a pesar de la baja temperatura reinante ¡Nos podríamos haber congelado! A los pocos minutos de haber parado hubo, empero, un fuerte bombardeo naval, muy cerca del lugar, sobre las posiciones del RI 4.
Al amanecer pudimos ver, desde nuestra ubicación, el camino a Puerto Argentino. Continuamos entonces la marcha, y a unos pocos kilómetros nos estaban esperando, para trasladarnos a nuestras posiciones. La misión había sido cumplida. Continúa…