Los que no tienen nada que decir, no pueden ser persuadidos a decirlo.
Mantenernos en silencio es menos perjudicial que una mala respuesta; por lo que, si no
tenemos nada que decir, es mejor no decir nada; porque una débil defensa fortalece a
nuestro oponente.
Si nada tenemos que decir, ¿qué diremos? Que nuestra palabra es lo que oímos del
interior, que nuestro amor es el que está plantado en nuestros corazones, que nuestra
fe fue regalada y cuando abrimos el corazón. No hay nada que decir, sin embargo,
¡muchas cosas hablamos!
Erramos mucho menos cuando hablamos sólo de lo que hemos aprendido. Cuando
nuestras actitudes imitan las actitudes de los “grandes”, erramos mucho menos. Cuando
nuestra fe viene de la experiencia de vivir, erramos mucho menos.
Si somos persuadidos a decir lo que viene del corazón y no de nosotros mismos,
entonces somos bendecidos… muy bendecidos.
La gratitud es una energía muy potente, y que sirve… Si queremos evolucionar, crecer y
tener mejores resultados, no digamos “de nada” cuando nos agradecen, porque esta es
una forma en las que se limitas nuestro éxito.
Otra palabra que debemos evitar es “poco” porque estaríamos instaurando imponiendo
en nuestro subconsciente la idea de escasez.
Evitemos “en la lucha” porque, con esta afirmación inconsciente estaríamos creando la
idea de pelea, de “luchar”, de confrontar, cosa que generaría que cada día se convierta
en una batalla por librar.
La forma en que nos comunicamos, hablamos y pensamos son ejemplos sobre lo qué
hacer para que alcancemos nuestros objetivos, como también de cómo limitaríamos
nuestro crecimiento y, también, conforma la realidad de nuestra vida.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y
mi deseo que la vida te sonría y te permita prosperar en todo, y derrame sobre ti Salud,
Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
®. Valerius