Leyenda urbana si las hay, de nuestros queridos pueblos de Buenos Aires. Siendo ésta muy antigua, casi precolombina, o tardo colonial o actual, ya que los tiempos no se dividen en las creencias. Era y es, hablar de las “luces malas”.
Esos fenómenos, terribles para nuestros gauchos, que no se explicaban, pero en los cuales se creían, y más en la época de los alambrados. Si se habrá comentado en aquella Posta de Escobar, en medio de tardes noches rojas-grises. Si se habrán santiguado las matronas al mencionarlo o escucharlo en ronda de mate y pan casero.
¿Cuál es la historia? Es un campo santo, pero muy adentrado en el tiempo, de los indios de la barranca de El Cazador. Cementerio o lugar de lucha. Donde habrían caído frente a los españoles en un tiempo ya histórico. O de la mítica Buenos Aires, por ahí fundada y cancelada por nuestras costas, según algunos. Lo cierto es que, se asegura que se veían luces, medio azules, medio corporizadas, con volumen, ir de aquí para allá, cambiando de sitio, con la velocidad del rayo.
En un clima denso, de pajonales irredentos o final del campo, frente mismo al puestero, las almas de los indios, parecían no querer irse de estos planos de la vida. Muchos, lo escucharon de sus padres, esos padres, de sus abuelos. Pero cuando se desenterraron huesos humanos, vasijas rotas precolombinas, restos de fogones, arpones de hueso, huesos de animales cazados, Las Vizcacheras, en vez de desaparecer en las brumas de las palabras, las interpretaciones, la Historia y la Arqueología, justificaron su presencia ancestral.
*Extraída del libro SERES EXTRAÑOS Y LEYENDAS URBANAS DEL PDO DE ESCOBAR. ISSETTA, GUSTAVO. EDITORIAL MAXBROD 2021, 5TA EDICION
Profesor en Historia y escritor escobarense.
